9. Me importa un demonio

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Cuando Kyle termino de organizar la información, y bajó, se encontró a su hermano y sus dos mejores amigos dormidos en bolita. Sonrió con dulzura; con todo el estrés de sus padres divorciándose, hacía tiempo que ni el ni su hermano estaban tan relajados.
Su madre no había llegado. Era obvio por que Sheila llegaba en un escándalo, o llorando, últimamente. Además, Firkle y Firemore hubiesen sido echados de la casa en tan sólo segundos, y Ike le hubiese avisado. El mayor no era idiota, así que hizo una nota de que iba de salida de vuelta al hospital. La pegó con cinta máscara en la pantalla de la televisión, donde se veía el juego en la pantalla de game over. Probablemente se quedaron dormidos discutiendo sobre el juego. Agarro los tirantes de su mochila -donde llevaba guardado su traje de superhéroe y algunas cosas más- y abrió la puerta, para encontrarse con una cabellera rubia que lo saludó con unos golpes en el pecho.

Bebe odio admitirlo, pero tantos años de entrenamiento de Básquet y la práctica para el parkour que el joven se aventaba últimamente en las noches, le habían formado un buen cuerpo. La chica se alejó avergonzada, con la cara pintada de rojo. Kyle solo tosió incómodamente, también apenado y mirando a otro lado.

–Lo siento, iba a tocar la puerta y- Bueno.. perdón– se disculpó la chica.

El chico negó con la cabeza, sonriéndole aún con extrañeza. –No te preocupes Bebe. Fue un accidente. Todo está bien–.

La rubia se hizo a un lado, dejando a Kyle pasar. Él cerró la puerta, poniendo seguro a esta, y ambos emprendieron el camino. Bebe explico como pudo lo que había visto, intentando no hacer mucho escándalo y no llamar la atención; era lo que menos necesitaban en el momento. Una vez que la chica dejó de hablar, el más alto robó la palabra.

–Una vez, cuando éramos jóvenes,– comenzó a relatar. –Kenny, Cartman y yo intentamos ser investigadores. La policía nos termino contratando, y tiramos a unos tipos que estaban haciendo drogas– termino su historia con extrema tranquilidad. Como si fuese algo de todos los días.
Aunque en South Park, lo era.
–Realmente ya no recuerdo todo. Pero se que llevaban armas de verdad. Desde pequeños siempre teníamos el trasero en problemas. Al menos Kenny y Stan han logrado salir un poco de eso. No son como yo, que vuelven a lanzarse al peligro– rió nervioso.

–Hablando de.. ¿cuando le dirás a Kenny que te gusta?– preguntó la chica con honesta duda al chico a su lado, quien -ella juraba- se había puesto más rojo que su propio pelo.

Kyle se aclaró la garganta, y volteó a otro lado, para luego fingir idiotez. –¿Que me gusta? ¿De que hablas?–.

Bebe rodó los ojos con diversión y dio una sonrisa burlona. –Por favor, Kyle. ¿Ponerlo al inicio de casi todas las oraciones en las que tienes que nombrarlo? ¿La forma en que lo miras? ¿El hecho de que curiosamente siempre estás para salvar su trasero del peligro? Soy rubia, pero conmigo no aplica la estupidez. Además, ¡eres súper obvio! Y te poner súper adorablemente torpe siempre que esta cerca– remarcó la joven. El pelirrojo se veía horrorizado.

–En.. ¿En serio soy tan obvio?– preguntó en voz baja y con pena.

La chica se rió. –Wendy, Stan, Clyde, Token, Craig, Tweek y yo tenemos apuestas de cuando se lo dirás. Que por cierto, Stan y Token ya perdieron. Ambos pensaron que por tu actitud le dirías desde hace tiempo–.

Kyle, entre frustración y pena, jaló las partes de los lados de su ushanka, y se cubrió la cara con una mano. –Tienes que estar bromeando–.

–No, ¡en serio! Tardaste tan poco en decirle algo a Rebecca, e incluso a Heidi en su tiempo, que en serio es una sorpresa que no le hayas siquiera mencionado a Kenny algo de que te gusta. Han sido 2 años, Kyle. Deberías hablar–.

Superhéroe - K2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora