No sabia como había llegado a esa situación. Todo estaba fuera de control...
Mi cabeza. Mi vida. Mis sentimientos. Mi cuerpo. Mi mente.
Todo se me había ido de las manos.
—Sal—
Abrí los ojos, su mirada chocolate era tierna, una mirada que ni mi propio padre me había dado.
—s...solo estoy nervioso—Murmure.
Aun en la oscuridad podía distinguirlo. Sus hombros finos, su pecho desnudo, el cabello que con tanto esmero se había recogido para pintar ahora caía totalmente, cubriéndome.
—¿Quieres que pare? Se que aun eres muy pequeño...—nunca creí escuchar algo tan maduró saliendo de su boca.
—Tengo 16 Larry...hmpf...—reprimi mis gemidos, aquellos sonidos tan lascivos que había aprendido a soltar gracias a él.
—No te pongas en terco ahora,me provocas...—Aquel tono de voz, me hacia cosquillas extrañas.Cosas que pensé sentir solo por las mujeres.
—Estoy...listo Larry— susurré convencido mirando hacia un lado.Queria aquello mas que nada. Queria que los fantasmas, demonios y entes desapareciesen y solo fuesemos él y yo en este cuarto. Su cuarto. Él único testigo de lo que haríamos.
—Sally Face ¿me amas?—
Lo mire sorprendido.
—claro que te amo...—la mascara cubrió mi sonrojo.
