El cumpleaños de Jongin siempre había sido algo normal, a consecuencia de que al chico moreno no le gustasen las fiestas, sin embargo, aquel día el universitario no pudo controlar los impulsos vehementes de sus amigos, por lo que, en vez de que aquella fecha la pasara como todos los años anteriores, él se encontraba sumido en una gran fiesta que sus mejores amigos le habían organizado. Podía ver, con cierto horror y asco, que había personas que ni siquiera parecían estar en sus cabales después de haber ingerido drogas que él ni siquiera sabía que traían; en definitiva eso se estaba saliendo de control, no obstante, no podía decirles a todos que se fueran, hasta dudaba que le escucharan siquiera.
Pudo ver, desde la lejanía, que uno de sus amigos, Baekhyun, se encontraba más que ebrio y bailando sobre la barra de bebidas, mientras que un tipo alto que no conocía le aplaudía y le echaba porras. Admiraba hasta cierto punto la desfachatez y demencia de su mejor amigo para realizar eso, pero por otra parte su lado racional le decía una y otra vez que aquello era más que malo, ya que sabía que acabaría con una resaca horrible y sus recuerdos borrados. Se dio la vuelta para ignorar a su amigo, quien había comenzado a hacerle señas y como si lo estuviese jalando con una cuerda obviamente invisible.
Cuando llegó a la cocina de la casa de su amigo Jongdae, el más traviesillo y pervertido de su grupo de amigos, pudo divisar a éste coqueteándole a un chico que no conoció ni por los frenos que tenía en la boca. Supuso, como siempre que le veía con algún chico de la facultad, que era el chico del que siempre estaba hablando; parecía estar enamorado de aquel joven bajito de cabellos azules.
Se sirvió agua en un vaso de cristal, intentando aligerar esa sensación de quietud que estaba sintiendo de repente. Por eso a él no le gustaba hacer fiestas, porque sabía con exactitud que sus amigos los sin-escrúpulos harían cosas de tal magnitud, sin embargo, él había pensado que justamente, sólo por ser su cumpleaños y la fiesta a su honor, tendrían al menos más vergüenza de hacer algo como eso. Tomó un gran sorbo de agua que se había servido, notando cómo su garganta tenía una textura pastosa que siempre le acompañaba en momentos incómodos y sinvergüenzas.
Optó por salir a los extensos jardínes que poseía la casa de su amigo Jongdae, en un intento de conseguir aire fresco y no contaminado de humo que yacía flotando por la estancia entera. Una vez que hubo abierto las puertas del balcón del cuarto de huéspedes ―a el cual tardó mucho en llegar a causa del gran bullicio que había en el salón― pudo sentir cómo el aire fresco llenaba sus pulmones y le hacía entrar en un sopor de serenidad y alivio.
Ver a la luna flotando, ahí, calma y brillante, le hacía soltar un suspiro con deje un tanto romántico; cómo le gustaría que estuviera con él aquel amor platónico que le había nacido hace unos pocos días, o tal vez horas, pero es que desde que lo había conocido se le había perdido la noción entera del tiempo. Como si sus plegarias fuesen escuchadas por la luna, escuchó que alguien entraba y se digiría a donde Jongin se encontraba. Primero pensó que se trataba de su amigo Jongdae, o de Baekhyun ―el cual se encontraba tan borracho que tal vez ni sabía lo que hacía―, ya que no quería creer que hubiese sido una casualidad de que la persona en la que había estado pensando en ese corto periodo de tiempo se hubiese aparecido así de la nada, como si la luna en verdad hubiera leído o visto sus pensamientos, pero se equivocaba; en verdad sí se trataba de él, aquel chico de cabellos castaños que le había gritado una tontería antes de abandonar la biblioteca por completo... aquel chico que se había convertido en su amor platónico al tan sólo recuerdo de sus labios rozando los ajenos.
―J-Jongin... n-no p-pensé que e-estarías aquí ―tartamudeó el chico al ver la figura delgada pero fornida del moreno apoyada contra la barandilla de mármol. El mencionado volteó, sonriendo ampliamente al ver de quién se trataba.
Jongin pudo ver que Kyungsoo se quiso escabullir de ahí, largando un 'me voy', no obstante, no lo permitió, cosa que hizo que su mano estuviera en contacto con la delicada muñeca del contrario. Pudo notar de inmediato la mirada sorprendida del más bajito sobre él, mientras admiraba con orgullo que las mejillas del chico se habían coloreado de un hermoso color carmín.
―No te vayas ―rogó a Kyungsoo con voz firme pero dulce. Cuando vio que el castaño anaranjado se encontraba dubitativo, añadió―: Es mi cumpleaños... por favor, te lo pido...
Los orbes dorados del chico reflejados contra el cristal de los lentes de botella parecieron mirarle con inseguridad, no obstante, terminó cediendo ante la mirada atenta y expectante del moreno. Jongin sonrió, comenzando a jalar al de tez pálida con delicadeza hacia sí, posicionándose en la antigua posición que había adoptado; Kyungsoo sólo le miró, maravillado, y admirando cómo el contrario yacía mirando a la luna con deje soñador.
Ciertamente Jongin podía percibir la tenue incomodidad que sentía el bajito en esa situación, ya que, se dijo, tal vez aún recordaba lo que él mismo le había gritado antes de irse corriendo de la biblioteca. De todos modos, no le prestó atención, puesto que él obtendría aquel beso sí o sí.
―La luna es muy bonita ―largó el moreno con aire de esperanza. Posó su mirada en el chico que se encontraba al lado de él―, al igual que tú.
Si bien el sonrojo de Kyungsoo había desaparecido, éste volvió a aparecer, pero esta vez todo su lindo rostro estaba rojo, haciendo que el más alto casi muriera de ternura.
―N-no d-digas c-cosas así ―dijo avergonzado. Desvió la mirada hacia el piso.
―¿Por qué no? Es la verdad. ―Los ojitos dorados del bajito parecieron centellear ante lo dicho por el moreno, no obstante, aún así lucían avergonzados hasta cierto punto, ya que por el otro lado parecían irradiar cariño hacia el remitente del mensaje.
Estuvieron en silencio por un largo rato, aunque ciertamente no se les hacía incómodo; más bien era un silencio que se palpaba ya de por sí necesario, para poder dejar ser sus sentimientos y que sus cuerpos se juntaran sin ser necesariamente un fenómeno físico. Jongin sonrió para sus adentros cuando sintió la frente de Kyungsoo contra su hombro.
Volteó a ver al chico pálido y de cabellos rojizos, para encontrarse con la vista más tierna que sus ojos podían admirar: su vista desviada hacia el suelo, cuerpo tenso pero flojito, y un adorable sonrojo que se impregnaba también en su cuello y en todas las partes visibles de su piel. Tal vez para otros ésta vista les resultaba algo ordinaria, e inclusive normal, pero para Jongin, que tenía como amor platónico al de cabellos rojizos, era algo sumamente hermoso, sinigual, que sin lugar a dudas le gustaría ver en los años venideros.
Posó su palma sobre la tersa mejilla de Kyungsoo, acariciándola con suavidad. El bajito levantó su mirada hacia los orbes oscuros del moreno, posando momentos después su manita ―que no era tan pequeña después de todo―sobre la de Jongin, restregando su rostro contra la mano del contrario con delicadeza. Midiendo la situación, el más alto tomó la muñeca del contrario y lo jaló para el centro, acorralándolo contra su pecho y la barra del balcón. Kyungsoo posicionó su cabeza contra el pecho de Jongin, ocultando su rostro de la vista cariñosa del tipo alto.
Sintió un resoplido en la coronilla, para luego sentir la poderosa mano del hombre atrapar su barbilla y alzarla, todo para que sus miradas se engancharan.
―Aún no me das mi regalo de cumpleaños ―le reclamó juguetón, impregnando su mirada de diversión.
―N-no r-reclames si no sé b-besar.
―¿Por qué debería de...?
Pero algo le interrumpió, y fue algo que le sorprendió, mas fue algo que le gustó.
Los primeros segundos él dejó que Kyungsoo tuviera las riendas del beso, sin embargo, tuvo que ayudarle cuando el chico castaño anaranjado se hacía agua entre sus brazos, ya que había perdido la fuerza en las piernas, y desde ese momento Jongin fue el que tuvo las riendas del beso, profundizándolo tanto que el bajito soltó un gemido inconsciente que fue amortiguado por los labios carnosos del alto.
―Te quiero ―declaró Jongin una vez que se separaron del beso, rozando la mejilla del contrario con la yema de sus dedos. La cara de Kyungsoo enrojeció, contrastando con su color de cabello.
―Y-yo también. ―Jongin sonrió.
Fue a la luz de la luna como ellos sellaron su amor, siendo ella la única testigo de aquella velada en la azotea.
Y, al final, Jongin recibió aquel beso sabor miel que tanto hanía anhelado.
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Besitos sabor miel ❥Kaisoo (two-shot)
FanfictionEl cumpleaños de Jongin, un universitario en proceso de conseguir su carrera, estaba cerca, y sus amigos habían decidido hacerle una gran fiesta, pero lo único que Jongin más anhelaba era que Kyungsoo, el nerd de la Universidad, le diera uno de sus...