Capítulo 3

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     Mi habitación está oscura, no se oye nada ni a nadie, de repente se escucha un grito que aparentemente viene de fuera, un llanto, parece que es mi madre. Me levanto a toda prisa, y me dirijo a la puerta, una intensa luz aparece por debajo de esta. Agarro el pomo, y lo giro e intento abrirla, pero no puedo, tiro con todas mis fuerzas hacia atrás, y me es imposible, no se mueve ni un milímetro. Se sigue oyendo los llantos de mi madre, y golpeo la puerta.

_A_ ¡Mama!_grito con todas mis fuerzas_ ¡No puedo abrir! ¿Estás bien?

Cada vez se oye el grito más lejos, ahora son de mi papá. ¿Por qué lloran? Sigo golpeando con todas mis fuerzas la puerta, mis manos me sangran. Una gota recorre mi brazo hasta resbalar por la punta de mis dedos y caer al suelo.

Miro hacia arriba y todo comienza a dar vueltas, hasta que caigo al suelo, y todo quedó en silencio.

_D_ Despierta, despierta_ Oigo una voz de mujer que me llama... ¿Patricia?

Abro los ojos y hay una luz segadora que me hace cerrarlos de nuevo.

_A_ ¿Patricia eres tu?

Me pongo la mano en los ojos y vuelvo a abrirlos, ya veo algo más, estoy... ¿en un campo de rosas?... rodeada de chicas, lo sé por sus figuras porque no alcanzo a ver el rostro a ninguna.

Se agarran de las manos y comienzan a dar vueltas en círculos.

Del cielo empiezan a caer rosas y más rosas, al principio sonreía, pero ya estaban cayendo demasiadas, me agobiaba, quería que pararan, gritaba que pararan, pero no lo hacían y cada vez daban las vueltas más rápidos y caían más rosas, ya estaba medio cuerpo cubierto y no podía mover de cintura para abajo. El nivel seguía subiendo, hasta que cubrió mi cabeza, me faltaba el aire, no podía respirar, agitaba las manos e intentaba andar en alguna dirección pero no podía,...

_M_ Cariño, ¿estás bien?

Me duele la cabeza, y tengo mucho calor, el sudor baja mi frente, intento levantarme, pero la mano de mi madre me lo impide, y vuelvo a caer de espalda.

_A_ ¿Qué pasa?

_M_ Llevas toda la noche con fiebre, ya llamé al colegio avisando de que no ibas.

Miré a mi madre antes de cerrar los ojos, estaba cansada, muy cansada, los párpados me pesaban mucho, todo mi cuerpo me pesaba, sentía la cabeza como si fuese a reventarme, me dolía mucho, y tenía mucho calor, todo me ardía.

_A_ Abre la ventana, tengo calor.

_M_ Mi amor, si estás temblando. Quédate aquí acabo de oír la puerta, tiene que ser el doctor.

Mi madre salió por la puerta y apareció al poco tiempo con un hombre con bata blanca. Me puso el termómetro y salió con mi madre para fuera. Ya no lo vi más...

Mi madre entro al ratito, el doctor me mandó un tratamiento para que me bajara la fiebre, me tomé la pastilla que me dejó adormilada. Mi madre venía cada ratito a verme, a pesar de que estaba haciendo el almuerzo y recogiendo la casa. Yo me sentía cansada, y estaba medio dormida, me dolía la cabeza demasiado, y de apoco me volví a quedar dormida.

Me despierto unas horas más tarde con la voz de mi madre que me llama dulcemente, es hora de la pastilla. Mi dormitorio está oscuro, las persianas abajo y las cortinas corridas. Me pone el termómetro y tengo un poco de fiebre, cierro los ojos un poco y mi madre baja, supongo que a coger toallitas húmedas o algo para bajarme la fiebre. Me duele la cabeza de nuevo, y cierro los ojos.

A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora