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POV ___.

La vuelta a casa estaba siendo bastante aburrida, y sólo por el hecho de que Jimin siempre me acompañaba a ella hasta asegurarse que la puerta esté con seguro. Pero ésta vez fue diferente. Después de tremenda declaración frente a toda la clase de literatura no me daba la cara para verlo y encararlo de frente, y si lo hacía me avergonzaría de inmediato.

Y por lo visto, mi medio de entretenimiento era la pequeña piedra que había estado pateando desde que salí del instituto.

El clima había refrescado en demasía, causando que mi piel se erizara al sentir la suave ventisca fría chocar con cuidado en mi tibio cuerpo. La vestimenta del instituto no ayudaba de mucho, ya que el jersey y las medias no eran muy abrigadas, y la falda era un tanto corta, por lo tanto me estaba muriendo de frío.
Saqué de mi bolso la enorme sudadera que Jimin me había prestado ayer cuando volvíamos, ya que el clima era el mismo que el de ahora.

Fue tan gentil.

Pensaba devolvérsela hoy, pero no encontraba manera de entregársela sin mirarlo a los ojos ni tener contacto físico, así que decidí quedármela conmigo.

No le haría daño a nadie quedarme con un recuerdo de él. Después de todo, nuestra amistad ya estaba arruinada.

Aún recuerdo los brazos del chico; fornidos, bien trabajados, las venas decorando sus brazos en toda su blanca extensión. Sin olvidar su piel sumamente nívea, que me hacía recordar a la hermosa nieve de invierno sobre las ramas de los árboles.

Me fue imposible evitar no soltar un suspiro al pensar en él; me tenía completamente enamorada.

Me coloqué la prenda con cuidado.

Olía a él.

Sí, me parecía a aquella adolecente hormonal que fui hace unos años, pero es que, cada pequeña cosa que había, o cada cosa que cometía, me hacían recordar al chico de piel pálida.

Pateé con fuerza la piedra, alejándola de mi camino.

Subí tres escalones y puse la llave en el cerrojo, abriendo la puerta de mi hogar.

Tiré el bolso al suelo, acomodé mis zapatos a un lado de la puerta; y con pesadez, me dirigí al sillón grande, donde me tumbé con brutalidad.

Aún me costaba pensar lo que había hecho ésta mañana.

¡Me había confesado al chico que me gustaba! ¡Frente a toda la clase!

Tan sólo pensarlo me sonrojaba en sobremanera.

¡Dios santo! ¡Había cometido una gran locura!

Pero no me arrepentía, porque de alguna manera pensé que debía decírselo en algún momento.
Los amigos no se guardan secretos.
Ahora me sentía mejor conmigo misma. Todo éste tiempo, sentía una gran presión en mi pecho, como una carga para mis hombros, y era porque llevaba tiempo ocultando mis sentimientos hacia Jimin; pero ahora que se los aclaré, siento que hice lo mejor.

Y es que todo este tiempo me estaba ahogando en mí misma.

Recuerdo la sonrisa que me regaló luego de mi discurso, y no se lo veía asqueado ni nada de eso; se lo agradecí internamente por aquello.

Tiré del cuello de la sudadera, ocultando mis mejillas sonrosadas y mi estúpida sonrisa dentro de ella.

Jimin, ¿ves lo que provocas en mí?

Fui cerrando lentamente los ojos, con la sonrisa del azabache en mi mente, quedándome profundamente dormida.

[***]

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⏰ Última actualización: Jul 28, 2018 ⏰

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Love letter; JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora