Lo religioso se encuentra ausente en el mundo de la superficie. Es una carencia. El predominio del sinsentido temporal se manifiesta, en el orden que atañe a los dioses, con su ausencia. Esta es una forma más de la latitud y la sosez característica de este mundo.
La huida de los dioses significa literalmente que han dejado el espacio desprovisto de todo rasgo suyo.
No hay piedra que se levante que pueda demostrar lo divino. No hay animal que nos mire fijamente a los ojos y en su mirada se recozca el brillo de su creador... Un manantial desconoce toda la fuerza ebullente de una deidad. El mar ha perdido sus rutas guiada por la buena mano de un dios propicio. Nadie acude al huerto de aceituna o al viñedo de las gruesas y apretadas uvas donde moran las palabras predictoras. Nadie escucha las sabidurías impartidas por un exhalo de la tierra inspirante en el ónfalo de lo sagrado...
Meditación de lo arcano