Incondicional

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"Inquebrantable fue la palabra que se convirtió en una promesa confirmada entre tú y yo. Lo prometiste, dijiste que antes de nacer el destino ya nos había juntado, incluso a través de los años; entonces lo que éramos hoy lo seríamos para siempre."

Reaccioné rápido, desafortunadamente fue demasiado tarde.

Lo sentía; lo sentía en mi espalda, en mi piel, muy dentro de mí. Era el fuego abrazador que venía tras una explosión. Era caer para no volver a levantarse.

La vida se alejaba de mí como un bote se aleja inevitablemente de la orilla.

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Ivan solía decir que viviría una vida larga, plena y feliz. Como de costumbre, Ivan se equivocaba. La última vez que lo vi fue antes de ingresar a la 'academia', allá en la fría Rusia; un mes antes de mi noveno cumpleaños.

La vida fue dura y las circunstancias aún más. Apenas si lo recordaba, él era tan sólo una mancha borrosa en mi infancia. Nunca conocí el cariño que un padre es capaz de profesar a sus hijos, pero siempre deseé hacerlo. Estar en la 'academia' era estar muerta en vida. Nos adiestraban para ser las mejores, pero nunca nadie se tomó la libertad de preocuparse por nosotras; porque al fin y al cabo no éramos más que armas, y las armas no sienten, ni siquiera lloran o se lamentan. Las armas matan, matan y matan.

Al final sólo quedamos diez de las cien niñas reclutadas. Entonces nos dieron tiempo para conocernos, para encariñarnos unas con otras; después nos echaron a pelear juntas, como animales. Por parejas; perdía la que muriese primero. Fue la primera vez que maté. Era su vida o la mía.

Así fue como sólo quedaron cinco de las cien niñas reclutadas.

Después llegó él. Un nuevo instructor. Ágil, fuerte, y rápido. Con un brazo de metal. Apuesto, demasiado apuesto como para ser un asesino. Tenía 16 y él 25. Nunca hacía contacto visual con nadie, ni siquiera hablaba más de lo necesario. Él nos ignoraba y nosotras lo ignorábamos, tampoco era como si tuviéramos tiempo para socializar en ese infierno.

Pero cambió, cambié, cambiamos. Nuestras miradas se cruzaban con frecuencia y los entrenamientos de combate cuerpo a cuerpo nos comenzaban a gustar cada vez más.

Éramos él y yo, James y Natalia, combatiendo juntos en horarios no permitidos. Éramos él y yo, James y Natalia, sonriéndonos mutuamente en el centro del gimnasio. Éramos él y yo, James y Natalia, besándonos con locura en la oscuridad de su cuarto.

Lo nuestro no duró mucho. Cuando los altos mandos se enteraron nos sometieron a numerosos castigos, hasta llegaron a jugar con nuestras mentes para olvidar todo lo que concernía a esa relación. Con mis recuerdos se fueron las caricias, los besos y las palabras. Olvidé a James, el primer hombre en mi vida; aquel con quién conocí el amor.

Cuando encontré a Alexi estaba en medio de una misión. Yo era una bailarina de ballet y él era un piloto de pruebas. Alto, blanco, castaño. El hombre ideal. Sencillo, tierno, honesto. Nunca me sentí digna de él, muchos años después descubrí que él no era digno de mí.

Me engañó. El muy patán fingió su muerte para trabajar en un nuevo proyecto sustentado por el gobierno. Regresé al único lugar de donde nunca debí haber salido. La KGB me convirtió en lo que soy, o era.

Con el tiempo conocí a Clint, él fue mi pase directo a una nueva vida. Aquel que estuvo a punto de matarme con una flecha directo al corazón se convirtió en el bálsamo perfecto. Con los años llegó la amistad. Barton era mi mejor amigo, mi hermano, la única persona en el mundo que lograba comprenderme.

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⏰ Last updated: Apr 11, 2018 ⏰

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