Prólogo

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Hoy empezaba mi quinto año en Howgarts. Mi madre se levantó temprano, siempre se alteraba el primer día de clases, ya que estaba obsesionada con la puntualidad, digamos que..yo no heredé eso de ella.

Luego de ordenar mis cosas y que mi padrino levantará su culo de la cama, partimos hacía la estación 9¾.

Estaba ansioso por otro año, el anterior había estado de lujo y esté sería diez veces mejor, sobretodo porque las chicas se desarrollaban el doble durante el verano. Justo cuando pensé en eso, mi padrino; Sirius, se inclina en mi dirección mientras nos dirigíamos a la estación.

—Pss chico.. —me susurra cerca del oído tratando de actuar con cautela para que mi madre no note nuestra platica.

—¿Qué?

—¿A quién este año, eh? —me pregunta ya en voz alta al ver que mi mamá se va a saludar a su amiga; Molly Weasley. Mi papá nos escucha y se gira hacia nosotros con ojos inquisitivos.

—Estaba pensando en Cho Chang.. aunque me conoces, no será la única —respondí sonriendoles de lado.

—¿La asiática? —pregunta mi padre.

—Sí, y es china por cierto..

Mi padre chasqueó la lengua.

—¿Pasa algo? —inquirí luego de persibir una extraña mirada fugaz entre ambos.

—Yo que tú me empezaría a fijar en las pelirojas —exclamó mi padre con aires de sabiduría.

—¿Las pelirrojas?

—¿No conoces la maldición Potter, Harry?

—Mmm...no

—Verás Harry.. todo Potter tienen una pelirroja, por generaciones todas las señoras Potter eran pelirrojas y tú no puedes ser la excepción —explicó mi papá.

—¡Vaya!..entonces..¿con quien? —pregunte.

—Una peliroja sexy —dijo Sirius—Con carácter fuerte.

—Creo que no conozco ninguna.

—¿Que tal la chica Weasley? —pregunto mi padre—Ella es peliroja y si es una Weasley su carácter debe ser fuerte.

—Pero ella tiene como diez años —me quejé.

Sirius largo una carcajada y yo lo mire sin comprender, él, al notar mi mirada me agarró del hombro y me giró.

A unos 5 metros estaba la chica más hermosa que había visto, tenía un larga cabellera color fuego que le llegaba casi a la cadera, unos labios carnosos del color más rosa que había visto en mi vida, unos ojos miel brillantes y en la nariz como por debajo de los ojos, unas pecas que le daban un toque adorable pero a la vez sexy. Me la quedé mirando y sin despegar la vista de ella exclamé:

—¿¡Pe-pero que le pasó!?

—Creció, hijo.

—Ella, ¡definitivamente ella! —exclamé eufórico.

Vida//Harry & Ginny ❥ [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora