El encuentro del destino.

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En una vieja posada hecha de madera con un barniz incomparable y un techo rojizo que resalta a simple vista, ubicada en el medio del bosque.  Vive Johan Scott un chico de 18 años, alto, pelo castaño y ojos escarlata.

Mientras la noche emergió; dormía, desde el interior del bosque se escucha un búho chuchear y los lobos cantarle a la luna.

En el transcurso de la noche el sudor empezó a recorrer su frente, el corazón comenzó a palpitar cada vez más rápido, con ambas manos sujetaba las sabanas, en su rostro la desesperación y en su mente el dolor, se levanto desesperado mientras que la luna lo veía desde lejos, sentado en la cama posando ambas manos sobre su rostro, una lágrima derramo. La misma pesadilla que lo atormentaba. Trato de seguir durmiendo pero de la frustración del no poder hacer nada lo molestaba, mientras sonrió con dolor y dijo a la nada.

—tratar de olvidar me hace mal, pero no lo logro superar.

Al cabo de minutos durmio y al amanecer las nubes grises conquistaban el cielo, la lluvia caía y desde lejos se escuchaban los rayos gritar. Al despertar tapo sus ojos con una mano y con la otra se sujetaba la remera,  dándose por vencido mientras susurro.

—¿La lluvia será capaz de ayudar?—¿O solo caerá sin sentido?

Levanto la voz diciendo --¡No hay que amargar la vida, si con un día así, será perfecto para estar en armonía!

Se levanta y va directo al baño, se lava la cara sube la mirada y se sonríe a sí mismo.
Entrando al comedor se acerca a un mueble donde guardaba una colección de discos de vinilo donde elije una pista de piano tan hermosa y apasionada como si la hubiesen tocado con el alma. Parado junto al mueble escucha el piano sonar, cuando de la nada
—"Toc toc" .— suena la puerta

—¿Quién es? —Pregunta confundido

Solo se escuchaba la melodía, los nervios lo atacaron, le temblaban las manos. Caminaba hacia la puerta, sin que nadie respondiera, la abre y era raro no había nadie... miro hacia el bosque y no había ni un alma, al entrar siente que pisa algo, dirige su mirada al piso y ve una carta, la levanta y sin darle atención la dejo sobre la mesa. Sentado en el sillón,  sujetando la tasa de café de la cual el vapor salía suave y sostenía el libro que leía mientras pensó

—Que paz, aunque se le puede llamar soledad.

Dejo el libro de lado y se prendió un cigarrillo, amaba el olor a tabaco a la mañana, miro por la ventana en busca de respuestas y solo vio la lluvia, caía la ceniza sobre el cenicero cuando se le cruzo por la mente la carta que le llego y vino la intriga de leer...

Se para rápidamente y busca el abre cartas que estaba junto al toca disco, agarra la carta y antes de abrirla vio que no había un remitente, su manos sudaban de los nervios, en su mente le entraron dudas de porque no lo había pero de nada serviría pensar, saco la carta del sobre y a punto de abrirla sus ojos le brillan, la abrió pero no le gusto lo que encontró un numero escrito y el nombre de una mujer.
8311 Jhana D.
El brillo de sus ojos se esfumo, se cae la hoja de sus manos de tanto que le temblaban. Los escalofríos empezaron, se ponía cada vez más nervioso y caía de rodillas cuando grito

—¡Esto que es! No tiene sentido que alguien envié esto —"es un poco histérico; pero sabe mantener la calma en algunos casos".

Del vacío un silencio cubrió el bosque entero, había dejado de llover.

Junto fuerzas y se puso de pie, cansado de todo agarra un abrigo y se dirige directo al bosque, quería pensar, necesitaba tiempo. Los arboles se tambaleaban de un lado para otro mientras que sus hojas caían. Pero Johan conocía el lugar perfecto para despejarse, 20 minutos tardo en llegar al lugar. Un lago rodeado de rocas donde se veía el reflejo de los pinos en el agua, mirando el lago observo una roca perfecta para recostarse y mirar el cielo, cuando cerró sus ojos por completo y se durmió.

Scarlet MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora