«Me recuerdo de pequeño entre tus brazos, quiero sanarme, perdonar; dar ése paso.»
—Las lágrimas no ayudan, Cevlade.
(...)
Tengo frío, estoy empapado con la lluvia.
Mi madre me ha dejado, ha bajado del automóvil en medio de la autopista, no conozco éste sitio. ¿Dónde estoy? Veo bosques alrededor, árboles. Ella se bajó, me dio un beso en la frente y me dijo "Estarás bien, lo siento mucho".
Mami, ¿Por qué llorabas?
Me hiciste sentir que algo se quebrantaba. Algo se iba a romper y yo no podría pegarlo.
¿Dónde estoy?
¿Dónde están todos?
Hace frío, es de noche, los extraño. He caminado, traté de correr detrás del auto. Mami, ¿Ensucié el auto de nuevo? ¿Es por eso que me estás castigando?
Lo siento, perdón. Lo lamento mucho, pero no te vayas.
Me siento solo, estoy triste. No quiero seguir caminando. He tratado de buscar comida, pero extraño la que me servías. En el basurero hay gente extraña, no quiero que me hagan daño pero pienso que podrían ayudarme. Trato de hablarles pero no me dejan, me interrumpen y me tratan de golpear con piedras. No puedo pedirles ayuda para encontrarte.
Creo que tal vez debí quedarme donde me dejaste. Volveré madre, sé que tú volverás también.
Extraño tus caricias, es de día, no vuelves y tengo hambre. ¿La familia sabrá ya que estoy solo? ¿Me estarán buscando? Tommy debe estar buscándome, y yo debería despertarlo.
No lo entiendo, ¿Hice algo mal?
¿Qué pude haber hecho?
Tengo tanta hambre.
Volví al basurero madre, para ti era una zona prohibida, ¿Por qué ahora tengo que comer allí?
Te juro que no lo entiendo.
Las personas me ven y lo hacen con asco.
¿Por qué? Si antes todos me miraban con amor. De seguro es porque no estás a mi lado, sonriendo, diciendo con tu voz que la vida es hermosa.
Ahora todo ha desaparecido.
De un día para otro, creo que rompí algo muy valioso para ti, como para que me estés castigando tan fuerte.
Lo siento, mami. No lo haré más, te lo prometo. ¿Podrías volver? ¿Es esta una broma? Te extraño, te quiero, y ya no estás.
¡Espera!
Acabo de ver el auto, se acerca, viene para acá. Es azul como el tuyo, ¡Ya viniste!
¡Eres tú!
¡Viniste!
¿Mami?
¡Detente!
¡Soy yo!
¡Soy yo!
¡Mírame!
¡Voy hacia tí!
¡Madr...!
(...)
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?»
—Salmos 22:1, Jesús de Nazaret.