Capitulo 1: El fin de Hostan

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En el castillo de Aquaia, la reina Eleonor cerró la puerta detrás de ella y se dispuso a esconder su secreto escondiendo las cuatro llaves de esa puerta durante otros diez años.

Mientras tanto en una humilde aldea totalmente amurallada, alejada de la capital, llamada Hostan, una chica con el nombre de Sam, los ojos verdes y el cabello largo de color castaño, se dirige a la taberna de sus tíos para entregarles una cesta de hortalizas de sus cultivos.

La fachada de la de la taberna se veía antigua, con algunas tejas rotas y con las tablas de madera podridas y un cristal roto tapado con panel de cartón. Cuando Sam entró la puerta golpeó la campana que indicaba que alguien había entrado en el local, pero la escena que Sam encontró no era la que ella esperaba. Las sillas estaban subidas, la mayoría de las luces estaban apagadas y aparte de sus tíos no había nadie en el local, aún que todavía no era la hora de cerrar.

–Esta cerrado –dijo su tío Dylan sin mirar quien ha entrado.

–¿Qué pasa? Todavía no es hora de cerrar –mientras decía eso, Sam dejo la cesta en la barra.

–¡Sam! ¿Qué haces aquí? Deberías estar en casa –respondió Christine ignorando la pregunta.

–Vete, vuelve a casa, ahora mismo sin recris... –a Dylan no le dio tiempo a terminar la frase, una explosión cercana le cortó – Nos vamos.

Dicho esto Dylan cogió a su sobrina del brazo y la llevo a la despensa del local.

–¿Qué esta pasando? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué es eso?

Ninguno de sus tíos le respondió, empezaron a mover una caja de la despensa dejando ver un pasaje bajo la taberna.

–¡Ayuda, ayuda por favor, socorro! –Gritaba alguien desde la calle desesperadamente.

–Entra Sam, tenemos que ir a ayudarle –dijo Christine empujando delicadamente a Sam bajo la taberna – Da igual lo que veas, da igual lo que oigas solo corre en linea recta hasta que salgas a la superficie.

Durante este tiempo se habían escuchado algunas explosiones y más gritos.

–¿A dónde lleva este túnel? Por favor venid conmigo –preguntó Sam llorando.

–Fuera de las murallas –dijo su tío mientras volvía a poner la caja en su lugar original, dejando a Sam totalmente sola en ese estrecho y oscuro túnel. Sam gritó y golpeo la caja intentando volver a por sus tíos, al ver que era inútil empezó a correr por el pasadizo.

Se escuchaban explosiones, disparos y gritos, con alguna explosión el suelo retumbaba, a Sam le temblaban las piernas pero siguió andando hasta que se encontró con un camino a su derecha que daba a una habitación.

Sam entró a la habitación, en la que había una mesa con varias sillas, estanterías vaciás en las paredes de la habitación y papeles tirados por toda la estancia, cogió uno y lo leyó:

"Hasta ahora nuestras investigaciones han sido en vano, hemos encontrado una de las llaves, nos faltan tres. Subiremos el número de expediciones por mes, estamos cerca de descubrir lo que esconde la reina. "

¿Qué oculta la reina? –pensó Sam en voz alta al leer esa nota.

Sam miro la habitación en busca de alguna llave pero no había ninguna, se guardó la nota en el bolsillo y siguió mirando.

Mientras observaba la habitación dejaron de sonar las explosiones, también los gritos y disparos, solo se escuchaba el silencio. Asustada salió corriendo de la habitación volviendo el camino que le dijo Christine.

Después de unos largos minutos corriendo por el túnel, Sam empezó a ver luz del exterior, salio por unas escaleras hasta la superficie que daban justo al otro lado, siguió andando siguiendo la muralla, vio unos carruajes salir de la única puerta de Hostan, fue hasta allí y se asomó.

Toda la aldea estaba destruida, no quedaba nada, los edificios habían caído y los que no estaban en llamas, por el suelo solo había escombros y polvo, entre algunos escombros se veían piernas, brazos o algunos cuerpos más o menos completos.

Sam ando por la aldea destruida hasta llegar a la taberna de sus tíos, estaba en llamas pero entró igualmente en busca de la llave, no la encontró pero encontró una daga, con un diamante incrustado en el mando, escondida en la nevera, la cogió y salió lo más rápido posible.

Al salir una casa cercana se derrumbó, Sam se acercó y vio al otro lado de la esquina a mucho de los habitantes muertos, en fila, asesinados.

Ante esta escena Sam no pudo evitar vomitar, Sam ya no tenia nada, ni a nadie estaban todos muertos. Además ella nunca había ido fuera de las murallas de Hostan.

Sam limpio su cara con la manga de la camiseta y alguien le puso la mano en el hombro.

Sam al sentir el tacto de una mano en su hombro instintivamente dio un salto hacía atrás y vio a un hombre de edad avanzada con canas y ojos oscuros, con un uniforme de la guardia real.

–Niña, ¿eres de aquí? –pregunto el hombre.

Sam estuvo pesando un poco si decir la verdad o no, teniendo en cuenta lo que había pasado con su aldea, era mejor mentir.

–No –Sam no quiso decir nada más ni hacer preguntas.

–Mejor para ti ¿qué hacías aquí? –el anciano dudaba de la validez de la respuesta de Sam.

–Pasear –Sam no era muy buena mintiendo.

Pero si tenía suerte, ya que en ese momento otro hombre bastante más joven empezó a gritarle al anciano.

–¡Jacques! Hemos terminado, ¿quién es ella?

–Según ella alguien paseando, según yo es de aquí –le respondió el más mayor.

–Podríamos llevársela a su majestad, seguro que lo agradece.

Jacques hizo un gesto de aprobación y sacó unas esposas del bolsillo trasero, las abrió y se las puso a Sam dejando sus manos en la espalda.

Los dos hombres dirigieron a Sam hacia un carruaje y cogieron una carretera camino a Aquaia.

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⏰ Última actualización: Jun 13, 2020 ⏰

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