Querido lector:
Intentaré expresar mis palabras sin aburrirte, porque eso arranca de raíz el deseo de leer. Y es horrible para quién explota esta actividad como una de sus favoritas; aquella decepción que sentís hasta en tus órganos al abandonar una historia que no ha llegado a las expectativas.
Por favor, se los ruego desde lo más profundo de mi corazón, por favor, hagan el esfuerzo y terminen de ojear la carta. Como dije antes, puede ser un suplicio, pero también podría lograr que ustedes comprendieran mi pensamiento.
India es la tentación en el camino más riguroso. Dios… Esa mujer tiene una gracia tan femenina, delicada como una bailarina clásica, esos movimientos refinados podrían engatusarte sin precisar de hechizo o palabra ─Y pensar que solo me refiero a la vida cotidiana. Ella siquiera consideró dedicarse a la danza, aunque mal no le vendría; como anillo al dedo y alimento al pobre─.
Su modo de hablar, pronunciar y fruncir lo labios con el “¡Uh!” cuando su equipo de fútbol erra un penal, provoca en mí ganas irrefrenables de acercarme a su rostro y abarrotarla a besos.
"Especial" podría definirla a la perfección, porque es eternamente única y ni mencionar, lo más hermoso que el mundo jamás presenciará. Pero claro, teniendo en cuenta que quien habla es un salido enamorado de la fiera, sería extraño pensar lo opuesto de la persona a la que se adora.
Lo admito, estoy hecho un idiota. Me encandilé por una chica y ya estoy diciendo estupideces tales como “La amo loco”, “Quiero casarme con ella”, “Es la luz de mis ojos”. Disculpen, no puedo evitarlo. Lo es todo para mí.
Pero mi amor no es recíproco, no corresponde a mi necesidad. La chica, de ojos verdes y brillantes que me recuerdan a las estrellas, y la melena rubia, acicalada con horas de atención en la estética, piensa que soy un asco. Otra bazofia de la cual burlarse y pisotear con sus botines gastados.
Sincerándome, era imposible evitarlo. Ella es extraordinaria, la favorita en el club. Atajaba hasta el tiro más difícil ¿Cómo no idolatrarla más de uno? Varios chicos planeaban invitarla a tomar algo en el futuro cercano, o fantaseaban con su imagen mientras recurrían a la masturbación como medio para liberarse. Absurdo culparlos, semejante beldad merece el acto. Luego estaba yo, el idiota temeroso incluso a soñar con ella y que se alejaba de donde se hallara para amarla desde la distancia.
Ya lo sé, es mi culpa por no tratar de hablarle en ningún momento, pero explíquenme ¿Cómo hacerlo, sabiendo que mi rostro deforme y el cuerpo alargado y frágil podrían asustarla? ¿Arriesgarse a amar, o permanecer en la seguridad que otorgaba la ventana del Club 21, a donde corría después de los estudios en casa para observar cada entrenamiento femenino de martes a jueves? (Sí, mi historia de amor comenzó a lo lejos y lamento pensar que también finalizará de aquel modo).
Soy horrible, un monstruo salido de tus peores pesadillas. Perdón, perdonáme pero jamás quise serlo. Nací así y carezco de arreglo, no soy como una máquina que puede remendarse con el servicio técnico. Soy humano, persona que se originó siendo célula y salió al mundo como organismo complejo. Jamás pude evitarlo, porque realmente quiero ser hermoso, por dentro y por fuera India. Tan bello como Narciso y tan bueno como vos o Maxi, el 10 del equipo masculino, ¿O pensaste que nadie notaría la mirada que le das cada vez que entra por la puerta?
Espero que mi sacrificio por vos valga la pena.
No, no quiero morir. Atragantado por los sollozos y la difícil decisión entre manos, y sí, entre manos porque el arma asesina yace en ellas.
Creo que es el fin, pero me vas a ver, eso es lo importante. Y espero que llores por mí. ¡Yo sé que no sos un témpano de hielo! ¡Y de una puta vez vas a dejar de verme con lastima, o riéndote a carcajadas con tus amigas!
No quiero morir India, no quiero.
Tampoco pretendo cargarte de toda culpa, puesto a que yo soy el que ama.
Te ruego, pensa en mí. Una vez es todo lo que pido, no hagas que sea en vano.
Me encantaría aclarar que no trata de una carta suicida, pero supongo que lo parece y es absurdo intentar negarlo.
Si alguien más está leyendo, entiéndame. Es el objetivo de sucumbir ante la pena:
No estoy loco, solo profundamente enamorado. Y para alguien que jamás obtuvo el amor suficiente, cuando tenemos una probada de éste se vuelve adictivo e irrefrenable. Te consume y quita el aliento. El aire vuelve a tu cuerpo, y el corazón palpita fuerte cuando esa adoración corresponde, y como no es mi caso ¿Qué me queda en la vida, más que el sacrificio que voy a cometer para lograr algún sentimiento en mi amada?
Sin amor no somos nada.
Los saluda cordialmente, Javier Martínez (1980-1998).
P.D: Apostaría mi vida entera, que poco vale, a que nunca supiste mi nombre hasta ahora. Al menos ya lo conoces India.
