El joven de cabellos rubios y contextura delgada corría rápidamente por una gran rambla de losas perfectamente pulidas de un brillante color grisáceo, capaz de reflejar todo el explendor de aquellas calles limpias. Pasaba junto altos y magníficos árboles totalmente verdes y sin ninguna hoja caída. Las altas y luminosas farolas comenzaba a encenderse respectivamente el azul claro y despejado cielo que cubría toda la ciudad se volvía una mezcla hermosa entre el rosado y el morado, llamando así la atención de todos los curiosos andantes. Evitando ese magnífico momento, el chico miraba nervioso mientras caminaba a un paso rápido su reloj de un metal brillante en el cual se reflejaba su fina barbilla la cuál estaba siendo alumbrada ,al igual que todo su cuerpo, por el radiante sol que se escondía entre los oscuros edificios que se observaban al horizonte que cada vez se veía más oscuro. Sin perder los nervios apuró sus pasos para después escuchar las sonoras campanadas de una antigua pero hermosa iglesia que repetian un alegre ritmo característico de esta. El pálido no detenía su carrera. El cansancio se notaba en sus facciones. El cielo ya había tomado un color azul oscuro totalmente despejado con las pequeñas pero brillantes estrellas que comenzaban a aparecer. Las luces de las farolas marcaban el paso cansado del de cabellos rubios que brillaban mágicamente. Por fin llegaba al final de aquella rambla. Se observaban unas brillantes luces provenientes de una feria cercana. Al observar las atracciones, la respiración del chico se tranquilizó para buscar a su acompañante menor. Y ahí estaba. Era el pequeño que cuidaba, el cual se había escabullido mientras daban un paseo. Las luces, los colores y el olor a algodón de azúcar atraía al castaño de ocho años. El más alto accedió a subir a algunas máquinas, pero sin duda la última fue la más memorable. Las vistas que mostraba de toda la luminosa ciudad eran hermosas dejando a los dos chicos totalmente perplejos. Volvían por una calle sin tránsito, el de cabellos marrones con un globo de la"Patrulla Canina" en una de sus manos y con la otra tomando la del rubio, el cual ya se encontraba totalmente tranquilo. Al llegar a casa del mayor, Mike calló rendido en el sofá, acto que imitó su niñero, aunque sabía que tendría que bajar unas calles hasta la casa del niño y dejarlo en su blanca cama. Aún así, esa noche durmieron allí, en aquel rojo sofá con forma de ele que atravesaba el salón lleno de trastes y oscuro, en el cuál solo sonaba el móvil de Jonathan, al cuál nadie respondió.
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"Since We Were Kids"
Teen Fiction"-Hola Mike, soy Jonathan y seré tu niñero- sonrió el rubio. -H-Hola- dijo nervioso el menor." La historia de como se conocieron y conviven Jonathan y Mike. //Notas de las autoras: Esperamos que os guste. Dibujo de la portada por Eli y desarrollo de...