Ultraviolence

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Mi madre siempre decía que todos encontramos el amor verdadero alguna vez, aveces tarda, aveces se adelanta, pero siempre lo encontramos.

Yo tenía 18 años, había dejado la escuela para unirme a una secta, era una secta que pedía todo tu tiempo, yo no entendía para que si solo se trataba de alcoholicos anónimos que hablaban de cómo habían entrado al vicio y como lo habían superado, así es, yo era adicta al alcohol y últimamente a las drogas, era una chica sin un camino, no había rumbo en mi.

El jefe de la secta, era tan guapo, tenía un potencial y un brillo en el tan inmenso, encandilaba mis ojos cada que lo miraba, y hacía latir mi corazón de una manera impresionante cada que me miraba. El era Jim, y creo que lo había encontrado, había encontrado al amor de mi vida. Con el paso de las semanas me acerqué a él, y el a mi, sentimos la conexión, aunque ni el ni yo teníamos idea de que esa conexión sería algo más que eso, que una conexión.

Nuestro departamento en Woodstock era grande, éramos felices, y yo lo amaba tanto, y el a mi. Solía llamarme DN por Deadly NightShade (Atrappa Belladona), decía que me llamaba así porque yo estaba tejida con veneno, pero bendecida con belleza y rudeza. El veía en mi lo que en ninguna chica iba a mirar jamás. También me llamaba su princesa, decía que yo era su princesa, siempre poníamos nuestras viejas canciones en vinilo de jazz y yo se las cantaba, amaba que se las cantara.

Con el tiempo nos íbamos amando más y más, y fue cuando comenzó, el primer golpe, el segundo, el tercero, y Dios, fueron tantos que perdí la cuenta. Era extraño, porque cuando me golpeaba no sentía tanto dolor, al contrario, pensaba que era una muestra de amor, y así se sentía, se sentía tan bien, el decía que lo hacía porque para poder sanar a una persona, primero tienes que romperla para después construirla, a mi me quería sanar para que dejara por absoluto el alcohol, así que, sus golpes eran mi salvación.

Entre golpe y golpe lo amaba mas, lo amaba, lo amaba, lo amaba demasiado. De las últimas veces que me golpeo, nuestra vecina lo vio todo, yo quede muy lastimada, tenía sangre escurriendo por mi nariz, ella llamó a la ambulancia y a la policía. Recuerdo perfectamente el sonido de las sirenas, me limpié la sangre y salí a la puerta, les dije que todo estaba bien, yo quería proteger a Jim, porque yo lo amaba, y no permitirá que nadie se lo llevara de mi lado, eso jamás. Y esa fue sólo la primera vez que tuve que mentir, cuando mis golpes eran notorios, decía que me había caído por las escaleras, que había tenido un accidente, cualquier cosa, menos que Jim me daba de su amor venenoso.

La penúltima vez que me golpeó, me dolió tanto que llore, Jim se detuvo y con su lengua limpio mis lagrimas, dijo que eran lagrimas de oro, y que sabían a limonada, después, comprendí todo, lloraba limonada, porque nuestro amor no era dulce ni era amargo, era un torbellino de sabores.

Y la última vez, oh Dios, la recuerdo tan bien, comenzó a abofetearme, después me golpeó en las costillas, yo caí al suelo, mientras estaba en el suelo lo veía tan grande, poderoso y guapo, procuraba no gritar para que la vecina no escuchara nada, después, comenzó a patearme sin parar, en una de sus patadas escuché como algo se rompió, pensé que había sido yo, qué tal vez ya estaba rota como mi Jim decía, que era momento de que Jim me reconstruyera, así que intente hablar, pero no pude, no podía hablar, después escuché sirenas, las mismas sirenas de siempre, esta vez no pude hacer nada, veía como se estaban llevando a mi Jim.
Pasaron las horas y había mucha gente sentada a mi alrededor, escuchaba violines, eran violines dramáticos y deprimentes, hubiera preferido escuchar jazz, me habría encantado cantarle jazz a mi Jim mientras el me miraba.

Y al final comprendí algo, Jim me había roto, y era momento de que me reconstruyera, yo lo ame tanto, lo sigo amando, podría regresar a Nueva York, amarlo era realmente difícil y adictivo, siempre me hacia recordar cuando éramos unos niños, podríamos ir a Woodstock, donde nadie sabía quienes éramos, me lastimaba y se sentía como verdadero amor, y eso era, verdadero amor, Jim hacia qué el paraíso estuviera en la tierra, yo hice y haría cualquier cosa por el, nuestra unión era bendita, lo sabia porque llorábamos juntos lagrimas de oro, como la limonada.

Jim, si puedes escuchar o leer esto, por favor, nunca lo olvides, te ame la primera vez, te ame la última vez, yo soy la princesa, comprende mis líneas blancas, porque soy tu cantante de jazz, y tu mi líder de culto. Te amare por siempre. Te amare por siempre.

A mi no me mato Jim, a mi no me mato su amor, no me mato su enseñanza, no me mataron las costillas que perforaron mis pulmones, no me mataron las sirenas ni los violines, no me mato la atrappa belladona, no me mato el alcohol, a mi mato algo a lo que era adicta, algo que sólo Jim podía darme, algo por lo que volvería a la vida, ¿Saben como le llamo?, Ultraviolencia.

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2018 ⏰

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