001✨

686 61 2
                                    

           

— Jimin, compañero de banco, mi mejor amigo: he decidido hacerte una carta, así que espero que pongas atención en ella y no te aburras como lo harán los demás.

Necesitaba escribirte esto para agradecerte, simplemente, todo. Siempre que te necesite, estuviste allí para mí. Con tus brazos abiertos para aplastarme contra tu cómodo pecho cuando necesité un abrazo, y cediéndome libremente tu hombro en donde podía llorar, incluso dormir en él si no lo permitías.

Eres una de esas únicas personas de las no se podrían describir su preciosa existencia en este mundo por más que haya más de mil vocablos. Todo eso, por el simple hecho de que eres indescriptible en éste mundo.

Amo la manera en la que tratas de hacerme saber que en serio me quieres. En la que me apoyas en casi absolutamente en todo, en la que me haces reír con tu contagiosa y divina sonrisa. En la que te preocupas por mí, por cómo soportas mis repentinos cambios de humores, y todos esos problemas hormonales que eran realmente incómodos y te avergüenzan.

Sí, eres esa persona indispensable para mí. Necesito de tu amor para ser feliz, necesito ver tu sonrisa con aquel pequeño diente chueco que tanta ternura me causaba, tu risa tan peculiar y extraña, y un sin fin de cosas más.

Pero esos años de amistad hablan de un montón de cosas. No sé qué me ocurrió ni que ocurrió. ¡Ni siquiera sé cuándo fue! pero algo había cambiado, y lo había notado.

¿Cómo?

¿Recuerdas aquella vez que lloré por un día entero?

Me miraba al espejo tratando de encontrar alguna pizca de belleza en mí, algo de lo que veía siempre en las chicas del instituto, pero solamente veía a una chica  regordeta, con pocos pechos, poco trasero y mucha grasa y mejillas.

Siendo sincera, me veía tan horrible.

Y lo más doloroso de todo aquello, es que mi mente jugaba con mis sentimientos. Comencé a compararme con aquella chica con la que coqueteabas todos los días, y éramos muy diferentes. Jodidamente distintas.

Ella era delgada, yo era obesa.
Ella tenía el abdomen plano, yo tenía grasa abdominal.
Ella tenía un hermoso cabello rubio, yo un nido de pájaros que apenas podía desenredar.
Ella tenía muchos pretendientes, yo estaba sola. Muy sola.
Ella era linda, yo era fea.

Pero ahí estabas tú. Llegaste a tiempo como un superhéroe. Mi superhéroe.

Me abrazaste, y me mimabas en silencio, mientras yo sólo me desmoronaba en tus brazos con la ilusión de que algún día iba a ser como aquella chica: linda.

Pero todo se fue de mis cabales cuando dijiste: "eres hermosa".

Tu semblante era serio, preocupado, pero sincero; mientras que yo, internamente, me reía sarcásticamente.

¿Estabas bromeando, verdad?

Una chica con algunos kilos de más siendo ¿perfecta? Entonces podrías explicarme ¿por qué en los comerciales de ropa interior o bikinis no hay como modelo una joven con el mismo cuerpo que yo? ¿Ah?

La gente es tan egoísta.

Pero tú no. A pesar de no ser una hermosa modelo de "Victoria Secret" me dijiste "eres hermosa".

¿Sabes lo que provocó eso en mí?

Juro que esa noche no pude pegar un ojo por pensar en aquellas dulces y sinceras palabras que salieron de tus carnosos labios.
Causaban estragos en mi cabeza.

Pero por fin me sentí bien conmigo misma, sólo porque tú lo dijiste.
Quizás no era la chica más bella del instituto, ni la más popular entre los hombres. Pero había algo que los demás no tenían y yo sí, y sí que lo apreciaba; tu amor, ese corazón cálido que se abría solamente conmigo.

Love letter; JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora