JungKook supo que algo iba mal desde el momento en el que despertó.
Para empezar, las cortinas de su cuarto estaban abiertas y el nunca olvidaría cerrarlas, odiaba ser despertado por la luz del sol.
Su madre se encontraba sentada en la silla que había a un lado de su cama. Estaba llorando.
- ¿Mama? -murmuro, sentándose en la cama con un poco de torpeza- ¿Q-Que sucede, estas bien?
Su madre se sobresalto un poco al escucharlo hablar.
-Mama, ¿Que pasa? -dijo en un tono mas suave.
- Tenemos un problema -susurro ella, mientras se secaba las lagrimas con un pañuelo- Lo siento mucho, mi vida. No pude hacer nada... No me dejaron hacer nada.
-¿De que estas hablando...?
- Vamos a conseguir el dinero, bebe. Te lo prometo. Esto es solo una solución temporal.
JungKook se levanto, estremeciéndose al sentir el suelo frió bajo sus pies, se acerco a su madre y tomo sus manos entre las suyas con cuidado. Necesitaba que parase de emitir esos sollozos ahogados, lo necesitaba desesperadamente.
- ¿Una solución a que? ¿Mama, de que estas hablando?
Ella trago saliva, pero tardo un buen rato en poder hablar de nuevo.
- No podemos pagar todas las deudas de tu padre. No podemos, de verdad. Puede que cuando las cosas esten mejor podamos reunir el dinero, pero no ahora. No hay otra solucion, JungKook, por favor, tienes que entenderlo.
- No estoy entendiendo absolutamente nada -respondio con toda la suavidad de la que fue capaz.
- Cariño, de verdad lo siento mucho -su madre oculto su rostro en su pañuelo. JungKook cerro los ojos, evaluando las posibilidades.
Conocia las deudas de su padre, no era estupido. Escuchaba las conversaciones por telefono, las suplicas de su madre a altas horas de la madrugada. El juego y el alcohol habian arrasado con sus vidas, se habian llevado sus ahorros de toda la vida, les habian quitado el coche y habian dejado su casa pendiendo de un hilo. Y a pesar de todo su madre lo consentia, limpiando suelos llenos de vomito, cristales rotos, liando por telefono con los del banco, suplicando a figuras misteriosas que vociferaban sobre deudas al otro lado del telefono. Su madre se derrumbaba poco a poco como un castillo de arena a la orilla del mar y su padre seguia inmovil en su sillon enorme, silensioso, poderoso, posiblemente ebrio, definitivamente enfadado cuando se levantaba.
JungKook miraba y callaba, se apartaba del camino de su padre, trabajaba de mesero en una cafeteria y sacaba un misero sueldo para comer. No recibia ningun credito ni se habria atrevido a esperarlo, sabia perfectamente que habia avergonzado a su familia desde que dijo la verdad acerca de su genero. Los cuatro hermanos de mi papa junto con el eran alfas, enormes y poderosos, territoriales, que ni siquiera entre ellos se habian llevado bien. Sus tios tenian niñas omegas, bonitas y dulces y fuertes niños alfas con caracter y voluntad de hierro. Un joven omega pequeño, delicado, con curvas y olor a vainilla no era precisamente lo que la familia podia a ver esperado, pero asi era como habian salido las cosas. No podia cambiar su genero, asi como tampoco podia cambiar la ludopatía* de su padre.
No podia quejarse, no le molestaba trabajar, le gustaba el rumor de los clientes anonimos, la calidez del interior del local, siempre con la calefaccion, con agua caliente para lavar las tazas y los vasos, siempre con el suave uniforme negro, impecable, que contrastaba con sus camisetas de dibujos desgastados, los pantalones asperos y deshilachados y las chaquetas descoloridas. Llevaba mas de dos años sin comprarse ropa y casi un año sin darse un baño caliente.