Era una noche tranquila, estaba recostada en mi cama tratando de dormir sin éxito, mi querida gata estaba corriendo y saltando de un lugar a otro, debía gritarle debes en cuanto que se quedara quieta, totalmente en vano, ya que no me hacia caso.
Luego de un rato cuando creo poder conciliar el sueño, escucho el ruido de mi armario que se abra, estaba echo a base de madera, y rechinaba escalofriante mente, pero pensé que seguramente había sido culpa de mi gata ya que a ella le gusta jalar la puerta con su pata, y meterse a jugar con mi ropa, asique me quede tranquila, pero luego de un rato, me di cuenta, de que, desde hace rato sentía algo peludo entre mis brazos, era mi gata.