Parte Única.

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El chillido del colchón al ser sacudido bruscamente retumbaba en la habitación, junto con los suaves gemidos, jadeos y suspiros.

– Aries... –Soltó por inercia el mayor de los de tierra, aferrando brazos y piernas a la espalda del pelirrojo mientras este daba fuertes embestidas contra su próstata.

– Casi... –Respondió el de ojos rojizos, jadeando al sentir las uñas del contrario rasguñando su espalda y mordiendo su cuello, mientras él dejaba pequeñas marcas rojas (que luego se volverían moradas) a lo largo de la piel del taurino..

Tauro dejó escapar un gemido más subido de tono cuando el líder llegó, siendo que él mismo golpeó el éxtasis pocos segundos después. Se recostó de lado, tapándose con las blancas sábanas y viendo como el mayor buscaba sus ropas regadas en el suelo de su habitación. Suspiró resignado, dignandose a hacer lo mismo.

Miradas rojas y fugaces hacia la figura del pelinaranja se hicieron presentes.

Nadie habló hasta que ambos hubieran estado cambiados, Aries se despidió con un movimiento de cabeza, Tauro asintio sin decir nada, para luego volver a recostarse cansado sobre su cama.

¿Por qué cada vez dolía más?

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Habría pasado una semana después de la última vez que lo habían hecho, y aún seguía doliendo.

Ambas partes habían estado haciendo sus propias cosas, el de ojos anaranjados empezó a salir más con el signo del cangrejo, pasando noches viendo películas que hacían derramar lágrimas al de cabellos burdeos mientras él sólo reía ante sus reacciones,  tardes en cafeterías recomendadas por el mismo, compartiendo postres. Mientras que por el lado del hijo de Marte, decidió pasar más tiempo con el de cabellos azules, acompañándolo en algunas de sus salidas diarias, escapando de alguna figura de la ley, riendo.

Pero ambos estaban celosos.

¿Por qué Tauro tenia que pasar tanto tiempo a solas con el cangrejo? ¿Por qué Aries disfrutaba tanto pasar tiempo con el arquero? Todo eso molestaba al correspondiente de cada pensamiento.

Lo odiaban, se suponía que los celos no entraban en el trato que habían hecho, se sentían fatal.

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Unos días más después de aquella semana, se habían vuelto a ver.

Sólo que ahora, ambos se encontraban en la casa de fuego, en la habitación del ariano. Tauro se encontraba de rodillas sobre el suelo de madera en aquella habitación, con ambas manos del pelirrojo presionando en la parte trasera de su cabeza, mientras que las propias se mantenían en el miembro viríl del otro.

Funcionaba así, cuando uno de ellos necesitaba del otro, se le llamaba. Una cosa del momento, nada especial, ni romántico. Por eso, el revivir los pensamientos de una semana atrás los hizo sentir peor.

Tauro sollozó débilmente mientras continuaba con el vaivén en la hombría del pelirrojo, respirando con dificultad a causa de los toscos movimientos realizados por el otro con su cabello, ya que este los halaba de atrás para adelante reiteradas veces, a la par que le dirigia cortos apodos a causa de la nublosa excitación.

– Eso es... –Comentó con satisfacción, haciendo que los movivientos se vuelvan mas lentos.– ¿Te  gusta así, no, zorrita? Que buen chico, te ves tan cojible, ¿Estás tan necesitado, no? Me estás chupando como una puta... –Sonrió lascivamente, volviendo a su propio ritmo.

– ¡Agies, guojó! –Balbuceó entre lágrimas, queriendo decir "rojo", la palabra de alarma en caso de alguno no se sintiera cómodo con lo que estaba sucediendo en el momento.

Retiró rápidamente las manos de la cabeza contraria, subiendose los pantalones y arrodillándose a su altura mientras que tomaba por las mejillas al pelinaranja, haciendo que se miren, con extraña preocupación en sus ojos.– ¿Que pasa? ¿No te gustaron los nombres? ¿Estaba jalandote muy fuerte del cabello?

Aries seguía acariciando las mejillas del hijo de Venus, secando con sus pulgares las lágrimas acumuladas bajo sus ojos. Este negó con la cabeza.

– No...ya...no importa... –Murmuró en un tono casi inaudible, pero que el ariano logro escuchar perfectamente, causando que frunciera levemente su ceño.

– Tauro, dímelo. –Bajó sus manos hasta llegar a las otras, tomándolas con fuerza.

El de ojos naranjas tragó, liberando unas cuantas y gruesas lágrimas más.

– No...es que esto no debía pasar, Aries... –Comenzó diciendo en voz baja, apretando las manos del contrario.– Aries, yo...ya no quiero hacer esto.

El mencionado abrió la boca intrigado, soltando un único y suave "¿Qué?" – Ya no quiero seguir haciendo esto, duele cada vez más. Aries...creo-- creo que me enamoré de ti... –Finalizó entre hipeos, despejando la mirada.

Mientras que la del primero era un retrato, inmóvil. Su labio empezó a temblar formando una sonrisa nerviosa y su corazón palpitaba tan fuerte que parecía poder romper sus costillas, mientras lágrimas amenazaban con salir de sus propios ojos.– Espera, me estás diciendo que... ¿Ta-Tauro? ¡Esto-- Esto no debería de pasar! –Lloriqueó tomandole por los hombros, estaba teniendo un ataque de pánico.

Tauro quería abrazarlo y calmarlo, pero sabia que ahora mismo no seria la mejor idea, así que sólo se quedaron juntos, sentados en el frío piso de la habitación, llorando.




Y RECUERDEN NIÑOS, SI ALGUIEN NO LLORA EN MI NARRACION, NO ES MI HISTORIA! –DEZAPARESKO NTRE LOS IUIOS–

YA AHORA SI LES JURO QUE YA NO SACO MÁS HISTORIAS Y TERMINO LAS QUE TENGO :(((  ESTE FUE UN ONESHOT THO ASI QUE JAKE MATE ATEOS


ᴘ ʟ ᴇ ᴀ s ᴜ ʀ ᴇ ;; [One-shot THS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora