Pasos apurados, respiración entrecortada, repetidas miradas sobre el hombro. Un hombre y un ángel, en cuerpo de hombre, corren por sus vidas. Estaban siendo perseguidos por alguien cercano a uno de ellos, alguien malvado y con sed de sangre.
Se estaba acercando. Los estaba alcanzando. Podían ver como si su vida pasaba frente a ellos, y la de uno de los dos era bastante larga.
“¡Se está acercando!”, dijo el hombre, asustado. “Nos alcanzará” agregó.
El ángel se detuvo, y su pareja lo miró confuso ¿Por qué se había detenido? Estaban corriendo por sus vidas. En cualquier segundo los alcanzará.
“No te preocupes Samwich. Yo lo detengo”, el ángel se acercó a su pareja y le dió un beso con amor, un beso lleno de dolor, porque era un beso de despedida. “Tu corre a casa, ponte a salvo, te amo”.
“¡Pero Gabe! Te matará, no puedo con eso, ¡por favor!”, Sam rogaba, no quería dejar ir a su pareja, no de nuevo.
“¡Solo corre! Si te quedas nos atrapará a ambos. Hazlo por mi, vive y luego lucha… Por mi.” Gabriel le lanzó un beso en el aire mientras veía correr a su pareja. Se le partía el corazón, pero era lo mejor.
“Aww, que tierno, se me derrite el corazón”, se escuchó una voz burlona y a Gabriel se le pusieron los pelos de punta. “Sabes que después de matarte a ti iré por el, ¿cierto?”
“No si yo puedo evitarlo” dijo mientras abría sus alas y sus ojos brillaban. Las alas grandes de Gabriel se reflejaban en atrás suyo como sombras y se oían truenos.
“¿Se supone que tengo que asustarme?” dice su hermano, aunque no lo considere como tal. Para Gabriel todo sería mejor si él no fuera su hermano. No le importaría dejar de ser un ángel, o nunca haberlo sido, con tal de poder estar con su pareja.
El arcángel enemigo fingió estar asustado, solo para jugar con él. Todo en su vida era burlarse de otros. “¡Uy, sí! Tengo tanto miedo. El majestuoso arcángel Gabriel, también conocido como diabetes rubia, acaba de desplegar sus alas y quiere acabar conmigo.”
Ignorando todas las burlas del mayor, el rubio sacó su espada plateada y se dispuso a pelear. “Esto es por ti, mi amado alce”, murmuró y se tiró encima de su hermano.
Lucifer detuvo el ataque de Gabriel como si de un ángel cualquiera se tratase, le quitó la espada y la lanzó lejos. Con una sonrisa burlona en la cara se acercó al ángel que estaba retrocediendo por su vida. Gabriel chocó contra la pared y el miedo se apoderó de él, iba a morir, nunca más vería a su Sam de nuevo. Dejaría a su alce y nunca más volvería.
El ángel caído tomó su espada y con cara de aburrido la enterró en el pecho del segundo ángel. Y este, en vez de gritar por el dolor físico, gritó “Sammy!” alargando la palabra lo más posible mientras luz salía de sus ojos y su boca.
Pateó el cadáver del arcángel, o su recipiente, admiro las quemaduras en la pared con la forma de sus alas y sonrió. Había matado a gabriel, Michael estaba en la jaula esperando y Rafael había muerto hace tiempo. Él era el último arcángel activo, por así decirlo, ya que Michael estaba prácticamente muerto.
Y ahora que Gabriel estaba muerto iba a cumplir la promesa que le había hecho antes de morir, iría tras Sam.
Sam estaba llegando a una casa que tenían en un campo. No les gustaba la ciudad y el lugar proveía un ambiente tranquilo para la pareja. El lugar también tenía una habitación de pánico, gracias fin de semana libre de Bobby. Aunque nadie iba allí porque no necesitaba protegerse de nada si tenía a su ángel guardián a su lado. Pero ya no lo tenía, y si tenía suerte lucifer no lo torturó y lo mató rápidamente. Sam ya había aceptado que su pareja había muerto y que tenía que volver con su familia a luchar en su nombre.
Mientras recogía las cosas que necesitaría para escapar y meterse en la fortaleza que tenía aparte la casa, escuchó que la puerta se abría estruendosamente. Sabía que no era Gabriel, pero no podía esperar sentir un poco de esperanza. Podía ser Lucifer que venía a matarlo, como podía ser su familia que venía a rescatarlo.
Toda esperanza se esfumó cuando vio al arcángel de ojos que brillan rojo, era Lucifer, el que había matado a su pareja y planeaba matarlo a él.
Intentó salir corriendo, pero el ángel usó sus poderes manteniéndolo contra la pared.“¿Sabes que con esta misma espada maté a tu amado Gabriel?”, lo molestaba mientras sacaba su espada plateada cubierta de sangre del recipiente del arcángel. “Y ahora te matará a ti. Morirás con parte de su sangre en tu corazón. Casi suena poético.”
Sam cerró los ojos pensando en que iría al cielo y ahí, si tenía suerte, se encontraría con su amado ángel. La razón le decía que los ángeles no tienen un alma que tu al matarlos vaya al cielo. Pero no le importaba, mandó bien lejos a la razón y se quedó con su corazón. Y este le decía que se encontraría con Gabriel.
Una espada atravesó su cuerpo, su cuerpo brillo por dentro, y cayó al suelo. Había muerto. Lucifer había muerto. Cuando cayó el cuerpo se pudo ver a un rubio detrás. El arcángel había vuelto.
“¡Gabe! ¿En verdad eres tú?” dijo Sam, a quien empezaban a salir lágrimas de los ojos. No podía creerlo.” Te extrañé tanto, creí que te había matado. ¿Cómo sobreviviste a Lucifer?”. Tantas preguntas que quería hacer, y tantas que no hacía porque la mayoría se responden con solo mirarlo. Estaba feliz, esas eran lágrimas de felicidad.
“Tranquilo bebé, ya estoy aquí. Todo va a estar bien.”, lo calmó Gabriel. Lo abrazo y le acarició la espalda.
Gabriel le dijo que tenían que escapar de todos modos porque otros ángeles o demonios podrían venir tras ellos. Así que agarraron las bolsas que Sam estaba preparando antes de que llegara Lucifer y se fueron de la casa.
Se van por la carretera en auto y de noche acampan mientras Gabriel se mantiene vigilando, ya que no necesita dormir.
Hacen una fogata y aprovechan los momentos en los que están juntos. Riéndose, molestandose, besándose, etc.“¿Gabe?” Sam llama la atención de su pareja y esta le miró y se acercó. Se podía notar que estaba a punto de ir algo que no le gustaba.
“¿Qué ocurre amor?” le pregunta con un tono leve de preocupación.
“Gracias por todo nuestro tiempo juntos…”, empieza su discurso, “He disfrutado estar contigo siempre, incluso cuando no lo parecía. Me partió el corazón dejarte allá solo con Lucifer.” Sam acerca su rostro al de su pareja y le da un beso cargado de amor y dolor, como el que le dio antes de huir del ángel caído. “Te amo con toda y mi alma, y por eso me duele tanto que ya no estés conmigo. Y que todo esto solo sea una dolorosa ilusión de lo que nunca más tendré.”
Sam puso su mano en la mejilla de su pareja, le sonrío con mucho dolor, y aún más cuando vio que él se desvanecía en el aire con una sonrisa con dolor, pero también con amor. Y junto con él, todo desaparecía.
Pueden comentar si algo no les gustó, está mal escrito o fuera de personaje. Así puedo mejorar y escribo mejor para la próxima. Gracias.
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Huye
FanfictionUn arcángel con un gusto especial por los dulces, rubio y bajo corre al lado de un hombre alto y enamorado. La pareja siendo perseguida por el hermano de uno de ellos. Otro arcángel, pero a la vez un ángel caído. "Moriré por ti" "Mataré por ti" "Mo...