Me desperté en la sala de un hospital, tumbada en la camilla rodeada de aparatos que indicaban mis pulsaciones o se conectaban a mí mediante tubos.
¿Dónde me hallaba?
Cerré un rato los ojos para volver a abrirlos y ver todo con más claridad.
Observé cómo me miraban un médico, dos enfermeras y mi familia.
Tenían todos unas largas ojeras moradas bajo los párpados y me contemplaban llorando, lágrimas cayendo por sus mejillas mientras me llamaban:
-¡Antía! ¿Me recuerdas?-me preguntó una señora de pelo rubio con alguna que otra cana y ojos claros.
-Mamá, sí, me acuerdo de ti, de vosotros.
Miré hacia mi padre: me sujetaba la mano con fuerza mientras me contemplaba con esos ojos tan oscuros que le caracterizaban.
-¿Recuerdas algo reciente?-preguntó la enfermera.
-Hm... no, no recuerdo ni siquiera qué es lo que me ha llevado a estar aquí.
-Te atropellaron.-posé mis ojos sobre mi hermano. Iván, al que recordaba con ese pelo castaño que ambos habíamos heredado de nuestro padre y esos ojos azules que solo él había tenido igual que nuestra madre, ahora tenía la mirada perdida y triste.
-Ven, Iván.-obedeció y le di un abrazo y un beso muy fuerte, notando cómo él se agarraba a mí desesperado a la par que alegre de poder verme una vez más.
-Los médicos dicen que puedes haber olvidado a algunas personas.-me susurró mi hermano.
-No te he olvidado, pequeñajo.
La enfermera ordenó que yo debía descansar, así que me despedí de mi familia temporalmente.
***
Cuando volví a abrir los ojos me sentía mucho más descansada y recuperada, aunque el vendaje de mi brazo indicaba que todavía no había sanado del todo.
Después de unas horas me dieron el alta y Julie vino a mi casa.
Julie es la pelirroja de ojos verdes que siempre ha estado ahí.
Me saludó con un abrazo muy fuerte y con lágrimas en los ojos.
Estuvimos hablando un buen rato e hizo que me olvidara un poco de todo. Me sentía...perdida, como si me faltase algo.
-¿Sabes qué fue exactamente lo que me pasó?-le pregunté a Julie.
-No sé si está bien que te lo diga.
-Juls, por favor, siento que hay algo que se me escapa, que he perdido una parte de mí.
-Está bien. Ese día me pusiste un mensaje, era una despedida definitiva. Huiste, no sé por qué pero querías irte lejos o morir en el intento, y te atropellaron.
-No... no recuerdo nada.
-A lo mejor tu cerebro piensa que es mejor así, olvidando.
Hablamos un rato más y se fue.
Después de cenar intenté recordar algo, pero se me hizo imposible. Caí rendida y me dormí.