Desesperanza

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Eterno placer que aprendí a apreciar cuando disfruto las cosas en silencio, por que en lo frágil me libero, pues lo cuido con todas las fuerzas que el café y un cigarrillo me pueden dar en una mañana, tal vez también cuando me pierdo en mi mirada, observando océanos perdidos de amaneceres, acompañados de soledades que me hablaron sobre castillos de oro, naves espaciales, guerras medievales, y como no el amor de mi madre.

Y es que pretendo ser, ese ser, que aunque quiere ser, se detiene a ver, que quiere querer, y aprender del placer de enloquecer, y a veces pertenecer a este mundo al revéz.

Pero que mejor placer, que perderme en la niebla de un desamor que aunque nunca será mío, pretendo desafiar con mi ignorancia y cobardía esperando tan solo un día, acechando en el carajo, del barco de mi voluntad, ¡viento en popa! grita mi desesperanza, mi angustia alza las velas y como no verla, si al verla empieza mi agonía, sentimiento placentero que aunque se sea doloroso, me hace sentir vivo, entre un mar de gente tan distante.

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