Había decidido tener un poco de sexo esta mañana; al menos lo era para la chica con la que llevo saliendo casi un año, Megan. En la habitación de nuestro pequeño hogar sólo podían escucharse sus gemidos y mis gruñidos, deseando terminar aquel polvo que, en realidad, solo estaba disfrutando ella ya que para mí había dejado de tener emoción alguna. Todo se volvió monótono y cansado, bien me recordaba ella que no había nacido para los compromisos. Y en eso le daba toda la razón.-¿Cómo... estuvo? -me preguntó agitada por lo que acababa de ocurrir y con una leve sonrisa que pronto iba a desaparecer.
-Como siempre, nada nuevo. -una vez más, le dejaba claro que todo seguía igual de aburrido.
-¿Qué ocurre últimamente, ya no te gusto? -se levanta y se pone algo de ropa, pude apreciar que su cabello largo y castaño estaba hecho un desastre.
-No es nada. -me levanté con la intención de ir al baño.
-No te cierres como haces siempre, dime algo. -me pidió con frustración.
-Algo. -dije neutral.
-¡No seas tan niña y madura de una vez! -empezaba a notarla enfadada, lo cierto es que no me importaba lo más mínimo- Será mejor que te vayas, que te mudes, no me importa dónde, pero vete.
-Sí, eso iba a hacer. Me voy a trabajar, no quiero pasar más tiempo aquí. -doy por terminado esta discusión o lo que quiera que sea esto. Dejo el asunto del baño para más tarde y comienzo a vestirme para, segundos después, largarme.
Me había tocado ir a despojar de nieve los techos de un vecindario bastante bonito; en realidad, Canadá entera lo era, aunque ese destino me atraía más que ningún otro. Quizá era porque eran las típicas casas de ensueño que solían salir en televisión. O tal vez era por otra cosa... Junto a mí, trabajan dos chicos más, Harry y Dylan. Harry era bisexual, aunque nunca había estado con ningún chico, pero le atraían bastante. Sobretodo Dylan, pero nunca se ha atrevido a decírselo y, con lo tímido que es en ese tema, dudo que algún día lo haga. Dylan era gay, y no tenía reparo alguno en esconderlo, y eso era una de las cosas que más me gustaban de él. Que sea tan natural y espontáneo. Ni siquiera se molestaba en esconderlo en horas de trabajo.
-¡Hey, guapa! Déjame tu coche y te llevo a dar una vuelta. -gritó Harry a una chica que acaba de estacionarse. Y sí, el atrevido que intentaba disimular que le gustaban los chicos delante de Dylan. Lo cierto es que el coche era realmente bonito, es de color negro y lo hacía muy elegante. Pero lo único bonito que había, a mi parecer, era ella.
-A esa no te la puedes llevar. -le susurro con una leve sonrisa y evitando morderme el labio. Aquella chica castaña iba perfecta con ese vestido pero estaba segura que desnuda estaba más guapa si cabe.
-¡¿Sabes qué aman las mujeres de los techadores?!-volvió a gritar Harry, pero la chica hacía oídos sordos a sus palabras.
-Vosotros no tenéis remedio. -dijo Dylan sin poder contener la risa.
Mientras tanto, aquella chica castaña, de nombre Kate, entró en su casa; llevaba apenas unas semanas viviendo allí y, al parecer, debía acostumbrarse a los piropos que recibía de los techadores.
Subí a la segunda planta de mi nueva casa, donde por la ventana podía ver a aquellos techadores expertos en tirar piropos a chicas, nótese la ironía. Aquella chica rubia me había llamado la atención, pero debía quitarme esa estúpida idea de mi cabeza lo antes posible. ¡Estás comprometida Kate!
P.D: ¡Hey! Estoy de vuelta con una nueva historia, este capítulo es un poco corto, pero en el siguiente empieza lo bueno!

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Amor prohibido.
Roman d'amourKate, una editora de moda con pareja comienza un romance con una albañil, poco a poco sus vidas cambiarán por completo. Novela inspirada en Below Her Mouth.