El lugar al que llegué

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Espesa vegetación, es todo lo que veo mí alrededor.

Mí mente en blanco, viendo manchas verdes pasar a velocidad.

El shock de todo este asunto seguía en mi, mientras más lo pienso, más me complico; un día era alguien corriente, con un amor no correspondido una vida normal, un estudiante como cualquier otro, dando mi mejor esfuerzo en ello, aun cuando no sea muy sobresaliente y después la persona de quien he estado enamorado, lo sabía todo este tiempo, sobre mis sentimientos, los cuales presentan una molestia pare él y aparece en mi casa, me da opciones, habla de cosas que no entiendo, un plazo, un año, me marcho, me voy.

Ahora estoy en un vehículo en algún lugar, quien sabe dónde, he aceptado venir, estoy aquí por lo que se supone es "por las buenas" y tal vez papá tenga razón y un año pase rápido, aunque por experiencia sé que las cosas pueden suscitarse en un día, en una hora o en un segundo.

Las manchas verdosas van adquiriendo forma, arboles de follaje espeso, altos que impiden el paso a los escasos rayos de sol que aún quedan.

El vehículo va perdiendo  velocidad, pues parece atravesamos un terreno pedregoso, según mi deducción por los movimientos bruscos que se ejecutan. Todo el trayecto ha sido silencioso, miro en dirección de mi compañero, él se encuentra dormido con brazo apoyado en la ventana y la cabeza recargada en su mano, se ve tan tranquilo y tan profundamente dormido que ni los movimientos bruscos han logrado despertarle. Mas sin embargo, me preocupa él podría golpearse en cualquier momento. me doy cuenta que no soy el único que piensa en ello, ya que unos ojos oscuros  que miran desde el retrovisor también lo hace y ha disminuido la velocidad mucho más.

Logramos atravesar aquel terreno inestable.

Quien conduce va subiendo la velocidad gradualmente, para ese momento, la luz natural ha sido reemplazado por los faroles del vehículo.

—Finalmente hemos llegado.

Escuchar su voz, me sobresalto girando mi cabeza en su dirección, por pocos segundos nos sostuvimos la mirada y él volvió su vista al frente e inmeditamente hice lo mismo.

Delante nuestro podía distinguirse luces tenues provenientes de luminarias, mirando por mí ventana veo casas de estilo tradicional y algunas con toques modernos, personas que van y vienen, incluso hay una fuente de agua, por lo que puedo apreciar es como un pequeño pueblo o tal vez una mini ciudad viniendo del lugar al cual Akashi-san pertenece.
Nos detenemos delante una pequeña verja que no debe superar el metro, estas se abren de immediato dándonos paso, lo que sigue en su interior el terreno es más alto, en la cima se encuentra una casa. Cada segundo nos encontramos acercando a ella hasta detenernos a una distancia considerable.

—Baja.

Otra vez él y por segunda vez dirijo mi vista en su dirección, él esta a punto de salir y yo me apresuro en hacer lo mismo.
Una vez fuera noto el resentimiento de mis músculos, mis piernas entumecidas, el viaje ha sido largo, salimos por la mañana y ya es de noche, estoy muy cansado y tengo hambre.

—No te preocupes por tus pertenencias, Kato-san se encargará de ellas, ingresemos— me dijo, para luego caminar delante mío.

Me quedé quieto, no supe en que momento él había llegado a mi lado. Mis piernas al fin decieron hacerme caso y le siguí.

Parados delante de la puerta, mi corazón late tan desenfrenadamente, porque yo siento que al atravesar esta puerta las cosas cambiaran no tengo la certeza si para bien o para mal, pero lo harán. Por inercia decido mirar atrás mío y me encuentro sorprendido; todo el territorio puede observarse desde aquí rodeado de siluetas de árboles inmesos. Algo dentro de mí se siente tan cálido, la cálidez que siento llega a acompasar mis frenéticos latidos.

Mirar la misma Luna [AkaFuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora