Ella y yo estábamos acostados en el sofá de mi casa, ella estaba recostada en mis piernas, veía sus ojos y ella me sonreía, yo le devolví la sonrisa, en ese maravilloso momento cerré mis ojos y me acerqué lentamente a sus labios, estaba a punto de morder su labio inferior, pero desperté, me desperté llorando porque todo fue un simple un sueño, desde el año anterior he estado deprimido... desde que ella llegó y no he podido dejarla de mirar o pensar en ella desde entonces. Ya no, ya no más, no quería seguir así, tenía que hablarle, no importa si me enamoraba, no me haría daño una relación de amigos con ella, decidí alistarme para ir a estudiar, me duché, me vestí de la mejor manera, al menos según yo, me puse un suéter azul debido al frío que hacía, además que siempre me gusta llevar suéter porque es una de mis prendas favoritas, unos pantalones vaqueros y un par de zapatos "Converse" de color negro, agarré mi mochila y fui a estudiar, fue un largo camino debido a que la institución queda lejos de mi casa, aproveche ese tiempo para pensar que le diría, obviamente no le diría que me gusta o algo así, me consumiría la vergüenza si me rechazara o algo por el estilo, llegué, el profesor de la primera hora no había llegado así que estábamos en el salón sin hacer nada, me senté en el pupitre más cerca de la ventana, para ver aquel hermoso paisaje, mientras escuchaba música y pensaba en ella, estuve así todo el rato sin prestarle atención a nadie, estaba en las nubes por así decirlo, ella era mi único pensamiento, no podía dejar de pensar en ella y en qué le diría cuando le viera durante el receso, de que temas hablaría, pensaba en cómo no cagarla. Solo en eso pensé, tenía que razonar conmigo mismo debido a que no tenía a nadie con quien hablar acerca de ello, mi único amigo no vino ese día para apoyarme y no soy de tener muchos amigos, prefiero estar solo, por así decirlo, tenía que ver cómo lidiar con ese problema y con los nervios yo solo, pero pensé en una simple solución, ser yo mismo, hablar de lo que se me ocurriera y seguir el tema de conversación que ella sugiriera.
Se acabó la "hora libre" y nos tocaba clase con otro profesor, aún así había solucionado el problema, seguía pensando en que por fin hoy le hablaría, y en ella como siempre lo hacía, recordando su hermosa cara, de la manera que sonríe, esa sonrisa que me inspira felicidad, veía hacía la ventana con una sonrisa idiota, luego el profesor gritó mi nombre, golpeo su escritorio y me dijo que prestara atención, yo me asusté y todos se rieron de mí, me avergoncé y presté atención a la clase, bueno, realmente solo miraba al profesor y a la pizarra pero yo estaba en lo mismo, pensando en lo hermosa que era. En fin, terminó la clase, salí del salón rápidamente y esperé a que ella saliera de clases para que llegara el momento de hablarle, estaba preparado y seguro de hacerlo, ya había salido de clases y estaba sentada, pero ahí llegó mi maldito problema, me dieron nervios, me quise levantar y hablarle, en mi interior quería hacer eso, pero no podía por los nervios que sentía al momento, no me sorprende, siempre pasa así, quieres hablarle pero no puedes, tienes todo preparado pero al momento te consumen los nervios, la tristeza me consumió, salí corriendo de ahí mientras las lagrimas salían de mis ojos, fui a un lugar solitario para que nadie me viera llorar, ahí rompí en llanto durante 5 minutos, al mirar a la derecha, ¿adivinen quien estaba caminando hacía donde yo estaba? Si, ella. Pase de tener tristeza a emoción, el corazón me latía muy rápido, juro que estaba a punto de desmayarme, se sentó a mi lado.
―Hey, ¿estás bien? ―dijo ella ―.
Estaba totalmente impresionado, ella vino a hablarme a mí, es inefable decir cómo me sentía en ese momento, las tristeza se fue y sentí una especie de felicidad, no era normal, el corazón me iba a mil y tenía miedo de ruborizarme, moriría de vergüenza, tenía tiempo que no me sentía así, de hecho, nunca nadie me había hecho sentir esa gran felicidad.
―Hola. Sí, ¿por qué lo preguntas? —Respondí yo entre titubeos—.
—Te vi tranquilo, hasta que llegué yo, me miraste, te fuiste y empezaste a llorar —respondió ella―.
Cuando dijo eso que yo la miré, pensé: ¿¡Qué!? ¿Cómo se dio cuenta de que la estaba viendo? ¿¡Y si siempre se dio cuenta de que la observaba a cada instante!? ¡Mierda! ¡Qué vergüenza!
―Tranquila, no tiene mucha importancia y no tiene nada que ver contigo. No te preocupes. Ya estoy bien. ―en ese momento hice una falsa sonrisa, me mataban las ganas de abrazarla―.
— ¿Seguro? ¿Estás totalmente seguro de que todo está bien?
—Sí, estoy completamente seguro.
Hubo un silencio incomodo durante 1 minuto, le pregunté algo básico, su nombre.
— ¿Cómo te llamas? —Dije entre titubeos nuevamente—.
— ¡Ah! Disculpa, mis modales. Me llamo Sophie, ¿y tú? ¿Cómo te llamas? —Respondió entre risas—.
—Me llamo Stannie. Un placer, Sophie. —dije yo—. Luego de responder, sonó la campana, así que cada uno tuvo que ir a su respectiva clase. El profesor con el que teníamos la siguiente clase no vino así que yo ya me tenía que ir.
— ¡Disculpa, ya me tengo ir! ¡Hablamos luego, Stan! —Y corrió a su clase—.
— ¡A-Adiós! —dije yo gritando—.
Sonreí porque había cumplido mi objetivo, al fin le hable. El resto del día me sentí diferente, como no lo estuve durante mucho tiempo, pensando en un posible futuro con ella, sé que no sería la gran cosa, puede que llegáramos a algo y también puede que no, me llevaba más por la segundo, sé que es muy difícil que se fije en alguien como yo, en un raro. Pero, por ahora estaría bien siendo su amigo.
Simplemente me sentía feliz, ya tenía tiempo sin sentirme así y todo gracias a ella.