Retos de escritura creados por @AbecedarioAutoestima.
Voy a ir subiendo los retos que cumpla, escritos para mí pero ansiosos porque alguien más los lea. Los invito a que también hagan sus retos, son geniales.♥
*Abre un libro al azar y elige una línea. Usa esa línea como el comienzo de tu historia y continúa escribiendo. Escribe lo primero que se te venga a la mente y no lo revises.*
Página 32 de "Agua para elefantes", por Sara Gruen.
"Perderla fue como si me partieran por la mitad. Ése fue el momento en que todo acabó para mí, y no me habría gustado que ella hubiera pasado por esa situación. Ser el que sobrevive es una cagada."
Sí, lamento usar ese vocabulario, pero es justo lo que es... una cagada. Uno pasa su vida esperando que venga lo mejor, cuando lo mejor está ahí frente a tus ojos. Pero eso lo descubres cuando tienes al amor de tu vida en un cajón, enterrada bajo cinco metros de tierra.
No me malentiendan, pasé mis ochentaicinco años de vida esperando a ser feliz con Olivia, pero yo ya era feliz a su lado. Verla sonreír todas las mañanas, solo porque tenía un café con leche en la mesa, era la felicidad. Verla arreglar su jardín de flores, como si de la vida misma se tratase, era la felicidad. Verla cuidar a nuestros hijos... a nuestros nietos... a nuestros bisnietos... era felicidad.
El paso de los años se nota en las personas. En cada arruga debajo de mis ojos se notan mis angustias, mis felicidades, mis miedos, mis enojos, mi vida misma. Porque vaya que si viví una vida agitada, pero eso no viene al caso.
Lo que viene al caso es que necesito mostrar que la vida está en los pequeños detalles. Sé que dicen que la felicidad es la que está en los pequeños detalles, pero es una vil mentira. Los detalles pueden tener cualquier emoción, y las emociones son la vida.
Estoy demasiado viejo y cansado para hablar de estas cosas, pero ¿qué más puedo hacer? Siempre fui un romántico, y a Oli eso le encantaba. Pero quien más lo disfrutaba, era nuestra hija del medio. Ah... ella amaba que yo le llevara flores a su madre, se ponía igual de contenta que Olivia.
Por eso dolió tanto perderla... Un padre jamás debería enterrar un hijo. Pero sé que fue muy feliz, murió pasando ya los cincuenta años de edad, lo que no está tan mal pero nadie esperaba que sus viejos vivieran aún más.
Mi memoria ya no es tan buena, suelo confundir los nombres de mis nietos, y ya no sé cuántos bisnietos tengo. Pero sé que tengo que seguir acá por Olivia, al pie del cañón, esperando que la muerte me lleve con ella para ver a mi enorme familia desde otra perspectiva.
Ellos ya no me cuentan sus vidas ¿Para qué contarle al viejo?, de todas formas lo olvidaré en un par de días y solo me traerían problemas de tensión. No puedo ayudar y no puedo trabajar. Vivo recostado en una cama, o sentado en una silla de ruedas. Pero hoy es un día especial.
Hoy es mi última cita en esta vida con Olivia, y por eso estoy de pie (con el andador, pero no lo digan), y llevo unas flores en la mano, no rosas, a ella no le gustan las rosas, sino unas margaritas bien blancas y resplandecientes. Oli decía que las margaritas traen primavera al alma, así que espero que su alma esté llena de primavera, porque le llevo muchas.
-Pronto nos volveremos a ver.
No reconocí mi voz, uno se acostumbra a su voz cuando es joven, y saber que cambia drásticamente cuando se es anciano, es un golpe bajo. Miré mi mano arrugada como un viejo mapa, y dejé las margaritas en el hotel de mi amada. Porque decir tumba suena asqueroso, joder.
Entonces sonreí mirando las letras de la lápida, y deseé solo una cosa... que en la vida que viene, nos volvamos a encontrar.
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