Yo sigo aquí

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Yo sigo aquí

Andrés Vásquez

Esta es la historia de dos viejos, dos viejos que nunca dejaron de estar enamorados, luchando contra el tiempo, el cansancio y la edad.  

Hace ya bastantes años, en una vieja casa del deLa Ronda al centro de la ciudad, viví­a una joven muchachita de diez y ocho años, ojos claros y risos castaños. Era parte de una familia clá¡sica, de las que ahora se las llama antiguas y conservadoras, en las que no podías salir de casa por ningún motivo, cualquiera sea tu edad. Llevaban una vida de clase media, no tenían extensas riquezas pero tampoco sufrían de muchas necesidades, eran felices con lo que tenían. Papá, mamá, ella y su hermano menor, una familia pequeña pero acogedora. 

Ella no salía mucho de su casa, no más de lo necesario, o lo permitido por su madre, además su círculo social era muy reducido. Siempre fue muy solitaria, las únicas veces que se la podía ver, era cuando peinaba su cabello sentada en una silla junto a la ventana de su balcón.  

Una mañana, mientras ella peinaba su cabello, un joven que se dirigía a su casa, por azares del destino pudo observarla y sin que ella pueda verlo, él se escondió en una esquina para poder verla por más tiempo. 

-Es un ángel- dijo en vos baja. 

Después de esas palabras que el viento le arrebató a sus oídos ella se levantó de su silla y cerró las ventanas de su balcón y el, contento de haber conocido un ángel, retomo el camino hacia su casa planeando el regreso a ese balcón la mañana siguiente. 

Él vivía unas diez cuadras arriba de la casa de la muchacha, de su ángel y en su casa lo esperaba su abuelo a quien debía cuidar, porque ya con tantos años no podía valerse por su propia cuenta. Aquel viejo se encontraba postrado en un sofá escuchando la radio aunque no le importaba lo que estén transmitiendo, solo le importaba la compañía que un aparato le podía dar, ya ningún ser humano puede darle el cariño que se merece y si fuese así el no quisiera recibirlo. Al joven no le molestaba cuidar de su abuelo, después de todo es su sangre y desde que él era muy chico su abuelo paso mucho tiempo con el enseñándole casi todo lo que ahora sabe, pero le llena de nostalgia verlo acostado sin poder levantarse ni caminar, ni comer, solo sobrevivía para resistir un par de años más, pero sin ninguna razón para seguir viviendo, los dos lo sabían pero aun así no era momento de despedirse. 

____ 

El joven visitaba el balcón de la muchacha todas las mañanas desde el primer día que la vio, no se atrevía a hablarle, pero un día, la muchacha alcanzo a verlo cuando él se escondía en la esquina de la calle. 

-¿Quién eres?- pregunto ella, pero el no dijo nada, tenía vergüenza de mostrarse. 

-Déjame verte- 

-Discúlpeme señorita, solo quería observarla, usted es realmente hermosa- dijo tímido.  

Ella solo se sonrojo y le respondió con una sonrisa. Después de esa sonrisa y sin esperar más el joven se marchó profundamente feliz, esa sonrisa lo lleno de alegría. Los días siguientes, cuando el pasaba por el balcón, conversaban durante un tiempo muy corto para que el papá de la muchacha no lo descubriera a el y se enterara que todos los días visita el balcón de su hija. 

Con todas las dificultades, llevaban una alegre relación, una relación que crecía con el pasar del tiempo, ella y el terminaron sus estudios, empezaron a trabajar y podían verse con más frecuencia. 

Yo sigo aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora