Capítulo 1

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— ¿Tienes todo listo? –Escuché una voz a mis espaldas mientras cargaba el arma que tenía en mis manos.

—Ya voy –Dije cabreada, la verdad es que el hecho de ser la única mujer en este círculo hace que sea más irritable con el sexo opuesto—. Dile a Armando que tenemos que partir en cinco minutos o si no estamos jodidos.

— ¿Y por qué no vas tú? –Me preguntó desafiante—. Si a fin de cuentas para eso están las mujeres, para mensajear y dar mandados –No bastó ni un segundo y ya tenía mi arma sin seguro apuntando a su frente, el movimiento fue tan rápido que el tipo llegó a saltar en su lugar.

—Mírame bien maldita escoria –Me acerqué más hasta quedar frente a él y el cañón de la pistola toqué su frente—. ¿Ves a otra mujer trabajando con ustedes? –El chico que en un principio traía una postura de superioridad ahora estaba quieto y con una cara de querer cagarse en sus pantalones—. ¡Respóndeme! –presioné más fuerte el cañón en su frente, el negó lentamente sin decir una palabra—. No ¿Verdad?, bueno, eso es porque otras mujeres no serían capaces de volarte los sesos por tocarle los cojones, pero yo si –se invirtieron los roles y su miedo que se podía oler a kilómetros me hizo sentir superior, sonreí—. Así que haz lo que pido antes apreté el gatillo.

El tipo rápidamente salió de la habitación mientras yo volvía a ponerle seguro a mi arma. La verdad es que a menudo recibía comentarios de ese tipo, sobre todo de los recién iniciados que se creen dueños del mundo, simplemente porque no me conocen y no saben con quién se meten. Y es verdad lo que digo, soy la única mujer que hace el trabajo sucio junto con los hombres de la pandilla, y la única razón por la que sigo viva es porque no dejo nunca que me pasen a llevar.

Tomé el bolso que estaba preparando con armas hasta que tuve el pequeño incidente con ese estúpido y salí de la habitación sin antes ponerle seguro para que nadie que no sea de confianza entre. Cuando salí al estacionamiento pude ver como los chicos se subían a las camionetas armados listos para atacar, ahí estaba esperándome Armando, mi padre.

—Apurémonos que falta poco –Me dijo para luego subirse al asiento de conductor mientras yo iba de copiloto—. Los Latin Kings pasarán por donde habíamos acordado en veinte minutos –Armando arrancó rápidamente hacia la carretera que se dirigía a Rossmoor, luego de andar alrededor de 5 minutos llegamos a una estación de servicio bastante solitaria. Estacionamos atrás del edificio y mientras los demás preparaban todos junto con Armando y dos hombres más, Julio y David, repasamos el plan. En eso que terminábamos de ver los últimos detalles uno de los chicos grita.

— ¡Ahí vienen! –Todos nos dirigimos a escondernos donde nos habían asignados—.

— ¿El francotirador está listo? –Dijo Julio, el chico que estaba detrás del rifle asiente mientras pone su objetivo en el conductor de la van negra, dispara y podemos ver a lo lejos como el chofer se desploma sobre el volante, haciendo que perdieran el control y chocaran contra una vallas de contención ubicadas en las orillas del camino—.

— ¡Ahora! –Grita mi padre y todos nos acercamos rápidamente a la van, aprovechando de que se encontraban aturdidos por el accidente. Cuando ya teníamos rodeada la van agarré con mayor fuerza el subfusil que tenía entre mis manos dispuesta a disparar, un par de chicos de los nuestros abrieron abruptamente la puerta trasera de la van y con pistola en mano obligaron a cada uno a salir y botar sus armas, eran cinco hombres entre 18 y 30 años, otros bruscamente hicieron que estos últimos se arrodillaran con sus manos detrás de la cabeza en señal de redención—.

—Supongo que saben la razón por la que estamos aquí –dijo Julio mientras se paseaba al frente de nuestros rehenes—. Y asumo que saben cómo terminará esto, ¿Cuál de todos es Ricky? –Preguntó hacia nosotros, uno apuntó a un chico que se veía a lo lejos que no tenía más de veinte años, ahora Julio me miró e hizo un gesto de cabeza que ya sabía lo que significaba, me paré derecha y caminé hasta estar frente a Ricky— Esto pasa cuando abusan de nuestras mujeres –Apunté directamente hacia la frente y sin rechistar apreté el gatillo, dejando el cuerpo de Ricky sin vida tirado en el pavimento—.

Y aunque no tenía idea lo que se aproximaba, ese momento hizo que mi manera de ver las cosas cambiara rotundamente...


Desde muy pequeña mi padre siempre me inculcó la importancia de la lealtad y la protección que tenía que brindar a mi familia, y que no cumplir esto me traería serios problemas. Crecí en una casa bastante humilde en un barrio en la periferia de Long Beach, ahí me crió mi padre y mi abuela, se preguntarán ¿Que sucedió con mi madre? Murió producto de un ajuste de cuentas con la pandilla enemiga de la nuestra, desde ese momento mi padre se volvió un hombre frío, sin ese instinto paternal que tenía cuando nací, volviéndose más un instructor que el padre que necesitaba. Cuando entré en la adolescencia caí en cuenta del entorno que me rodeaba, lleno de armas, drogas y muerte, fue ahí cuando me di cuenta que tenía que aprender a defenderme a mí y a mis seres queridos. Mi padre me enseñó a cómo utilizar armas y prepararme para matar si era necesario, lo cual en el momento se me dio bastante fácil lo que hizo que me metieran con todos los que hacían el trabajo sucio. Nunca lo vi como algo malo ya que mi padre siempre me recalcó que todo esto era consecuencia de errores garrafales de parte delas víctimas.

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Había pasado alrededor de una semana desde aquél ajuste de cuentas y todos seguíamos con nuestras vidas como si nada hubiera pasado, yo estaba en el supermercado comprando algunos víveres que faltaban en la casa que compartía con mi padre. Cuando salí del supermercado me cercioré de que nadie me estaba observando ni siguiendo, me subí a mi automóvil y me dirigí a mi hogar. Entré y en la sala de estar estaba mi padre conversando con tres hombres, se veían bastante serios por lo que me fui directo a la cocina a dejar las compras que había hecho para después comenzar a preparar la cena. Pasó aproximadamente unos cuarenta minutos cuando Armando se acercó a la puerta.

— ¿Qué preparas? –Me preguntó mientras se sentaba en una de las sillas que rodeaba la mesa—.

—Arroz con pollo –Le dije sin mirarlo—. ¿Qué querían? –Pregunté—.

—Nada, solo querían hablarme de algo –Eso me dio a entender que no quería hablar más del tema así que no insistí, serví lo que había cocinado en dos platos que llevé a la mesa previamente puesta. —Jenn –Lo miré expectante—. ¿Te acuerdas del tema Ricky Maldonado?

—Claro, el de los Latin Kings que drogó y abusó de la hija de José en una fiesta ¿Verdad? –El asintió—. ¿Qué pasa? –Pregunté, ya que me parecía bastante extraño que me tocara el tema, sobre todo porque yo fui quien lo asesinó—.

—Hubo un error –Me dijo sin dejar de mirar el plato—.

— ¿A qué te refieres? –Le pregunté un poco asustada, la verdad es que en ese momento miles de cosas se me pasaron por la cabeza—­.

—Ricky Maldonado nunca drogó ni abusó de la hija de José –Me miró sin un rastro de arrepentimiento—. Karen se inventó todo eso porque la había rechazado –Pude sentir como se empezaba a revolver todo mi estómago formando nauseas, porque aunque no lo crean, todas las muertes que he provocado (hasta ahora) habían resultado ser netamente por ajuste de cuentas. —Los chicos vinieron a explicarme todo lo que pasó.

— ¿Me estás jodiendo? –Le pregunté con un hilo de voz, el sentimiento de culpa estaba invadiendo mi mente junto con las ganas de darle una buena paliza a esa tal Karen por zorra caprichosa—.

—Y no solo eso –Me dijo—. Su gente está enardecida con todo esto y lo único que quieren es venganza –Ahora pude ver en su expresión algo parecida al miedo—. Te quieren a ti, Jennifer.


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⏰ Última actualización: Mar 01, 2018 ⏰

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