Andrew
Seis años después… Durham, Carolina del Norte La mujer que actualmente se encontraba sentada frente a mí era una maldita mentirosa. Vestida con un feo suéter gris y una falda roja a cuadros, su cabello parecía como si hubiera sido teñido con una caja de crayones. No se parecía en nada a la mujer de la foto en internet, nada como la rubia sonriente con los pechos copa-C, tatuaje de mariposa y regordetes labios rosados. Antes de que hubiera aceptado esta cita, pedí específicamente tres pruebas independientes de la verdad de las imágenes: una de ella sosteniendo un periódico con la fecha más reciente, una de ella mordiéndose el labio, y una de ella sosteniendo un cartel con su nombre en él. Cuando solicité esas cosas, se rio y dijo que yo era “la persona m{s paranoica”, pero lo había hecho. O eso pensé. Con la excepción de decirle mi verdadero nombre —dejé de dar mi nombre verdadero hace años— había sido completamente honesto y esperaba eso a cambio.
—Bueno, ahora que estamos solos… —Ella sonrió de repente, revelando una boca llena de bandas de metal y caucho—. Es un placer conocerte finalmente en persona, Thoreau. ¿Cómo estás hoy?
No tenía tiempo para esto.
—¿Quién es la chica en tu foto de perfil? —
pregunté.
—¿Qué?
—¿Quién es la chica en tu foto de perfil?
—Oh… bueno, esa no soy yo.
—No me digas que no eres tú. —Rodé los ojos—. ¿Contrataste a una modelo? ¿Compraste un montón de imágenes y utilizaste Photoshop?
—No exactamente. —Bajó su voz—. Sólo pensé que sería más probable que hablaras conmigo si usaba esa foto en lugar de la mía. La miré de nuevo, ahora notando el extraño tatuaje de unicornio sobre
sus nudillos y la cita “El amor es ciego” entintada en su muñeca.
—¿Qué esperabas que sucediera cuando nos conociéramos de verdad? —
Esta mierda revolvía mi mente—. ¿Pensaste en lo que pasaría cuando llegara ese día? ¿Cuándo me diera cuenta que no eras quien dijiste que eras?
—Esperaba que también hubieras mentido sobre tu imagen —dijo—. No sabía que realmente lucirías como tú, ¿sabes? Esta es la primera vez que un chico de Date-Match ha dicho la verdad. Creo que es una señal. —No lo es. —Negué con la cabeza—. ¿Y la modelo? ¿Cómo hiciste que alguien se tomara todas esas fotos?
—No era una modelo. Era mi compañera de cuarto. —Sus ojos se abrieron cuando me puse de pie—. ¡Espera un segundo! Todas las cosas que te dije por teléfono fueron absolutamente ciertas. Estoy interesada en la política, y me encanta estudiar las leyes y mantenerme al día con los casos de alto perfil.
—¿A qué escuela de derecho fuiste? —¿Escuela de derecho? —Levantó una ceja—. No, no el tipo de leyes de la escuela de derecho. Leyes como, he visto todos los episodios de SVU y leído todos los libros de John Grisham.
Suspiré y saqué unos cuantos billetes de mi billetera, poniéndolos sobre
la mesa. Había perdido bastante tiempo con ella.
—Adiós, Charlotte. —Me alejé, ignorando el resto de su disculpa. Al momento en que el valet estacionó mi auto, me deslicé dentro y
aceleré.
Esta mierda se está poniendo ridícula… Era la sexta vez que me había pasado esto este mes, y no entendía por qué alguien estaría dispuesto a mentir con un potencial encuentro cara-a-cara en línea. No tenía ningún maldito sentido. Molesto, agarré una botella de whisky en la tienda de enfrente, e hice una nota mental para bloquear a esta última mentirosa de mi página. Empezaba a sentir que me quedaba sin mujeres con las que dormir en Durham. También empezaba a sentir que necesitaba cambiar de cuidad y empezar todo de nuevo; los sudores fríos de hacía años habían regresado, y sabía que las pesadillas venían después. Tan pronto como entré en mi apartamento, me serví tres tragos y me los tomé. Entonces me serví tres más. Me desplacé a través de mi teléfono y revisé mis correos electrónicos del día: referencias de clientes, más solicitudes para chatear de Date-Match, y un mensaje de la sexy rubia con la que se suponía que debía encontrarme este sábado.
La línea de asunto decía: “La Honestidad es la Clave, ¿verdad?” Me tomé otro trago antes de abrirlo, esperando que fuera una invitación para encontrarnos esta noche en su lugar. No lo era. Era un maldito ensayo. Hola, Thoreau. Sé que se supone que debemos encontrarnos este sábado confía
en mí, estaba esperando taaanto que llegara, pero necesito saber que estás interesado en mí por mí y no por mi aspecto. He conocido a un montón de chicos espeluznantes aquí porque simplemente les gusta mi foto, y cuando nos encontramos, sólo quieren tener sexo. Te puedo asegurar que soy quien digo ser, pero estoy buscando algo un poco más satisfactorio que sexo casual. No tenemos que tener una relación en toda regla, ni comprometernos en una aventura intensa, pero al menos podríamos construir una amistad primero, ¿sabes? Estoy ansiosa por verte, así que déjame saber si sigues interesado en conocerme. —Liz.
Inmediatamente hice clic en mi perfil y abrí el icono de “Lo Que Estoy Buscando”, aseguándome de que todavía dijera lo mismo: Sexo casual. Nada más. Nada menos.
Esa línea no estaba allí por decoración, y se encontraba en negrita por una razón. Volví al mensaje de la mujer y respondí.
Ya no estoy interesado en conocerte.
Buena suerte encontrando lo que sea que estás buscando. —Thoreau.
¿Hablas en serio? Respondió al instante. ¿No puedes tener otro amigo? ¿No podemos ser “sólo amigos”? —Liz.
Demonios, no. —Thoreau.
Me desconecté y bloqueé su dirección. Otro trago hizo su camino por mi garganta, y me desplacé a través de los correos restantes —abriendo inmediatamente ese que provenía de la única persona que consideraba un amigo en esta ciudad. Alyssa. Asunto: Polla Desierta Así que, te estoy enviando un correo ahora mismo porque acabo de
pensar en lo adolorido que estás en este momento… no hemos hablado de ti echando un polvo en un buen tiempo, y eso me preocupa. Mucho. Como que
LLORADO por tu falta de coño… lamento mucho que tantas mujeres te hayan enviado imágenes fraudulentas y dado un severo caso de bolas azules. En la parte superior estoy adjuntando los enlaces de una crema en línea en la que creo que deberías invertir en las semanas venideras. Tu polla está en mis oraciones, —Alyssa. Sonreí y escribí una respuesta. Asunto: Re: Polla Desierta Gracias por tus preocupaciones respecto a mi polla. Aunque, ahora que
lo pienso, tú NUNCA has discutido sobre echar un polvo; creo que tener Telarañas en el Coño es una enfermedad mucho más grave. Sí, es cierto que muchas mujeres me han enviado fotos, pero es muy triste que nunca me hayas enviado una tuya, ¿no? Estoy más que dispuesto a enviarte la mía, y eventualmente, ayudarte a curar tú triste y lamentable enfermedad. Gracias por decirme que mi polla está en tus oraciones. Preferiría que estuviera en tu boca. —Thoreau.
Solo así, mi noche era diez veces mejor ahora. A pesar de que nunca había conocido a Alyssa en persona y nuestras conversaciones se limitaban a las llamadas telefónicas, correos electrónicos, y mensajes de texto, sentía una fuerte conexión con ella.
Nos habíamos conocido a través de una exclusiva y anónima red social para abogados: LawyerChat. No había fotos de perfil, ninguna actividad de noticias, sólo a través de mensajes. Había un pequeño cuadro de perfil donde podía colocarse la información (primer nombre, edad, número de años practicados, estado de perfil alto o bajo), y un logo en el perfil de cada usuario que revelaba su sexo. Cada usuario era un abogado “garantizado” que había sido invitado personalmente por vía correo electrónico. Según los desarrolladores del sitio, ellos hacían “referencias cruzadas con cada abogado practicante en el estado de Carolina del Norte con los registros de licencia de la junta para asegurar un sistema de apoyo único”.
Honestamente pensaba que la red era una mierda, y si no fuera por el hecho de que me había follado a algunas mujeres que había conocido allí, habría cancelado mi cuenta después del primer mes.
Sin embargo, cuando vi un nuevo mensaje que decía “Necesito Un Consejo” de una tal “Alyssa”, no me pude resistir a tratar de repetir mis resultados anteriores. Leí su perfil primero —veintisiete años, egresada hacía un año de la escuela de derecho, amante de los libros— y decidí ir a por ello. Mi intención era responder sus preguntas legales, desviar lentamente la
conversación hacia cosas más personales, y luego pedirle que se uniera a DateMatch para poder ver qué aspecto tenía. Pero ella no era como las otras mujeres.
Me envió mensajes constantes, y siempre mantuvo el tema de conversación profesional. Dado que era una abogada tan joven e inexperta, pedía consejos sobre los temas más simples: un resumen de formalización jurídica, presentación de reclamos, y exhibición de evidencia. Después de que habíamos charlado cinco veces y me había cansado de tener largas sesiones de tres horas volcando información, le pedí su número de teléfono. Ella dijo que no.
—¿Por qué no? —Había escrito yo.
—Porque va contra las reglas.
—Nunca he conocido un abogado que no haya roto al menos una.
—Entonces no eres un abogado muy bueno. Encontraré a alguien más con quien charlar ahora. Gracias.
—Vas a perder ese caso mañana —escribí antes de que pudiera terminar nuestra sesión—. No tienes ni idea de lo que estás haciendo.
—¿Realmente estás tan molesto conmigo por no darte mi número de teléfono? ¿Qué edad tienes, doce?
—Treinta y dos, y no me importa una mierda tu número de teléfono.
Sólo te lo pedía para poder llamarte y decirte que ese resumen que me enviaste está lleno de errores tipográficos, y el argumento final parece que lo escribió un estudiante de derecho de primer año. Hay demasiados errores para que me siente aquí y te los escriba todos.
—Mi resumen no es tan malo.
—Tampoco es tan bueno. —Antes de que pudiera cerrar la sesión de nuestro chat, su número de teléfono apareció en la pantalla, y por debajo había un breve párrafo: Si vas a llamar y ayudarme, bien. Si estás usando mi número para decirme que me una a un sitio de citas más tarde, entonces olvídalo. Me uní a esta red en busca de apoyo en mi carrera, eso es todo. Miré fijamente su mensaje por un buen rato —debatiendo si debería
ayudarla sin ninguna posibilidad de conseguir algo de ello; pero algo me hizo llamarla de todos modos. La acompañé a través de cada error que había cometido, insistí en que aclarara un par de frases, e incluso re-formateó su resumen.
Justo cuando estaba a punto de decirle adiós y colgar, lo más extraño sucedió. Ella preguntó—: ¿Cómo estuvo tu día hoy?
—Eso no está en tu resumen —dije—. Solo quieres hablar mierda de abogados, ¿recuerdas?
—¿No puedo cambiar de opinión?
—No. Cuelga. —Esperé oír un pitido, pero lo único que escuché fue su risa. Si no fuera por el hecho de que era un sonido tan ronco y sexy, habría colgado yo mismo, pero no pude soltar el teléfono.
—Lo siento —dijo ella, sin dejar de reír—. No fue mi intención ofenderte.
—No lo hiciste. Cuelga.
—No quiero hacerlo. —Finalmente dejó de reír—. Me disculpo por ese mensaje hostil que te envié… realmente eres el único tipo aquí que responde todas mis preguntas. ¿Estás ocupado en este momento? ¿Puedes hablar?
—¿Sobre qué? —Acerca de ti, tu vida… te he estado haciendo preguntas legales
aburridas todos los días, y has sido muy paciente, así que… es justo que hablemos de algo menos aburrido por una vez si vamos a ser amigos, ¿verdad?
¿Amigos? Dudé al responder, especialmente desde que parecía que los temas que
envolvían sexo parecían “menos aburridos”, y ella dijo la palabra “amigos” tan fácilmente. Aun así, me hallaba en medio de otra noche sin sexo, así que comencé con las conversaciones regulares con ella. Hasta las cinco de la mañana, discutimos las cosas más mundanas, nuestras vidas diarias, libros favoritos, su sueño de volverse una bailarina profesional tardía. Algunos días después, hablamos de nuevo, y después de un mes, yo hablaba con ella cada día. Con otro trago, presioné el botón de llamar en mi teléfono y esperé a
escuchar su dulce voz. Sin respuesta. Consideré enviarle un mensaje, pero luego me di cuenta de que eran las nueve en punto del miércoles y no seríamos capaces de hablar esta noche.
Práctica… noches de miércoles siempre son de práctica de ballet.
—¿Señor Hamilton? —Mi secretaria entró en mi oficina a la mañana siguiente.
—¿Sí, Jesssica?
—Al señor Greenwood y al señor Bach les gustaría saber si quiere participar en la siguiente ronda de entrevista a internos hoy.
—No.
—De acuerdo… —Bajó la mirada y escribió algo en su bloc de notas—. ¿Entonces, al menos revisó los resúmenes? Tienen que reducirlo a menos de quince hoy. Suspiré y saqué el montón de resúmenes que me dieron la semana pasada. Los leería y escribiría notas, mayoritariamente: “Pasa” “Doble pasa” y “No me gusta leer esto.” Todos los candidatos eran de la Universidad de Duke, y para mi conocimiento, éramos la única firma en la ciudad que aceptábamos los solicitantes de pre-leyes y la escuela de leyes con internos pagados.
—No me sentí impresionado por ninguno de los candidatos. —Deslizó los papeles por mi escritorio—. ¿Esta es toda la selección? —No, señor. —Se acercó y puso un montón aún más grande frente a mí—. Esta es la selección entera. ¿Necesita algo más de mí esta mañana?
—¿Además de mi café? —Señalé la taza vacía al final de mi escritorio.
Odiaba tener que recordarle siempre traerlo; no podía funcionar en la mañana sin una taza fresca.
—Lo siento. Ya lo traigo.
Me giré hacia mi ordenador y revisé mis correos, clasificándolos por importancia. Por supuesto, el último email de Alyssa fue lanzado a la cima. Asunto: Obtén más de ti mismo. Gracias por el mensaje con la infantil fotografía del polvo blanco que
había en el exterior de tu condominio esta mañana. En verdad lo aprecio, pero puedo asegurarte que NO es como luce mi vagina por dentro justo ahora. No es que sea de tu incumbencia, pero no necesito acostarme con alguien todos los días para satisfacer mis necesidades. Están BIEN cuidadas con una VARIEDAD de herramientas.
—Alyssa
Asunto: Re: Obtén más de ti mismo. Te envié dos imágenes. Una del polvo blanco y una de un lago seco con animales muertos. ¿La segunda imagen fue más exacta?
La única herramienta que tu coño necesita es mi lengua. Aquí está para
cuando sea que la quieras. Y funciona en una “VARIEDAD” de formas. —Thoreau
—Aquí está, señor Hamilton. —Jessica puso el café en mi escritorio de pronto—. ¿Puedo preguntarle algo?
—No, no puedes.
—Eso pensé —dijo, bajando la voz y mirándome a los ojos—. Sé que esto
es poco profesional, pero necesito una cita para la gala del próximo mes.
—Entonces, encuentra una cita para la gala del próximo mes.
—Esa era mi forma de pedirle que fuera mi cita… Parpadeé. Necesitaba encontrar una forma de decir este “Diablos, no”
muy cuidadosamente. Jessica estaba recién graduada de la universidad, era demasiado joven para mí, trabajaba aquí porque su abuelo comenzó esta firma, y buscaba mucho más de lo que yo estaría dispuesto a dar. La escuché hablar varias veces en los almuerzos de cómo quería casarse antes de tener veinticinco. Aparentemente también quería ser una mamá que se quedara en casa con seis niños, y vivir en una casa de los suburbios.
En otras palabras, estaba malditamente loca.
—Así que, ¿qué dice? —Sonrió. —Intenté no rodar los ojos.
—Jessica… —¿Sí? —Sus ojos se hallaban llenos de esperanza. —Mira, cariño. No solo sería altamente inapropiado para nosotros dos tener cualquier tipo de relación fuera de esta oficina alguna vez, sino que no soy el hombre que buscas. Para nada. Créeme. —¿Ni siquiera por una noche?
—Las palabras “una noche”, en mi libro contienen ciertas expectativas que posiblemente podrías no conocer. Así que, no. Ve a trabajar un poco.
—¿”Una noche” es un código para sexo?
—¿Por qué sigues en mi oficina?
—No se lo diría a nadie si tenemos sexo —susurró—. De hecho he fantaseado con ello desde que nos conocimos. Y, ya que nunca tiene ninguna llamada en el libro de una novia, asumo que está disponible.
—No lo estoy.
—Le vi una vez mientras estaba en el baño… creo que tiene al menos
veintitrés centímetros.
¡¿Qué diablos?! Me encontraba a segundos de grabar esta conversación en mi teléfono y enviársela por correo electrónico a su abuelo.
—Soy muy buena haciendo mamadas —dijo—. He estado haciéndolo desde la secundaria. Todos los chicos a los que se lo hice dijeron que mi boca era maravillosa. —Se mordió el labio.
—¿Hay súper pegamento en mi suelo? ¿Por eso sigues aquí?
—Si fuera mi cita en la gala y termináramos teniendo un buen rato, sería el primer hombre con el que recorrería realmente todo el camino —dejó escapar, sonrojándose—. Sigo siendo virgen allí abajo.
—Entonces, definitivamente no soy hombre para ti. —Rodé los ojos—. Ahora, vete antes de que llame al señor Greenwood y le diga que su preciosa nieta me está ofreciendo chuparme la polla con el café matutino. Sorprendida, sus mejillas se tiñeron de rojo y rápidamente salió por la puerta. Entonces miró por encima de su hombro y me guiño un ojo, malditamente me guiñó un ojo, antes de salir. Inmediatamente tecleé una nota en mi agenda: Encontrar una nueva secretaria, una vieja, casada…
Antes de poder terminar de organizar mi bandeja de entrada, mi móvil
sonó. Alyssa.
—Estoy ocupado —respondí.
—Entonces, ¿por qué respondiste el teléfono?
—Porque el sonido de mi voz te moja.
—Divertido. —Se rio—. ¿Cómo va tu mañana?
—Típica. Mi secretaria se me acaba de insinuar por tercera vez este mes.
—¿Te envió otra nota diciendo “Tú y yo nos pertenecemos” con chocolates?
—No, me ofreció chuparme la polla. —¿Qué? —jadeó—. ¡Estás bromeando!
—Desafortunadamente no. Después de eso me dijo que estaba dispuesta a darme su virginidad. No necesito decir que estaré pegando un anuncio de reemplazo pronto. ¿Alguien de tu oficina que quiera trabajar para mi firma? Le doblaré el salario.
—¿Cómo sabes que mi firma no es mejor que la tuya?
—Porque me llamas y me pides ayuda con casos todo el tiempo, casos tontos y eso. Si tu firma fuera mejor, no tendrías que preguntar.
—Como sea —gruñó—. ¿Ya te rebelaste contra el vagón de citas en línea?
—¿Rebelar? ¿Vagón? —Nunca podría entender sus pequeñas metáforas
del sur—. ¿Qué diablos significa eso?
—Uf, dios… —Suspiró—. Significa que no me pusiste al día sobre tu cita de anoche así que supongo que fue un fracaso, lo que significa que no has dormido con nadie en un mes. Que es un récord para ti.
—Lo es.
—¿Quieres un consejo?
—No, a menos que quieras venir a mi oficina a decírmelo en persona. — Sonreí.
—No, gracias. Hablando de consejos, necesitaré tu ayuda el viernes en la noche.
—¿Con qué?
—Acabo de concertar un gran caso. No he pasado por todos los documentos aún, pero ya sé que están por mi cabeza. Me incliné en mi silla.
—Si es un caso tan grande, podrías traer los
documentos a mi condominio esta noche. Estaría feliz de ayudarte con ellos. Categorizar siempre ha sido mi especialidad.
—¡Ja! Buen intento, pero no lo creo.—Continuó hablando del caso, pero solo la escuchaba a medias. Seguía pareciendo extraño que no quisiera conocerme en persona, que me dejara colgado cada vez que lo sacaba a relucir.
—También… —Seguía divagando—. Probablemente tendría que hacer alguna investigación en esos cambios. No estoy segura de si…
—Dime la verdadera razón por la que no puedo conocerte en persona — la corté.
—¿Qué?
—Nos hemos conocido durante seis meses ya. ¿Por qué no quieres que nos reunamos? Silencio.
—¿Necesitas que repita mi pregunta? —Me levanté y caminé hacia mi puerta, bloqueándola—. ¿Me entendiste?
—Va contra las reglas de LawyerChat…
—A la mierda LawyerChat. —Rodé los ojos—. Va contra las reglas que tú y yo tengamos el número telefónico del otro en primer lugar, que actuemos como malditos adolescentes y nos hagamos venir en el teléfono cada noche, pero nunca discutes por eso.
—Nunca me has hecho venir…
—No mientas.
—No lo has hecho.
—Entonces, la semana pasada cuando dije que quería que montaras mi boca para que pudiera comerme tu coño hasta que te vinieras en mis labios, ¿pretendías respirar con fuerza? Inhaló.
—No, pero…
—Eso pensé. ¿Por qué no nos podemos conocer en persona?
—Porque eso arruinaría nuestra amistad, lo sabes.
—No lo sé.
—Me has dicho que no duermes con la misma mujer dos veces, después de que duermes con alguien, terminaste.
—Nunca he follado a una de mis amigas antes.
—Eso es porque soy la única.
—Soy consciente, pero… —Me detuve, no tenía defensa para eso. El silencio se estableció en la línea, e intenté pensar en otro argumento. Ella habló primero—: Honestamente, no quiero arruinar nuestra relación por una follada sin sentido.
—Te garantizo que tendremos más de una follada sin sentido. Su risa ligera y airosa se coló por la línea, y suspiré, tentando por ver
cómo lucía. No estaba seguro de por qué, pero las últimas semanas había anhelado experimentar su risa cara a cara.
—Ya sabes —siguió—, para un abogado de alto perfil, tienes una boca muy sucia.
—Estarías sorprendida de cuán más sucio puedo ser.
—¿Más sucio de lo que ya he experimentado?
—Mucho más sucio. —Estuve tentando las aguas desde que comenzó esta amistad, aún esperanzado de que algún día nos conociéramos en persona, pero ahora que no lo hacía, no había punto en contenerme—. Supongo que te hablaré esta noche.
—No a menos que encuentres otra cita entre ahora y entonces. Sé que
estarás buscando.
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Sangster
RomanceMi polla tiene un apetito. Un enorme y muy particular apetito: Rubia, con curvas, y preferiblemente no una mentirosa de mierda... (Aunque eso es una historia para otro día). Como abogado de alto perfil, no tengo tiempo para perderlo en relaciones, a...