Bueno, antes de que lo leáis, deciros que es mi primer dramione y no gran cosa. Lo escribo como regalo de cumple de NaiaHudson (eh, leer su fic, esta muy guay), y bueno, que te quero mucho guapa :)
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Una chica de pelo rizado y ojos marrones paseaba sola por un bosque. Se sentía sola. Su mejor amigo se estaba separando de ella y el chico del que estaba enamorada la menospreciaba. Harta de oírse pensar, dio un puñetazo a un árbol y se puso a correr, hirviendo de rabia.
Cuando volvió a levantar la mirada, un castillo se imponía sobre ella. Era su hogar, pero no se sentía a salvo dentro. Últimamente todo había ido empeorando. Cada vez que entraba sentía que quería desaparecer. Aun así, cruzando la gran entrada y subiendo más y más escaleras llegó a su cama. Se tumbó boca abajo y siguió llorando.
De pronto vio algo extraño encima de su almohada y se asustó. Era una chica precavida y los últimos días no tocaba nada por miedo a ser embrujada, pero la rosa negra que allí descansaba no parecía peligrosa. Se acercó y la olió. Sintió entonces un aire caliente en su interior, y un cariño profundo hacia la persona que hubiese dejado eso allí. La había hecho sentirse única.
En el otro lado del castillo, una sombra vigilaba todos los movimientos de la chica. Tenía las manos llenas de cortes por haber cogido la rosa más bonita, y la más inalcanzable. En sus ojos se notaba paz. El pelo rubio, casi blanco, le caía por los lados de la cara y vestía de negro, lo que le daba un aspecto de lo más siniestro.
Sin embargo, el susurro que se oyó solo podía desmentir todo lo malo. Dijo: "Sí, eres tan inalcanzable como esa rosa. Al menos saca tus espinas y no dejes que ni yo mismo te haga daño. Te quiero, maldita sea, al menos intenta ser feliz, aunque sea a costa de no conocerme"
El suspiro que soltó después oscureció el cristal, que no pudo ocultar del todo a la chica, que aún buscaba la forma de encontrar sus espinas, mirando fijamente como salían unos pocos rayos de sol entre las nubes.