| Anochecer

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No podrías ser más diferente que yo›

Tenía catorce años cuando los muros se hicieron cenizas: sangre sobre mis manos. Dónde antes había un arco iris, ahora sólo habían sombras y oscuridad. Son sentimientos que a veces escapan de mi interior, creo que de mi alma. No lo sé. Y estoy segura que cualquiera de las dos, está destrozada. Hay un humo que desaparece en el aire, entonces pienso que no hay corazón que pueda encontrarme ya.

Septiembre, octubre, noviembre, diciembre. No sabía cuánto tiempo había pasado...se sentía como una vida. Tal vez más de cuatro meses. Creo que fue ayer.

En ese entonces preservaba un poquito de tranquilidad, como la paz ciega de un niño. Aquel día escuché de la cocinera decir: Ya sabía yo que había gato encerrado. Es la protegida de la señora; no hija del señor. De ahí una historia que no se puede vertir. Me sentí una intrusa, aunque el conflicto estaba lejos. Pero la paranoia provocaba aquella sensación de que avanzaba en un vacío cada vez más y más, inevitable para mí. Era una infección.

No sabía en qué momento decidí ser así. De seguro alguna vez me cuestione si existían elecciones para los carácteres, de inmediato supe que debí haber sido una pequeña inmadura para exibirme de una forma tan mediocre. Era un humano paralizado, con pies derritiéndose. Y mi familia era un reloj, piezas que encajan perfectamente. Tenía más agua salada que sangre caliente en las venas.

La manera en la que me movía era por simple instinto y sencillamente no quería suscitarlo. Mi locura no era de esas que te hacía correr por un sueño en medio de la noche promovida por una fuerte determinación. No, para eso requería esperanza, y de eso tenía menos que de inteligencia.

Lo digo porque conozco a personas que se mueven por interés; mi madre, mi padre, mis amigos. Perros ladinos que no merecen el mínimo monólogo. No quiero decir que cualquiera no es de mi talla. ¡Hasta hace poco acabo de decir que me considero un recipiente! Soy tan trivial y minimalista como un lápiz a lado de una libreta. Y tan llena como un frasco en una dulcería.

Ahora tengo diecinueve y es mi último año. Creo poder decir que esta vez nada cambio cuando las aves llegaron.

Y es porque estás atrapado conmigo.

Y es porque estás atrapado conmigo

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Mattina © | AU! | 『SaiIno』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora