La cocina.

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Eran las 7 de la tarde. Estabas tan distraída que no te habías dado cuenta de lo fino que estabas cortando la carne del cocido de tu madre.

-No han pasado ni cinco horas desde que me fui. Haneul, concéntrate.

¿Te lo repetías para concentrarte en la cocina o para atenuar la abrumadora sensación de soledad que te recorría el cuerpo?

Te dolía estar lejos de tu familia, pero te dolía más saber que estarías en ese apartamento sola por tres días. Nunca habías estado allí completamente sola, desde el primer día de alquiler, Jimin había estado a tu lado.

Sin embargo, en la cocina te sentías a gusto, cada vez que te atas el delantal que Jimin y tú habíais comprado a juego en DisneyLand, tu cabeza deja de dar vueltas.

—¿Dónde están las sartenes en esta cocina? ¿Sólo se me ocurre a mí hacer croquetas el día de la mudanza, verdad?

Estabas tan agobiada que no te diste cuenta de que en la pared contigua al fogón había una ristra de sartenes colgando en orden creciente a su tamaño. Cuando elegiste una sartén adecuada, no demasiado grande, te quedaste inmóvil durante un par de segundos, admirando esa cocina, vuestra cocina.

Tus ojos recorrieron cada centímetro, observando cada detalle. Era blanco. Todo blanco impoluto, salvo la encimera de mármol negro Marquina que cubría la gran isla que coronaba la cocina.

A tu izquierda se encontraba una gran puerta translúcida de cristal que conducía al cuarto de estar. Al frente encontrabas toda una pared cubierta con armarios blancos donde suponías, se guardaban los utensilios de cocina. A tu derecha encontrabas una larga encimera increíblemente blanca, donde se encontraba el fregadero, lavavajillas y demás armarios. Finalmente, a tu espalda se encontraba la continuación de la encimera blanca, esta vez no tan limpia ya que habías comenzado a cortar la carne del cocido que había hecho tu madre el día anterior, para hacer croquetas. Así como el fogón y la nevera.

Tras esa pausa, suspiraste, aliviada o atemorizada de lo vacío que estaba aquel apartamento. Rápidamente comenzaste a hacer las croquetas para distraerte, así que pusiste un chorrito de aceite virgen extra en la sartén, como te había indicado tu madre por teléfono esa misma tarde, y lo pusiste a calentar. Seguido añades la carne, ya cortada en pequeños trozos, y una pizca de sal. Antes de que la carne absorbiera todo el aceite, incluyes en la sartén dos cucharadas soperas de harina. Es la primera vez que haces croquetas, por lo que suplicaste que no se quemara todo. Cuando a tu parecer la harina estaba cocinada, sumas a la mezcla leche. Intentas que se integre correctamente, ya que te gustaría dar una sorpresa a Jimin cuando llegue, al poder ser, con sus croquetas favoritas.

El olor comienza a degustarse por toda la cocina. Comienzas a buscar un recipiente de cristal donde dejar enfriar la masa que acababas de preparar. Todavía no te acostumbras a esa cocina tan grande, así que tardas más de lo que querrías.

Cuando encuentras el recipiente perfecto, comienzas a agregar la masa.

¡¡¡BOOM!!!

-¡Ouch!

—¿¡Qué pasa!?—Un ruido había hecho que tirases la mitad de la masa para croquetas fuera del recipiente de cristal. Devolviste la sartén al fogón y te acercaste a la puerta translúcida.

Al abrir la puerta te encuentras con alguien en el suelo, Jimin.

-¡Hola!- dijo el chico esbozando una sonrisa. -¿no me vas a dar la bienvenida?

Te habías quedado inmóvil. No esperabas su llegada hasta dentro unos días, sin embargo, él seguía en el suelo y tú con un delantal ñoño y una cuchara de palo en la mano izquierda.

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⏰ Last updated: Jul 11, 2018 ⏰

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Me gustan las croquetas. (+18)Where stories live. Discover now