LA CAÍDA MODERNA DE BELEROFONTE

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LA CAÍDA MODERNA DE BELEROFONTE

Tras los sucesos trágicos, Pegaso pasó a ser una constelación más por orden de Zeus. El héroe cayó, llevando consigo una maldición imperecedera, la cual se basaba en la aparición indefinida de sus más gloriosos recuerdos.

En sus caminatas por los bosques frondosos, se posó para apreciar el panorama que le ofrecía una sensación innata, pero ya había olvidado como conciliarse con la noche. Atenea, ahogada en la indagación, solo se limitaba a mirarlo con lástima. Sin embargo, el dominante gladiador de tiempos pasados, exclamó imitando un grito de batalla, de esos que le eran naturales, deseando con anhelos ser atendido por las divinidades que deambulaban por gusto propio:

¡Ah, que infeliz soy, muchos son los infortunios que mi ánimo ha soportado! Encontré al enemigo más vigoroso, y ese soy yo. Encontré la herida más mortífera, y son mis recuerdos que ya no puedo controlar.

Entretanto, apareció la diosa de la frente armada, Atenea, quien apreciaba al héroe desde el imperante monte Olimpo y, con gran clamor, dijo:

Resulta irónico que las memorias sublimes sean las causantes de las locuras más despiadadas; aquel vencedor de la quimera, ha sofocado sus ánimos intentando ser consciente de su destino: vagar por las llanuras, acordándose que alguna vez se bañó en gloria.   

La caída moderna de BelerofonteWhere stories live. Discover now