Banditas

479 76 21
                                    

(Y otras maneras inútiles de reparar lo que está demasiado roto)

Mientras Iwaizumi crecía, sus padres siempre habían intentado enriquecerlo con cuentos para niños, en los que se presentaba un problema, se resolvía y todos vivían felices para siempre. Creciendo sin tener que enfrentar un reto mayor a detestar las asignaciones de matemáticas o las cosas verdes en su sopa, Iwaizumi creía en esto con todo su corazón. Después de todo, en un mundo donde todos son amables, ¿qué podría salir mal que no tuviera una buena solución?

Iwaizumi tiene siete cuando conoce al niño que vive al frente. Van a la misma escuela, pero Iwaizumi nunca había tenido interés en conocerlo. Su madre lo invita a su casa y le da brownies, e Iwaizumi decide que el niño no es una persona totalmente terrible. Al menos, Iwaizumi lo tolera.

Los asignan a la misma clase cuando tienen ocho y sus madres los obligan a caminar juntos de vuelta a casa. Ellas caminan delante de ellos, hablando sobre trabajos, esposos y compras. Iwaizumi y Oikawa las siguen, manteniendo una charla insegura. A Oikawa le toma un total de cuatro días convertir sus charlas inseguras en conversaciones como si se conocieran de toda la vida. Iwaizumi le sigue el juego.

Cuando el año escolar está casi terminando, la mamá de Oikawa deja de caminar con ellos. La hermana mayor de Oikawa los acompaña cuando puede, pero ella tiene un trabajo y un montón de tarea. A veces regresan a sus casas sólo con la mamá de Iwaizumi. Iwaizumi no lo cuestiona porque todos parecen estar bien con la situación.

Terminan pasando tiempo juntos durante el verano; Oikawa parlotea sobre aliens mientras que Iwaizumi atrapa bichos. A su amigo no le agradan los bichos, les hace caras y se queja sobre ellos, pero parece que puede tolerarlos siempre y cuando Iwaizumi no lo obligue a mirarlos.

Para el momento en que la escuela vuelve a empezar, Oikawa regresa haciendo pucheros y poniendo mala cara a la gente todo el día. Iwaizumi realmente no quiere involucrarse en esto; si Oikawa ya es difícil de tratar normalmente, Iwaizumi seguramente moriría intentando manejar a un Oikawa irritado. Pero su madre siempre le enseñó que no se puede resolver un problema sin involucrarse y que hay una solución para todo. Así que, con determinación, se dirige a su amigo para tratar y terminar el asunto.

En el último mes, el papá de Oikawa se había mudado y su mamá había empezado a trabajar más horas, e Iwaizumi está seguro de que existe una manera para que este problema se resuelva solo. Pero cuando cumplen diez y nada ha cambiado, Iwaizumi se da cuenta de que no existe una solución. Oikawa parece estar bien con eso, todavía siendo su fastidioso y conversador ser. De hecho, parece estar más feliz y ruidoso.

Sin embargo, Iwaizumi no puede dejar de pensar en ello, porque ¿por qué sus padres elegirían estar separados y molestos, cuando pueden estar juntos y felices?

La madre de Iwaizumi le explica que no todo tiene una solución e Iwaizumi es introducido al mundo real por primera vez. Los animales no cantan, el cabello no cura heridas y el amor no dura. Y lo más importante, no todo tiene una solución. Iwaizumi tiene diez y toda su percepción de la vida es reescrita.

Es un gran impacto.


. . .


Iwaizumi tiene catorce cuando su tía y su ruidoso bebé se mudan con ellos. El bebé los despierta a todos por la noche, les quita espacio en la casa, llora y hace berrinches por casi todo. Es un bebé —claro, no lo puede evitar, pero Iwaizumi desearía que no se tuviera que quedar con ellos.

Probablemente hubiera tomado la oportunidad para quedarse en casa de Oikawa, sino fuera porque su amigo está en el mismo predicamento, con su hermana y su propio bebé viviendo con ellos. Oikawa está acostumbrado a los fuertes llantos, viendo como su sobrino, Takeru, ya tiene tres años y medio; aunque sigue siendo ruidoso, suplica para que jueguen con él, corre por ahí semidesnudo y hace desastres por todos lados.

Band-Aids [MatsuHanaIwaOi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora