¿Una copa?

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Los chicos estaban esperando el metro en la ajetreada ciudad de Barcelona, habían cogido el último pensando que así no se cruzarían con tanta gente. Después de la firma de discos y dar una vuelta por la ciudad, les había parado tanta gente que en ese momento se sentían entre muertos de cansancio y con la adrenalina por las nubes.

Agoney y Raoul estaban en silencio, mirando sus móviles, cuando una chica rubia y pequeña les llamó la atención:


- ¿Hola? ¿Aún seguís aquí? Pensaba que os habríais marchado hace rato.


- Hemos perdido el último bus a las afueras porque alguien – dijo el canario señalando con la cabeza al rubio- ha decidido que hacerse fotos con sus fans era más importante que que yo me quede en la calle.


Nerea, cuando iba a preguntar por qué su mejor amigo iba a quedarse en la calle, miró el móvil y, disculpándose les dijo que se tenía que ir porque su padre, a quien había estado esperando mientras los chicos se hacían selfies, había llegado para recogerla.


- Si necesitas cualquier cosa me llamas ¿vale? Le digo a mi padre que venga a por ti y te quedas en mi casa sin problema-, había dicho la niña con su dulce voz dirigiéndose al moreno que la miraba con carita de pena.


En unos minutos llegó el metro y subieron en este para salir del centro de la ciudad en dirección a casa de la amiga de Agoney, con quien se suponía iba a dormir esa noche. Allí mismo había aparcado el coche Raoul, que vivía a unos kilómetros.

Mientras iban hablando de sus impresiones de aquél día, el canario recibió un whatsapp.

Este rezaba "Ago sorry; al final esta noche me quedo a dormir en casa de Laia, no voy a pasar por casa. Avisa a Nere que te quedas en su casa. Lo siento muchísimo de verdad. Mañana nos vemos, ¡te quiero!"


- Joder, con amigas así... Da gusto. - y mirando a su amigo, quien se había quedado observando serio la pantalla del teléfono, dijo- ¿Tú me podrías llevar a casa de Nerea, por favor? O puedo coger un taxi, no hay problema, solo dime algún número y...


- Sí claro, sin problema. Avísale. - Raoul se quedó dubitativo mientras salían de la boca de metro.– Sólo que... En casa de Nerea no tienen cuarto de invitados ¿no?


- Buah, pues creo que no... Pero bueno, no creo que pase nada. Sus padres saben que dormíamos juntos en la academia, y saben de sobra que yo no... Vaya, que somos amigos.


El catalán sonrió un poco, sabiendo a lo que se refería.


- De todos modos, hagamos una cosa... Quédate conmigo. - Dijo esto en voz más baja de lo normal y, al no entenderlo su receptor, repitió: - Que te quedes en mi casa... Tenemos habitaciones de sobra y un baño que no utilizamos normalmente y...


- No se si es buena idea.

- ¿Por? - cuestionó Raoul, con cara preocupada.- Sólo te lo digo porque mis padres están de viaje y no... O sea...


Las mejillas le ardían en ese momento y su amigo, sabiendo lo incómodo de la situación, decidió hacer una pequeña broma y aceptar la oferta.

Quien juega con fuego...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora