Cuando te conocí.

97 0 0
                                    


No empezaré esto diciendo a quién va dirigida, ya que sabes que te hablo a ti; no pondré fecha, porque seguramente leas esta carta mucho después de cuando sea escrita; tampoco diré dónde fue, porque sabes perfectamente que fue allí, en ese lugar donde, con un beso en mi frente y un par de excusas tontas, dijiste que te irías, que seguramente nunca volverías... Que te olvidara.

Comenzaré desde el principio, el día en que te conocí. El día en que vendí mi alma por un par de besos robados, abrazos en momentos inoportunos, canciones nunca escuchadas y, sobre todo, algún que otro te amo que volaba por el ambiente.
Siempre que salíamos a algún lado íbamos de lo más acaramelados, la gente pensaba que éramos felices como ninguna otra pareja. Pero, sinceramente, nunca supe si en verdad me amabas o era una manera de olvidar a quien te había hecho daño. A veces mi mente me jugaba malas pasadas, yo quería pensar que realmente estabas conmigo por amor y no por aprovecharte de mis sentimientos, corromper mis emociones, hacer que mi corazón lata cada vez que me sonreías, llorar cuando tú lo hacías y extrañarte cuando te alejabas de mí.

Aún recuerdo cuando, antes de confesarte mi amor, hablabas tristemente de tu pareja. Decías que no creías que te amara, que pensabas que podría estar jugando contigo, que te dejaba solo en fechas importantes. Que casualidad, eso me hiciste a mí. Me acuerdo de todas esas veces que te consolé cuando llorabas por esa persona que tanto daño te hacía. Deseaba cuidarte, protegerte de todas esas cosas malas del mundo, tal vez ya era demasiado tarde.

¿Recuerdas esa vez que me dijiste que no me querías abrazar porque tus brazos no daban calor? Yo te abracé igual, haciéndote ver que te amaba no importara lo que pasase. Aunque en el fondo lloraba, porque la persona que ayudó a reconstruir mi corazón estaba triste, lástima que esa persona me destruyó como lo habían hecho antes.

Recuerdo que me hiciste tan feliz, aunque me lastimaste tanto. El principio fue hermoso, como el de cualquier relación. Eras tan dulce, tan tierno. No podía evitar derretirme ante tus palabras. ¿Por qué falló? ¿Qué hicimos mal? Hoy sigo sin saber, ¿Qué fue de nuestro amor? ¿Qué fue de aquél querer?

No me arrepiento de haberte conocido, pues aprendí a no confiar en todo el que aparenta amarte. Ya no soy tan débil, no caeré tan fácil a tus pies esta vez.

_______________________________

Recuperé la inspiración. (¿A quién le hablo si estoy más sola que mi vieja?)

Cartas sin sentimientos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora