Ocurrió que un día se le pudo ver...
Se presentó constante, con el paso firme, casi como rozando el suelo...
Sucedió que no tenía mirada, que parecía escapársele el rostro y las señas...
Su desaplazamiento fue inalterable; su ritmo fijo y cadencioso...
Sus pieles, un abrigo rasgado y un montón de sombras, lo seguían casi como abrazando lo taciturno...
El largo trecho avanzado durante la tarde le rogaba nostálgico que regresara, que lo viviera una vez más.
Ya al atardecer, el morral que colgaba de sus extremidades arrastraba extremo en la polvareda...
Ocurrió que en un momento se detuvo, el sol parecía sorprenderle...
Frenó en seco su ritmo desolador, casi como si se le acabaran los pasos...
Sucedió lo anhelado: sus ropas se desprendieron, cayeron al suelo raudas...
Y su "cuerpo"...
Su "cuerpo" se desplomó en dos millones de aves grises que volaron trastornadas por la libertad...
Ni un solo rastro, las huellas deshechas y un morral: 5 sueños rotos y 127 especies extintas, nada más quedó.
