Capítulo I

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¿Jamás te has planteado la posibilidad de que la muerte no sea el fin? ¿Y si hay algo más allá? Tales pensamientos iban y venían a la mente de Skylar día y noche, tenía una especie de obsesión con todo aquello de la muerte, una obsesión que, por cierto, ocultaba a todos. No podría tolerar que le vieran como una demente en la universidad, mucho menos ahora que su popularidad iba ascendiendo. Últimamente tenía muchos amigos, todos querían acercarse a ella y platicarle de cualquier tema por más bizarro que fuese, y ella, por supuesto, gozaba al recibir semejante cantidad de atención. Los profesores decían constantemente que ella era una estudiante modelo y que todos deberían seguir su ejemplo... Oh, claro, sin contar aquella obsesión extraña mencionada anteriormente.


Cursaba su tercer año de universidad, y esperaba convertirse en la mejor veterinaria. Su amor por los animales le impulsaba a hacerlo, a destacarse, a ser la mejor de todas, y aquello era totalmente digno de destacar. Era una de las pocas que tenía real vocación o que al menos la había descubierto. Seguramente tenía compañeros con talentos ocultos que ni ellos mismos hallaban aún, lo que le hacía preguntarse si ella tendría algún otro talento desconocido. Pero... Era algo tonto pensar en ello considerando que la medicina veterinaria era su pasión, su vida. ¿Por qué debería tener otro talento? Estaba en medio de esos pensamientos cuando un susurro le distrajo. — Lo siento, estaba distraída, ¿qué has dicho? — Miró a su alrededor para identificar al emisor de aquel susurro, percatándose de que estaba completamente sola en el salón. Odiaba quedarse hasta tarde en la universidad a hacer trabajos, siempre le pasaban cosas como esa. Sí, así es, su obsesión con la vida después de la muerte comenzó gracias a los extraños acontecimientos que la rodeaban constantemente y no le permitían llevar una vida pacífica.


 — ¿Eres tú, mi fantasma? — Preguntó al aire, sin recibir respuesta alguna. Solía llamar así a la presencia que sentía cerca de sí. En un principio le llamaba ángel guardián, pero le incomodaba llamarle de ese modo cuando no creía en un Dios. Mucho menos creería en un ángel, un demonio o el mismo Satanás. Aún así, ella sentía miedo. No es normal sentir, ver ni escuchar lo que ella sí, y más que claro lo tiene, pero lamentablemente no es un tema del que sea fácil hablar. Las personas suelen tratar de locos a quienes hablan de cosas que ellos no logran entender, por lo que la mejor opción para Skylar era callar. 


Cuando era pequeña solía creer en que había un cielo y un infierno. Sus padres se encargaban de que así fuera contándole la típica historia de que los buenos van al cielo y los malvados van al infierno. Esto causó que la muchacha estuviese muchos años aterrada, tratando de hacer todo lo mejor posible por miedo a ir a parar al infierno. Con el tiempo, lo olvidó, y dejó de creer en esas absurdas historias cuando sus padres fallecieron en un accidente de auto. ¿Qué tan mala había sido ella para merecer todo eso? ¿No que los buenos siempre recibían lo que se merecían, al igual que los malos? Ella había sido buena siempre, entonces, ¿por qué tuvo que quedarse sola en el mundo a la temprana edad de ocho años? Todo fue una mentira, eso es lo que decidió creer.


Bien, hora de irse. Ya había finalizado el trabajo pendiente y era tiempo de volver a su solitario hogar, ya que su adorada tía, la persona que la acogió cuando sus padres murieron, falleció antes de su entrada a la universidad producto de un paro cardio-respiratorio, dejándola completamente sola. Suspiró mientras esperaba pacientemente para cruzar la última calle que le separaba de su residencia, cuando sintió que alguien la empujaba hacia un automóvil que venía a alta velocidad, y era improbable que alcanzara a detenerse antes de impactar contra ella. Se volteó para ver el que, pensó, sería el último rostro que vería en su vida, pero una vez más, nadie estaba allí. Sucedió entonces lo inevitable: el automóvil la golpeó, haciéndole volar varios metros, matándola al instante. Su cuerpo quedó allí, tirado, con la ropa cubierta de sangre al igual que su piel. El pánico se hizo presente y las personas bajaban de sus vehículos para ir a asistir a la muchacha, tratando inútilmente de salvar su vida.


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Si la historia te está gustando, por favor comenta para saber si continuarla o no, ya que no quiero escribir demasiado para que nadie me lea, siento que sería una pérdida de tiempo. D':

Gracias por leer. <3

La voluntad del limboWhere stories live. Discover now