Begin ✦ Jeon Jungkook - Kim Taehyung

Once: Conexiones.

Algo tan pequeño como el aleteo de una mariposa es capaz de cambiar los acontecimientos de la historia. Esa es, básicamente, la teoría del caos, a pesar de que muchas veces se la compara con la simple relación entre causas y efectos. Y a veces pretendemos dominar esa relación, nos creemos capaces de predecir todos los posibles resultados de nuestro proceder, usufructuando al máximo nuestro libre albedrío, pero, ¿realmente podemos controlar el aleteo de una mariposa?.

30 de Diciembre de 2019

Como suele suceder, los planes y los acontecimientos no siempre se corresponden. Y por más que algunos día ella despertara convencida de que su cuerpo había abandonado por completo aquel pozo, habían otros en los que se sentía más adentro que nunca.

Como lo había hecho muchas veces a lo largo de su vida, Nara se saboteaba a si misma, y ese día por supuesto que no iba a ser la excepción, porque era además el cumpleaños de Taehyung. El 30 de diciembre de los últimos cuatro años habían sido, sin falta, tortuosos. Y quien ignoraba este hecho era Jungkook. Desde que habían comenzado a salir formalmente él se había limitado a conocer de aquel chico solo lo que Nara había decidido contarle. Y ella, por consideración, evitaba hablar de él aunque lo llevara en su mente muchas veces. Sin saber aquello fue que ese mismo día Jungkook había organizado una sencilla cena en casa de su madre, a la que Nara estaba invitada y en la que pensaba presentarlas por fin; por esa razón también, fue que ella decidió ocultar el hecho de que iría a visitar a Taehyung, y aceptó la invitación sin decir más.

Salió de la editorial un par de horas antes con el permiso de la señora Lim, y tomó el tren en la estación Dongdaegu a las 2 de la tarde. En dos horas estaría en Daegu, y tomando el tren de regreso a las 6 podría llegar a tiempo a la cena. Pero, otra vez, los planes y los acontecimientos no siempre se corresponden.

Al poner un pie en Daegu, la tristeza se apoderó de ella como no lo hacía en mucho tiempo, y aquello empeoró aún más en cuanto entró al panteón. Las flores frescas e inciensos recién consumidos adornaban su recinto, y una amarga sonrisa se disperso por sus labios al imaginar a los Kim allí, seguramente a primera hora de la mañana. Sintió la imperiosa necesidad de verlos, de sentir un abrazo de aquella mujer, que muchas veces había ocupado el rol de su madre. Pero rápidamente rechazo la idea, porque parecía cada vez que los veía les causaba dolor, aunque ellos siempre le devolvieran una sonrisa y palabras dulces, tal vez Taehyung estaba tan impreso en ella que era imposible ver a Nara y no sentir nostalgia.

Dejó sus flores, prendió su incienso y dejó también una pequeña estampa, la había conseguido en una visita a una galería, una diminuta replica de la noche estrellada de Vincent Van Gogh, su favorita. Se sentó en el piso, de cara a aquello, y observo fijamente la fotografía de Taehyung. Su gran y particular sonrisa que curvaba sus labios de una forma adorable y mostraba sus dos hileras de blancos dientes, sus grandes ojos que continuaban siéndolo aun cuando sus mejillas elevadas intentaban ocultarlos.-Feliz cumpleaños querido Tae.-Lo extrañaba de forma demencial, aún casi cinco años después, daría lo que fuera por escucharlo otra vez, su profunda voz en su oído, su risa, daría lo que fuera por unos segundos a su lado, por tan solo una caricia de aquellos largos dedos. Los recuerdos comenzaron a torturarla, sentada allí, en el piso de aquel panteón, Nara volvía hacerse daño a si misma, su mente le tendía trampas otra vez. Las lagrimas caían de sus ojos abiertos fijamente, mientras pensaba que nunca podría levantarse de aquel lugar y salir entera de allí. Ya no existía entera. Y una vez más, Nara deseo haber sido ella y no él. La culpa la consumió, la culpa por haberlo hecho salir de su casa aquella noche lluviosa, la culpa por sus últimas palabras, la culpa por intentar seguir con su vida. ¿Podría algún día seguir con su vida?.