Hipoxifilia [One-shot]

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A la mierda con las dudas, los fracasos y los miedos. A la mierda con las culpas, las ajenas y las propias. A la mierda con los negativos, los sarcásticos y los envidiosos. A la mierda con la mierda❞ 

  —Lucas Hugo Guerra 



La luz de la luna atraviesa las blancas cortinas de aquel dormitorio, la escena que se refleja muestra con empatía la representación del pecado y la satisfacción carnal. Los individuos auto-complacen sus cuerpos, susurrando los nombres contrarios entre jadeos. Lágrimas caen cual cascada por el chico de cara pecosa, mientras que el rubio ceniza insatisfecho con aquel encuentro nocturno, muerde fuertemente las clavículas del más bajo, excitándose con el hilo de sangre que resbala por el torso fornido del mencionado. Sus manos se unen, logrando que sus ojos brillaran con intensidad al verse, la ironía de su mala relación es que solo se solucionaba mediante éxtasis y una unión lejos de ser solo placer culposo.   

Izuku siente como las uñas del contrario rasgan con manía sus costillas, la parsimonia que muestra al tocarle de una forma tan perversa le sorprende, su boca suelta un pequeño gimoteo creando una extraña tonada en la habitación. Los espasmos que crea su cuerpo al sentir el fogoso tacto, hacen que sienta un yerro indescriptible. Apenas puede mantener la cordura cuando siente las tibias manos subir la temperatura contra su piel, quemandolo lentamente, el sentimiento que le creaba sentir la agonía de una posible explosión mortífera contra sus muslos hace que quiera llegar al orgasmo de manera lenta y masoquista. La sorpresa se instala en su rostro al sentir aquellas palmas bajar hasta rozar su bragadura. Tanto es su desesperación, que sin consentimiento mueve la pelvis en vaivén descontrolado. Katsuki, emocionado ejerce fuerza en el glande, sintiendo como el chico tiembla entre sus brazos; no existía suficiente amor en la atmósfera como para mantenerlos cuerdos. Midoriya siente como su mejor amigo de la infancia lo arrastra a la puerta del infierno, tentándolo a sucumbir al pecado eterno e indecente.

Cuando sus cuerpos están apunto de unirse, el sonido del toque de la puerta desgarra con violencia el ambiente. La blasfemia que sale de los labios de Bakugou resuena en la habitación, mientras que Izuku solo intenta regular su apresurada respiración. Las palabras se niegan a salir de su boca, dando lugar a la incesante inhalación que sus pulmones creaban. La voz de Aizawa se escucha desde el otro lado de la puerta, pidiéndole que saliera a un entrenamiento especial con el resto de la clase. Katsuki bufa molesto, varias explosiones aparecen en ambas palmas sudorosas. Deku dudoso de sus propias acciones, besa delicadamente los hinchados labios de Kacchan, sintiendo el sabor de la menta y el de su propia sangre. Las manos le tiemblan buscando su camisa y pantalones en el suelo del dormitorio, su nerviosismo se debía a que nunca pensó en la posibilidad de encontrarse en aquella situación tan descarada y embarazosa. Por otro lado, al rubio no le importa, realmente solo se dedico a observar con satisfacción las diversas marcas que se encontraban en el torso y espalda del menor. Su egocentrismo no le permitió ver la decepción que los ojos verdosos presentaba. 

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Lo malo de emprender un comienzo precipitado en el mundo del sexo, era que siempre llegaría un momento que la monotonía de las caricias se vuelve odiosa. Mayormente, las personas que buscaban sensaciones más placenteras recurrían a las parafilias, unas más extrañas que otras. Izuku aún no había encontrado su tan raro «talón de Aquiles», pero sabía que si su vida sexual seguía aquel rumbo terminaría cayendo en otros brazos sin querer realmente hacerlo. 

Hipoxifilia [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora