La Enfermedad de las Flores

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Era una tranquila mañana en South Park. Los pájaros cantaban, el sol brillaba, y Kenny McCormick se encontraba vomitando pétalos de flores en su baño. Nada sorprendente tomando en cuenta las cosas alocadas que pasaban en el pueblo.

-Mierda -masculló el rubio observando los pétalos morados en su sucio inodoro. ¿Qué carajos estaba pasando? No recordaba haberse comido una flor el día de ayer para ganar una apuesta o algo por el estilo.

Bueno, daba igual, seguramente era algo insignificante y mientras más lo ignorara más alejado estaría de todos los problemas. Lecciones de vida que se aprendían al vivir tanto tiempo en ese pueblo.

Volvió a su cuarto luego de asegurarse de que no había ninguna prueba de lo que acababa de pasar. Se puso su capucha, tomó su maletín y salió para tener otro día de escuela.

Se encontró con su grupo de amigos en la parada del autobús, saludó a los tres con su amortiguada voz debido a su capucha, recibiendo un saludo de vuelta.

-Eres un maldito judío -masculló Eric sin razón alguna.

-Y tú eres un maldito gordo -respondió Kyle.

-¡Hey! Deja de ser tan perra.

-Tú comenzaste -mencionó Stan como si nada.

-Al menos Kenny está de mi lado ¿cierto?

-Muérete Cartman -respondió el McCormick.

La mañana pasó de manera tan normal que había olvidado el asunto de esta mañana. Había tenido unas leves picazones en la garganta varias veces del día, pero pudo contenerse. Tenía que cuidarse, tal vez pronto le daría un resfriado, aunque eso no explicaba los pétalos. Bueno, no es como si realmente le importara conocer la verdad, algo le decía que sería muy molesto.

Y tal como había pensado, sí, era algo muy jodido.

-Oh mierda, tengo clase de química ahora -masculló Stan soltando su cuchara.

-¿Y? -el pelirrojo arqueó una ceja.

-Tenía que aprenderme unos elementos químicos, pero lo olvidé completamente.

-No es tan difícil -dijo el judío.

-Kyle, no todos somos unos malditos nerds como tú -reprochó el gordo.

-Y la hora de la muerte llegó -murmuró Kenny al escuchar el timbre.

Todos comenzaron a salir de la cafetería sin muchas prisas, llegar a clases después del almuerzo no era lo más bonito después de todo.

Sin embargo, en ese momento, Kenny sintió como algo iba subiendo por su garganta. Mierda, tenía que vomitar ahora. Genial, una de las pocas comidas que tenía al día y la desperdiciaba de esta manera, cuanto odiaba su organismo en ese momento.

Sin decirle nada a los demás, aprovechó para irse corriendo al baño. Se encerró en uno de los cubículos, se bajó la capucha y comenzó a toser fuertemente; su pecho le dolió un poco ante esto. Nuevamente los pétalos morados aparecieron decorando su almuerzo. Esto sí que era un mal chiste.

Se limpió un poco los rastros de saliva y salió a limpiarse mejor en el lavamanos. Para su sorpresa, Butters se encontraba ahí.

-¿E-estás bien? -preguntó con timidez.

-Sí, no te preocupes, solo algo me cayó mal -contestó subiéndose la capucha nuevamente.

Tres días pasaron y él seguía vomitando/escupiendo esas estúpidas flores. Cada vez su tos se volvía más constante, tanto así que sus amigos se comenzaron a mostrar algo preocupados por él. Por eso, él no podía quitarse la chaqueta en un espacio público ya que mostraría los montones de pétalos que había escupido, aunque otras veces era peor, tenía que correr al baño para vomitar. Maldición, esto le estaba jodiendo más la vida, de forma literal.

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