No, por favor.
No trates de hacer que me quede. O preguntarme si estoy bien, no tengo la respuesta.
No me hagas pasar la noche. O preguntarme si estoy bien, no tengo la respuesta.
A la media noche, no hay tiempo para reír, cuando dices adiós.
Tuve una cita más con Park Jimin.
Éste chico me ha gustado desde hace seis meses, cuando lo vi saliendo de la tienda de mascotas con un pequeño gatito el cual me pareció la segunda cosa más linda de la tierra, el primero, era Jimin.
No supe de donde tuve el valor, ni siquiera lo pensé bien, pero me acerqué con la intención de acariciar al gatito que sostenía en sus brazos. Después de todo era una gran excusa.
–Hola gatito, que bonito estás –dije acariciándolo tímidamente. PERFECTO Jeon, ¿no pudiste ser más creativo? Definitivamente no pude sonar más estúpido diciendo aquello en tono de aegyo, maldita seas Jeon Jungpendejo, ahora su primera impresión será que eres un ridículo.
–¿Verdad que lo es? Es la cosas más preciosa, no pude no llevármelo a casa, será mi nuevo compañero. –me dijo el chico, pero yo creía que él era el más precioso aquí. Esperen ¿y esa confianza? O me veo demasiado bien o solo es mi día de suerte, o tal vez ninguna de las anteriores.
–Lo es. –dije con una leve sonrisa, y lo mire a los ojos. –¿Tienes un nombre para otorgarle?
Lo pensó un momento. Y contestó.
–Cuty. Alguna vez mi madre mencionó que quería ese nombre para una mascota. Pero nunca tuvimos una.
–Pues le queda muy bien, en serio.
Mantuvimos el contacto visual y no podía estar más interesado en aquel chico. Quería que estuviera en mi vida y me permití entablar una conversación con él.
–¿Cuál es tu nombre? –pregunté decidido.
–Park Jimin. ¿Y el tuyo?
–Jeon Jungkook. –le dije con mi mano estrechada y una sonrisa de conejo.
–Es un gusto conocerte. –no llevaba ni 20 minutos con él y ya me estaba muriendo. Tomo mi mano e hicimos el típico saludo cuando personas se conocen. Y vi, por primera vez aquella sonrisa que me volvió loco en cuanto la vi, mezclándose con sus tan delicadas líneas en sus ojos.
Me perdieron.
–El gusto es mío, Jimin.
[...]
Los días pasaron, y con ellos, intercambio de números, y salidas aumentaron, volviéndonos amigos. Tres meses después aquellas salidas se convirtieran en citas. Y una que otra declaración indirecta de parte de ambos.
Pero, o éramos demasiado tímidos y tontos, o la vida no nos quería juntos, porque al parecer, ninguno de los dos queríamos dar el siguiente paso. Ya saben, el gran primer beso, solo obteníamos pequeños besos en la mejilla, pero igual que con eso ya me tienen en el cielo.
Nuestras citas eran hermosas, nunca rutinarias, siempre era un lugar diferente, nos sorprendíamos mutuamente, y para mí, pasar tiempo con el pelirrubio, lo era todo.
Esta vez nuestra cita fue en su departamento.
Creo que nunca me sentí más nervioso de todas las citas que hemos tenido.
Llegué a las siete en punto a tocar su puerta, recibiendo un abrazo y beso sonoro de su parte en mi mejilla izquierda. Me hizo pasar, y de inmediato sonó el maullido de Cuty, tenía tanto sin verlo, a ese gato le debo mucho, él fue quien causó que tenga en mi vida cual persona se encuentra en la cocina preparando yo que sé pero hace que me ruge la tripa.