💙Besitos de azúcar💙

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      ··•Changgu tenía una presión en su pequeño corazoncito, y es que ver a ese chico tan bonito sollozando le dolía. Había visto cómo los niños grandes se habían cercado a él, ¡pero Changgu no pensó que lo harían llorar, los amigos no hacían eso!
  
   Quería acercarse al niño proveniente de China, pero sus manitas sudaban tan solo con el pensamiento. Sin embargo, él debía ser valiente para aproximarse a su compañero y compartir sus —demasiado apreciadas— golosinas con él.
   Era la primera vez que sentía la necesidad de permitir que otra persona agarrara sus chucherías, y se sentía extraño por ello.

   Todavía tenía vergüenza, pero en cuanto los ojitos del otro niño se volvieron a nublar por lágrimas, no dudó en ir corriendo hacia él. Sin pensarlo.
   Una vez estuvo frente al extranjero, este lo miró confuso y atemorizado. Quizás pensaba que también le haría llorar, pero por Dios, ¡¿cómo sería capaz de hacerle daño a esa criaturita tan adorable?!

   —¡Hola! —saludó el niño coreano, con una amplia sonrisa. Escondía en su espalda la bolsa con los dulces, quería darle una sorpresa.

   —Ho-Hola —el niño le respondió con timidez, limpiando con la manga de su suéter amarillo las gotitas saladas que corrían por sus mejillas.

   —¿Qué te pasa, por qué lloras?

   Changgu tomó asiento al lado del chino, y así ambos quedaron sentados en el suelo del parque. El otro chico se quedó callado, jugando con sus deditos. Su mirada se notaba apenada y parecía que iba a volver a estallar en llanto en cualquier momento.

   —L-Los grandes... se b-burlaron de m-mi acento... y-y me dijeron... co-cosas muy m-malas...

   Changgu frunció el ceño molesto; el acento de ese niño era súper especial y tierno a sus oídos.

   —¿Quiénes son los niños mayores? ¿Quiénes te hicieron pupa, ...?

   —Ya-Yanan, mi nombre.... m-mi nombre es Yanan.

   —¡Qué nombre más bonito, Yanan! —su pronunciación hizo reír al extranjero, contagiando su sonrisita al coreano—. Yo soy Changgu, y he venido a ser tu héroe y a protegerte de esos monstruos. ¡Tú serás mi príncipe, de esos que le dan un beso a su héroe cuando le salvan de las feroces bestias!

   Yanan tenía las mejillas coloradas como nunca antes, y su corazón empezó a palpitar con una fuerza increíble. Era como si quisiera escapar de su pecho y saltar alegremente de felicidad.
   Changgu mostró sus mano, ergo también le enseñó la bolsa que contenía sus golosinas. El rostro de Yanan se iluminó con emoción al ver los dulces, le encantaban.

   —Sé que no son muchos, pero quiero compartirlos contigo... porque ahora eres mi príncipe, y debo cuidarte.

   Yanan sonrió con más amplitud, y con timidez metió su mano en la bolsa y sacó una de las tantas chucherías azules que contenía. La observó cautelosamente, pues en su país nunca había visto los dulces con esa forma tan peculiar.
   Changgu rió ante la mirada atontada de Yanan, y le quitó la chuchería de las manos.

   —Es un besito, así que abre la boca, yo te lo daré —dijo Changgu, la ilusión era palpable en todos sus movimientos.

   —E-Está bien...

   Yanan abrió su boca y dejó que Changgu le dejara el besito sobre su lengua. Sin embargo, cuando los bonitos labios de Changgu rozaron sus mejillas, no pudo evitar sentir una manada de mariposas revoloteando en su vientre.
   Se sonrojó todavía más, y con sus manos cubrió su cara. Estaba avergonzado, no quería que lo viera de esa manera.

   —¡No te tapes, príncipe! ¡Quiero verte! Es que cuando le das un besito a alguien, también debes darle un besito en la mejilla —comentó risueño, y de pronto su entusiasmo creció—. Ahora es tu turno, debes darme un besito.

   Yanan estaba tan feliz que no cabía en su propio gozo. Con una sonrisa de oreja a oreja cogió la golosina y la metió en la cavidad bucal de Changgu. Después de unos segundos, y con un ligero temblor, pegó sus belfos al cachete derecho del coreano. Se quedaron en esa posición durante unos instantes.
   Yanan se separó con lentitud, no quería dejar de estar pegado a esa piel tan suave. Había crecido en él una sensación de calidez que le encantaba, y cada vez que miraba los ojos del otro niño, iba incrementando.

   —Wow, ¡tus labios son tan lindos! Son delicados... como los de una chica.

   Yanan torció su rostro, se había ofendido por el comentario.

   —Hey, pero no es malo, me refiero que todos los chicos son tan brutos y sucios. Pero tú, tú eres tan bonito, tan tan bonito, y estás tan suave. ¡Y hueles a vainilla! Realmente debes ser un príncipe, ¿no?

   —No soy nada de eso... —susurró, la vergüenza lo estaba matando—. Y no entiendo por qué un héroe como tú querría estar conmigo.

   Changgu colocó sus dos manitas en el rostro de Yanan y le hizo girarse hacia su dirección. Luego juntó sus labios en un fugaz roce con sabor a azúcar y arándano.

   —No te preocupes, mi príncipe. Es porque eres el más perfecto de todos, y eres a quien quiero proteger. Me encantaría tener una de esas espadas tan grandes como en las películas, para poder salvarte de los mayores. Y también me gustaría... ahora... pedirte que seamos mejores amigos.

   Yanan quedó petrificado. Sus ojitos tenían lágrimas, pero esta vez era de alegría. ¡Tenía un amigo! Y no uno cualquiera, sino un valiente héroe que lo iba a proteger de todos los males.

   —Sí, vale. Seremos príncipe y héroe —respondió Yanan con suavidad.

   Sin previo aviso, tomó otra chuche y la acercó a la boca ajena. Changgu la abrió y una vez estaba masticando el dulce, sintió otro largo beso en su mejilla.
   Una traviesa sonrisa adornó su carita, y no dudó en abrazar a su nuevo amigo.

   —¡Qué mono eres, en serio! ¡No dejaré que ningún villano te haga daño, ni que ningún otro héroe trate de llevarte lejos de mí!

   —Eso quiere decir... eso quiere decir que siempre estaremos juntos, ¿no?

   —Por supuesto, príncipe.

   Sus risitas se escucharon ligeramente, y entre unos besitos y otros terminaron caminando a sus casas.

   Yanan no dudó en contarle a su mamá sobre el amiguito que se había echado, y su madre casi lloraba de la emoción. No sólo había encontrado a una amistad, sino que ese chico estaba dispuesto a proteger a su pequeño príncipe de los peligros.
  
   Y ella supo que tal vez no tendría muchos nietos en un futuro. Porque ver que aún con el paso de los años, Yanan y Changgu seguían con los besitos —que pasaron a ser besos— y el coreano le seguía llamando príncipe, le hizo intuir que esos dos sentían más que simple cariño por el otro.

   Y ella, no pudo estar más feliz por eso, su hijo había encontrado a su media naranja. Por suerte, esta media naranja era un héroe que como prometió año tras año, cuidó de Yanan como su mayor tesoro.··•

💙FIN💙




♥♥♥




¡Hola!💛💛

💖Uhm, bueno, resulta que me di cuenta de que no tenía mucho de esta pareja, así que he decidido empezar otra serie —de 5 caps que apenas tienen relación— y este será el primer capítulo.❤

🍭Aviso que será una serie con más fluff y azúcar que palabras, donde en todos los caps los protagonistas (PENTAGON) son niños pequeños :')🍭

Espero que os haya gustado~🙈💕

¡💞Nos leemos💞!

→Besitos de azúcar💙 {YeoAn}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora