No confíes en nadie

Capitulo 1

Desperté. ¿Dónde me encuentro? ¿Quién soy? En este momento lo único certero es que me encuentro en un lugar oscuro y húmedo, que no me es familiar. En realidad, no puedo recordar nada. ¿Quiénes son mi familia y amigos? Me esfuerzo por recordar nombres, caras, momentos. No puedo, estoy en blanco. De la nada empiezo a sentir una fuerte opresión en el pecho y no puedo respirar, es como si me clavaran múltiples puñaladas pero no puede percibir de donde vienen. Entonces recordé, mi inhalador, tengo asma. Comencé a buscar de una manera desesperada. Si alguien me hubiese visto pensaría que fue una reacción un tanto exagerada. Pero en ese momento lo único en lo que pensaba era que si no encontraba ese pequeño aparato moriría por asfixia en un lugar desconocido. Repentinamente me calme. No entendía porque, era como una oleada de alivio que me devolvió la respiración. Cerré los ojos para poder pensar en una explicación lógica a todo esto, pero nada tenía sentido. Como llegue ahí, porque no podía recordar absolutamente nada y por qué mierda no tenía mi inhalador conmigo. Ahí fue cuando una imagen vino a mi mente.

Era una cara solo que no lograba descifrar de quien. Y ahí comenzó otro ataque, pero esta vez no fue de asma, de algo peor. Era una mezcla de ira y angustia. Sentí algo desgarrándome la garganta hasta que no lo pude contener más. "KIERAN" grite. Primero pensé que era mi nombre, pero considerando que soy mujer, descarte esa posibilidad. Otra vez vino la imagen de ese rostro a mi mente, solo que esta vez supe que era Kieran, mi novio hace 6 años, se diría que el amor de mi vida. Lo conozco desde que tengo memoria. Es un chico alto, rubio, con el pelo más hermoso que vi, ojos azules que derriten hasta el acero, sonrisa perfecta. Es un irresistible combo. Humilde, generoso, divertido e inteligente. El chico perfecto.

Sin pensármelo dos veces comencé a gritar desesperadamente su nombre en busca ayuda. Solo me detuve cuando sentí un dolor punzante en mi brazo y sentía algo recorriéndome la piel. Instintivamente mire al suelo, en el cual pude apreciar un charco de un color rojo profundo, sangre. Mi sangre. Había cortado profundamente mi brazo con una barra metálica sobresaliente de una pared. Debido al dolor de mi brazo me deje caer al suelo y las lágrimas calientes ardían en mis ojos nublándome la vista. Sentí que todo acababa, ese era mi último aliento. Moría. Sola y olvidada. Cuando mis ojos comenzaron a cerrarse me di cuenta de la situación, estaba por morir desangrada, en un lugar desconocido y por haberme cortado el brazo como una idiota. Así que me levante y con las pocas fuerzas que me quedaban, grite, grite como nunca había gritado. Esto no podía terminar así.

 Luego, alguien abrió violentamente una puerta que no había notado que estaba allí. Mis ojos se cerraron por inercia debido a la luz que asomo por la puerta. Y lo vi. Era Kieran, mas hermoso que nunca. A pesar de no tener fuerzas corrí a sus brazos. Me contuvo, como el solía hacer cuando me sentía débil e inútil. Pero algo era diferente. No me sentía segura en sus brazos. Intente convencerme a mí misma de que era porque acaba de salir de un agujero oscuro en el cual, a juzgar por mi aspecto, pase más de tres días.