Capítulo 2

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Stephen Howkins dice que los agujeros del universo son autopistas que nos trasladan en el espacio tiempo. Yo no sé si en el puerto de Barcelona existe un agujero de esos pero Ron amaneció en un 11 de septiembre en medio de Paseo de Gracia, esquina Aragón en plena manifestación independentista.

—What the hell?

El black hole barniense no cumplía del todo el dictamen de Howkins porque en el tiempo se trasladó pero la super city, aunque los guiris habían desaparecido, estaba inundada de barretinas, señeras y amarillo y rojo por doquier.

¡¡¡In-de-pen-den-ci-a,
In-de-pen-den-ci-a,
In-de-pen-den-ci-a!!!

¿Qué demonios es esto?

Los mortífagos han embrujado esta ciudad y no hay forma de salir de ella. Esto es el día de la marmota, pero en el espacio.

El 11 de septiembre es la diada del pueblo catalán y todos los años se organizan grandes manifestaciones pidiendo la independencia.

—¡Ey ey ey ey ey! Sin empujar ¿eh?

Un grupo de gente todos vestidos igual empujaron a Ron para formar parte de una gran piña. Y es que ahí y ahora se iba a alzar un Castell. Ron no entendía nada por qué un grupo de gente caminaban sobre sus hombros y se apilaban en el centro alzando una torre humana. Imposible salir del tumulto. Por los altavoces «set pis en foldre» y es que la colla castellera de Grácia había construido una torre humana de siete pisos con aguja en el interior.

—Ni hablar, este pueblo no hay quien lo entienda. Me niego a ser la base la carga de tal despropósito.

Y con los hombros doloridos, Ron desperdició su última baza, varita en mano se teletransportó fuera de ahí pero no midió sus consecuencias. Al faltar uno de los puntos donde se anclaba la torre, toda la montaña humana cayó en el gentío...

Por fin el sol había desaparecido. En vez de gentío, gritos, y reivindicaciones de Independentistas, frío ulular del viento y hielo bajo sus pies.

¡¡¡Catacrán!!! 

Y es que el porrazo que subió Ron fue digno de cualquier vídeo de primera. Pero gracias a ello descubrió que bajo sus pies, Harry peleaba consigo mismo para salir de su encierro. Y como eso ya no era Barcelona, echó el brazo atrás y en su mano descubrió la espada de Gryffindor. Se alzó y con todas sus fuerzas clavó en el hielo del estanque su filo. Harry pudo salir.

—¿Dónde demonios te habías metido Ron?

—No preguntes Harry, cada uno se pierde donde puede.

El resto de la historia ya la conocéis, y si no, sabéis dónde encontrarla.

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