Juan se disponía a salir de su casa, temprano como siempre a la misma hora y al mismo lugar, con el mismo propósito y el mismo peinado. Llamó a Kira, su perra, para que se acercara hacia él con sus patas peludas, nótese que Juan también las tiene peludas y así ambos se encaminaron a dar el paseo matutino. Bajó los tres pisos de su torre y se rasco la espalda mientras dejaba que Kira paseara como quisiera, con su observación, distraído, se acarició el bozo y miró a un punto no específico mientras pensaba en lo que Sabia, su madre, haría para el desayuno. De vuelta en la realidad cayó en cuenta de que sus ojos estaban fijados en un tipo con correa de aproximadamente dieciocho años y no fue algo sorprendente para él, pues su hermana acostumbrada a hacer lo mismo con él de pequeño. Lo que sí le fue preocupante era que su perra empezó a ladrarle al tipo con correa y él regresó el ladrido amenazante.
Corrió a ayudar al tipo y a resolver con quien lo llevaba de la correa, pues al parecer Kira amenazaba con morder el pezón del muchacho. Se acercó al joven de baja estatura que lo llevaba, gordo, rubio y casi sin cejas quien estaba muy tranquilo viendo las flores posadas en un pequeño jardín de una de las casas del barrio.
Ya a la distancia perfecta para que lo escuchara el joven gritó:—¡Basta de contenerme!— expulsó con una voz muy chillona y empezó a correr por todo el parque.
Su familia salió de la casa impaciente, pues el chico gordo estaba enloqueciendo y corría en dirección a la piscina.—¡Alejandro! Alejandro se va a morir Tata—gritó el "perro"— ¡Rápido que estoy en posición de perro y no puedo ayudar!
—¡Siempre con la misma pendejada!—gritó, al parecer, Tata, una mujer que medía 1,90 con audífonos marca Nike y un uniforme de baloncesto, con tacones en la mano y descalza.
—¿Dónde está Valeria? Que si se nos cae a la piscina se nos ahoga el muchacho.Juan recordó que en su infancia su tío lo obligaba a nadar con él en el acuario que tenía su abuela, ella no mantenía en casa pues compartía un romance aventurero con un joven guitarrista de pensamiento comunista, por lo que su vida consistía en viajar pueblo a pueblo metiéndole ideales erróneos a la pobre gente que se tragaba cualquier cosa.
Pero él no se sentía capaz de entrar a la piscina y menos por salvar a un extraño que seguramente tenía pensamientos mórbidos.—¡Ya se va a caer a la piscina!—seguía gritando Tata con desespero.
Sin pensarlo más, Juan tiró a Kira a la piscina para que Alejandro cayera sobre ella, pero no funcionó. Kira salió disparada hacia en inflable de Spiderman que estaba rodeado de tarros marca San Antonio, ardientes en llamas para que ningún niño osara a entrar. La situación era frustrante, pues estaba entre salvar al desconocido o salvar a su compañera leal y peluda, como sus piernas.
Continuará...