Juliana no estaba segura de si era un señal maravillosa o el presagio de un desastre, pero sabía con certeza que las hojas caían hacia abajo, no hacia arriba. Con suma incredulidad, fue la única entre sus compañeros de clase que vio a las hojas muertas de los árboles regresar a sus ramas. Fue algo lento, paulatino, una danza que parecía guiada por el viento. Juliana sonrió ante el extraño fenómeno. 《No hay nada más sabia y hermosa que la naturaleza》pensó para sí. Durante millones de años, el planeta había albergado cuantiosas formas de vida, y con todas llegó a convivir en paz. Ni siquiera la humanidad, caprichosa y conflictiva, tenía el poder para subyugarla. Desde pequeña, Juliana se aferraba a la idea de que los pueblos mantenían un pacto de no agresión con la naturaleza.
Pero mientras la chica se elevaba en sus pensamientos, ajena al parcial que justo entonces debía terminar, las hojas que suavemente volaban no se detuvieron en las ramas que las abandonaron. Por el contrario, siguieron elevándose hasta el infinito. Extrañada, Juliana notó que poco a poco todo lo que estaba en el suelo empezaba a ascender por los aires. Después de las hojas,fueron las piedras pequeñas. Luego, las ramas sueltas, de ahí las frutas caídas. Y cuanto más grande el objeto, con más violencia despegaba del suelo. De un momento a otro los objetos más livianos se alzaron hacia el cielo sin reducir su aceleración. Entonces, en ese preciso instante, Juliana se elevó. Y junto a ella, sus compañeros. Y con ellos, los pupitres. Lapiceros, calculadoras, maletines, computadores, ¡todo! Nada ni nadie se salvó de impactar el techo con suma violencia.
A pesar del inmenso dolor que producían sus costillas rotas perforándole el pecho, Juliana comprendió horrorizada la terrible verdad, una a la que escapó desde pequeña. Y es que la naturaleza, tan hermosa y tan ella, yacía vilmente ultrajada por la avaricia humana. 《¡No más!》habría de gritar.《¡YA NO MÁS!》Como si de criar villanos se hubiera hartado, cansada ya de tener insensibles pisando su piel, quiso expulsarlos por completo, de modo que ya nuna pudieran regresar. Todo, desde ríos completos, pequeños roedores y grandes mamíferos hasta autos lujosos y baratos, avenidas interminables, gente buena y mala... Aquello que no estaba fuertemente asida al suelo terrestre era objetivo de erradicación.Juliana cerró los ojos. La naturaleza es sabia, sin duda. Espléndida, por no decir más. Al empezar a desprenderse de los humanos se llevó también sus miedos. Y sus gritos. Y con ellos, su maldad.
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Tierra muerta
Science FictionJuliana no estaba segura de si era ua señal maravillosa o el presagio de un desastre, pero sí sabía que...