Lo había hecho, después de haberle prometido que jamás lo haría... Lo había engañado, ¿como llegó a cree siquiera por un segundo en todas sus palabras? Era un imbécil, siempre lo había sido cuando se trataba de mujeres, él creía que ellas eran fragiles, dulces y sinceras. Pero siempre le demostraron que el único fragil, dulce y sincero era él, y eso lo dejaba en el lugar del mayor idiota del universo. Ya estaba cansado de sufrir a causa de ser tan iluso. Cambiaría eso y lo haría de la forma más radical que conocía... Si quería tener bien presente la verdadera forma de ser de las mujeres tendría que ir al lugar donde ellas más se mostraban como eran.
El lugar estaba prácticamente sumido en la oscuridad, si no fuera por algunos veladores diseminados en las paredes y en las mesas que se dispersaban alrededor de la barra y de los mini escenarios no se vería nada en absoluto. Había más clientes de los que esperaba para la diez de la noche, al parecer el local empezaba su jornada laboral bien temprano. Se acerco a la barra y pidió el trago más fuerte que tuviera el lugar, le sirvieron y estuvo tomando sin parar durante diez minutos hasta que una mujer se le acerco y le susurro al oído algo así como un hola. Se volteó para estar frente a ella y la observó detenidamente desde abajo hacia arriba: taco agujas negros cerrados, piernas bronceadas y tonoficadas que daban ganas de recorrerlas con los labios y las manos, un vestido color bronce, que combinaba con el tono de su piel y que no dejaba mucho a la imaginación ya que se ajustaba delicadamente a la curva de sus caderas, de su delgada cintura y de sus firmes y pequeños pechos. Sus hombros y su cuello parecían tan delicados y deliciosos que cualquiera habría empezado a saborearlos ahí mismo, su rostro sútilmente redondeado tenía los labios carnosos y los más deseable que hubiera visto antes, una pequeña nariz común y corriente y unos agatados ojos marrón almendrados, su cabello negro, ondulado en ese momento pero se notaba que ese no era su estado habitual, caía suelto realizando un hermoso marco para su rostro, cuello y hombros. Era realmente hermosa y sí tuviera que haberla descripto con una sola palabra, esta hubiera sido delicada.
Si ella se le hubiera acercado en el super, en la facultad o la calle se hubiera puesto más nervioso que un ratón cerca de un gato, hubiera tartamudeado, empezado a sudar y hubiera hecho el ridículo, eso seguro. Pero no ahí, en ese lugar sabía claramente porque se le acercaria cualquier mujer, ahí ellas estaban para entretenerlo a él y a cualquier hombre que estuviera a la vista y sin un compañante todavía... Pues a eso se dedicaban, a eso y a mucho más dependiendo de los gustos, caprichos y dinero disponible del cliente.
Estaba en un prostivulo al que muchas veces sus amigos lo quisieron traer para que olvidara sus penas o se divirtiera en los momento de ocio. Y la que tenía en frente era una prostituta, dispuesta a todo para hacerlo feliz y que él soltara la pasta. La miró fijamente a los ojos.
- Llevame a un cuarto - le dijo y en sus palabras se notaron los grados de más de alcohol que tenía en la sangre.
- Sígueme - dijo la morena tomandolo de la mano, dandose la vuelta y comenzado a caminar sin que se le fuera la sonrisa que había tenido todo el tiempo en el rostro hasta que entraron a una habitación ubicada en la parte de atrás del local.
Trabo la puerta con seguro mientras él se quedaba parado en medio de la habitación que no era muy grande, aunque si estaba decorada según su utilidad, pues desde la alfombra hasta el cubrecama todo era rojo, escépto los muebles de madera, que eran realmente pocos. En esa habitación sin contar la cama, sólo había dos mesitas de luz a los costados de está, veladores de pie en cada esquina de la habitación proporcionando la única iluminación y dando al lugar un ambiente íntimo y una puerta en la pared opuesta a la de la cama que llevaba al baño que había para comodidad del cliente.
- Todas las habitaciónes son rojas aquí?? - pregunto sin interés real.
- No, cada habitación tiene un color diferente dependiendo de la chica al que pertenezca, es para definir de quién es cada cuarto y así no allá problemas por el espacio - dijo la morena todavía de espaldas a él y con la frente apoyada en la puerta. Ella sabía exactamente quién era él pero al parecer él no la recordaba a ella, pero era mejor así, así no veía en lo que se había convertido y no tendría pena de ella.
Al final se volteó y se dirigió hacia él de forma provocativa y le rodeo el cuello con sus delgados brazos.
- Que quieres hacer? - pregunto dulcemente.
Sin mediar palabras con chica se adelanto los poco centímetros que los separaban, la sujeto de la nuca con la mano derecha y de la cintura con la izquierda y la beso de una forma brutal, diriase hambrienta y apasionada quién los viera, pero los que estaban realizando el acto sabían que era algo que igualaba a un golpe, un golpe que servia para descargar toda la frustración, el dolor, la desilusión y la incredulidad que sentía en eso momentos. Y en contra de lo que él había pensado que haría, la chica le correspondió el beso todo el tiempo y de la misma forma, se dio cuenta de esto cuando logro despejar su mente de todo lo que lo aquejaba, después de algunos minutos, y aún la besaba sólo que ahora de un forma más tierna, entonces comenzó a conducirla hacia la cama y la recosto sutilmente sin separar sus labios aún y con todo el cuidado del mundo se recosto encima de ella y empezó a acariciar sus muslos levantando el vestido a medida que sus manos subían y entonces se detuvo por primera ves el beso desde que había comenzado para que pudiera terminar de sacarle el vestido y comenzó a atacar todo el resto de su cuerpo hasta que estuviera satisfecho consigo mismo.
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El camino a elegir
RandomRelaciones que terminan, que empiezan, que se cruzan y que continúan. Sebastian acaba de terminar, de forma muy dolorosa para él, la relación que tenia. Por su mejor amigo Alejandro, inseparable desde la primaria, decide tener un estilo diferente de...