Era un color blanco. Sencillamente eso.
No pintaba. Desde que salió de la caja, nadie lo quiso utilizar. Los niños lo trataban con indiferencia. Los adultos comentaban que era un malgaste de madera.
"Si te sientes inservible, recuerda el creyón blanco, y a lo mejor se te levanta un poco el ánimo" escuchó decir a un grupo de adolescentes, que bromeaban sobre cualquier cosa para saciar el ocio. Rieron con la comparación.
Todos lo pasaban por alto, al fin y al cabo, era una pérdida de tiempo colorear una hoja que de por sí era blanca. Era invisible.
Así era el Blanco. Un creyón sin sentido, sin alguna utilidad más que estar en el fondo de la cartuchera por siempre. Simplemente no servía para nada, era como si no tuviera un propósito. Veía cómo el resto de los colores se iban desgastando y volviendo pequeños por el uso, felices de estar cumpliendo su rol. Las personas pintaban el mar de color Azul, con el Rojo hacían sangre, frutos de aspecto apetecible, e incluso el cielo. De Verde pintaban la naturaleza, y con color Carne creaban personas, ¡se dibujaban a sí mismos!
¿Por qué el no podía ser así? El color Blanco siempre permanecía igual de largo, nadie lo utilizaba, nadie lo necesitaba, no tenía propósito.
Lo arrojaron a la basura. Era totalmente inútil, y lo inútil se desecha.
Pasó una chica. Era baja, estaba despeinada, un suéter verde cubría su torso y unos converse sus pies.
"¿Quién habrá tirado este color a la basura?" Dijo al tiempo que lo recogía y lo limpiaba con el borde de su suéter. Lo metió en su bolso y siguió caminando. Y él no tenía idea de por qué o para qué se lo llevaba.
Se vio tirado en una mesa junto con otros lápices y pinceles. La chica a su lado solo pintaba, pintaba con un esmero y una paciencia asombrosos en un pedazo de papel negro.
De pronto lo tomó, le sacó punta, lo limpió y empezó a hacer trazos con él en la cartulina negra; el color blanco vió como dejaba una estela en donde pasaba, y se sintió profundamente maravillado, ¡Por fin estaba haciendo algo! Se sentía tan feliz en ese momento.
Ella dibujaba en cartulina negra. Con colores blancos, pinturas blancas, tizas blancas, azules y rosadas. El contraste que hacía el blanco con el papel negro le daba un aspecto increíble a su obra. Ella era diferente, ella lo hacía diferente, su manera era rara, pero especial.
Ganó un premio, estuvo en una exposición de arte, y sus trazos, ahora convertidos en verdaderas obras de arte, salieron a la vista de todo el mundo, ganando numerosos halagos y admiración por parte de las personas que lo habían menospreciado.
Y se sintió inmensamente feliz.
Porque por fin sintió tener un propósito, en manos de esa chica.
Aunque es mejor mantener la identidad de esa jovencita en secreto, me permito decir que el color Blanco nunca antes había sido tan feliz en toda su vida.
Así hay personas en el mundo, que se sienten inútiles, sin alguna función en la vida, solo tal vez malgastar aire (o madera), a quienes toda su vida les han hecho creer que son distintos por no poder hacer lo que el resto sí, quienes viven creyendo que son menos que los demás, que su existencia es vana. Pero no lo son. A veces sólo hace falta alguien que pinte en cartulina negra, para que les enseñe lo maravillosos que son.
Recuerda que si eres un color blanco, no quiere decir que seas inservible o insignificante, sólo necesitas alguien que sepa manejarte, alguien como la chica que pintaba en papel negro.
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Blanco.
Short StoryEra un color blanco. Así es, un sencillo color blanco. Toda su vida le dijeron inútil, los niños nunca pintaron con él. Hasta que halló a alguien, alguien que pintaba en papel negro.