Sin Alma

Capítulo 1: La máscara

Abrí mis ojos, estaba oscuro, frio y vacio. No había rastros de nadie por ningún lado, estaba completamente solo, y en ese momento tuve una sensación extraña, pero familiar, como si la hubiese experimentado antes, como si alguien estuviera detrás de mí, esa sensación... era miedo.

Quería correr e irme lejos, no quería estar ahí, pero cuando intente correr, empeze a caminar hacia atrás, y alguien me detuvo por la espalda; Me sostuvo con fuerza, quería darme la vuelta pero cuando intenté girarme empeze a llorar; no sabía que estaba pasando, estaba confundido, y la persona que me sostenía me pregunto -¿A qué le tienes miedo?-

Intente gritar, intenten hablar, intente moverme, pero estaba paralizado. Mi piel empezó a caerse; no podía sentir nada, mi nariz sangraba, mi mirada se nublaba, mis extremidades como: mis dedos, mis orejas, mi cabello, todo empezó a caerse.

Comencé a sentir dolor,  un dolor tan fuerte que era indescriptible. La persona que estaba detrás de mi, empezo a reirse muy fuerte, luego a gritar, mientras más gritaba más me dolía y mientras mas me dolia mas se iba nublando mi vista Hasta que ya no podía ver y la persona me dijo - ya sufriste demasiado por hoy, es mejor que despiertes-.

Abrí mis ojos y estaba acostado en mi cama, todo fue un sueño, de nuevo. Me aliste para ir a la escuela. Espere al bus, como de costumbre, lo que pasa en mis días es muy monótono y aburrido, siempre fui muy misántropo, y no es que odie a nadie, ni que nadie me odie a mi, es solo que no me interesan los demás y yo no les interesó a ellos.

Después de un largo y aburrido día de escuela, llegue a mi casa, y salude a mi padrastro. Mi madre murio cuando tenia 12 en un accidente automovilístico, ya hace 5 o 6 años de ese accidenten. 

Me aliste para dormir, para empezar con mi tortura de nuevo. Ya eran las 4 AM, estaba haciendo lo posible para no conciliar el sueño, no quería dormir, ya estaba cansado de sufrir noche tras noche, de tener miedo a dormir.

 Cuando me di cuenta, ya estaba dormido, estaba todo oscuro de nuevo, a la lejanía alcanse a ver a un hombre alto, que caminaba encorvado, con un buitre en la espalda. Tenía una máscara, muy espeluznante, el hombre me dijo- Acércate, no soy peligroso- obviamente no me acerque a él. Se quedó mirándome con una mirada sombría y perturbadora. El se aproximo lentamente hacia mí mientras decía -no tengas miedo, no te voy a hacer daño - cuando estaba enfrente de mí me dijo, -hola mi nombre es "A12"- cuál es el tuyo?- me pregunto mientras me daba la mano, justo cuando le iba a decir mi nombre, desperté.

Lo primero que pensé es que, no fue un mal sueño. Era el primer sueño tranquilo que había tenido en muchos años. Cuando fui a la escuela no estaba cansado ni aburrido. 

Estaba experimentando una sensación extraña pero buena, esa sensacion... era felicidad.

Cuando estaba en la biblioteca de la escuela, me dormí, queria ver si podía soñar con algo bueno de nuevo. Cuando por fin me dormí, vi al hombre de nuevo, quería llamarlo pero había olvidado su nombre, y camine hacia él, y le dije - hola!- Cuando me vio se asustó y me grito- SAL DE AQUI!- con una la respiracion acelarada y sudando, se paró recto y me dijo- ya es tarde, él está aquí... lo siento... espero verte pronto- él solo me veía, y por una extraña razón se empezó a quemar y no se movía, no gritaba, no hacía nada mientras ardía en llamas.

Me gire y una voz me dijo haz vuelto, ya te extrañaba. En ese momento me di cuenta que mis pies estaban congelados, no podía moverme. A lo lejos podía ver un gigante hecho de fuego, la voz me dijo- los monstruos deben morir- y susurro en mi oído- los monstruos como tu- me toque la cara y sentí algo extraño, lo que tenía era una máscara, no podía quitarla. El gigante de fuego corría hacia mí, en sus manos cargaba con un mazo de hierro.

 Se detuvo frente a mí, me dije a mi mismo, - este es el fin?- ya no hay nada que pueda hacer para escapar de esto...- y sentí un gran temblor, y una voz fuerte que decía -señor park! despierte señor park!- La maestra me había despertado, nunca sentí tanto alivio de ver su arrugada cara.