Paula se levantó por la mañana, un día más. Abrió lentamente sus ojos azules como el océano mientras se acariciaba su largo y rizado pelo oscuro. Otro día aburrido y cotidiano.
Tiene una vida normal y feliz pero hay un vacío dentro de ella que no la deja sonreír como el resto de personas.
Es una chica misteriosa, guarda muchísimos secretos de los que nadie sabe nada. Uno de ellos, el más impactante, el de que ella no es totalmente un ser humano.
No está segura de si nació así o lo adquirió a medida que fue creciendo, lo único que sabe es que tiene unas enormes alas blancas que puede sacar y ocultar a su antojo, y que en sus venas corre más de la sangre humana: sangre de ángel.
Solo aquellos que la hayan visto volar alto por el cielo bajo la luz de la luna sabrán que hay ángel escondido en la ciudad. Lo hace cada noche, ese es el único momento cuando puede escapar de la cruel realidad, del instituto y sus padres.
Es algo que te tortura por dentro. No sabe si es algo malo o bueno, por eso decide ocultarlo por siempre.
Pero basta de lamentos.
Paula se pone una sudadera gris, unos pantalón cómodos y las primeras zapatillas que encuentra. Coge la mochila y sale de casa, recordando que no le había dado tiempo a desayunar.
Un día más, normal, idéntico al anterior.
O al o mejor no?
